El innombrable vive en New York -
Capítulo 64
Capítulo 64:
“Tengo buenas noticias”, dijo emocionado.
“¿Enserio?”, dije sonriendo
“¿Qué sucedió?”
“¿Recuerdas la idea del diseño del auto que te conté?”, preguntó.
“Sí”
“Lo haremos”, dijo haciendo que yo abriera mucho mis ojos por la sorpresa
“Empezaremos a fabricar nuestra propia marca de autos”.
“No me jodas, ¿Es enserio Iván?”, dije tapando mi boca de la sorpresa.
“Si”, dijo casi chillando de la emoción.
“¡Felicidades, lo lograste!”, dije emocionada.
“Lo logramos Olivia, ¡Lo logramos!”, dijo haciendo un gran énfasis en las palabras
“Sé que estas muy ocupada en Francia, pero necesito que firmes unos documentos para empezar a llevar a cabo el proyecto y no puedo actuar sin la autorización de mi mayor accionista”, dijo haciendo que yo sonriera
“Podrías darme tu dirección y así enviarte los documentos para que no vengas hasta Nueva York”.
“De hecho, pensaba ir a Nueva York muy pronto, para ser más exactos el sábado, tengo una presentación para un compromiso de una pareja”.
“Perfecto, ¿Vendrás a la oficina?”, preguntó.
“Tenemos que celebrar este gran logro”, dije y escuché su risita por el celular.
“Dime a qué hora vienes para pasar por ti al aeropuerto”, dijo Iván.
“Ok, lindo día”, le dije despidiéndome.
“Lindo día”, dijo antes de colgar la llamada.
…
Mi vuelo aterrizó en Nueva York a las 3:00 pm, durante todo el vuelo Millie estuvo a mi lado al igual que Jared, de vez en cuando Millie me hacía una cara cómplice cuando Jared y yo hablábamos y yo no podía evitar sonreír un poco divertida por su expresión.
La presentación era el lunes, así que todavía teníamos la tarde del sábado y todo el domingo antes de la presentación, Jared me dijo nunca había pasado tanto tiempo en Nueva York y que tal vez deberíamos salir para que él conociera mejor el lugar.
Realmente no conocía a la perfección el lugar, solo conocía muchos restaurantes porque siempre que iba a almorzar con mis amigos siempre visitábamos un restaurante diferente, el único lugar bonito que conocía era Coney Island que fue a donde me llevó Ivan.
Cuando llegamos al aeropuerto nos fuimos todos juntos al hotel porque nos hospedaríamos en el mismo todos, le dije a Iván que no hacía falta que me fuera a traer al aeropuerto y que yo misma llegaría a la empresa.
Una vez estuvimos en el hotel, todos nos acercamos a la recepción para que nos dieran las llaves de nuestras habitaciones.
Mire un poco divertida a los demás del equipo, casi no hablaban español ni inglés entonces solo hablaban francés y se veían realmente asustados cuando escuchaban hablar a las demás personas y no les entendían.
Ahora entienden lo que yo sentía estando en Francia.
Me acerqué a Jared quien estaba recostado en el mostrador de la recepción, él me miró y me sonrió.
“¿Cómo te acostumbraste tan rápido al Jet-Lag?”, preguntó mientras se daba un masaje en la frente.
“Estaba muy emocionada porque quería conocer la cuidad que me acostumbré rápido”, dije.
“¿Cuál será el primer lugar que conoceremos en Nueva York?”, dijo Millie emocionada detrás de nosotros.
“No sé, pregúntale a la neoyorquina”, dijo Jared con una media sonrisa.
“Tal vez deberíamos de ir a Coney Island”, dije y los ojos de Millie se iluminaron.
“¡Si!” chillo de la emoción.
“Pero eso será hasta mañana”, dije viendo a Millie.
“¿Por qué?”, dijo haciendo un puchero.
“Porque me estoy muriendo por el Jet-Lag”, dijo entrecerrando los ojos
Después de unos instantes nos dieron las llaves, todos subimos a las habitaciones que quedaban a la par una de otras.
Todos se quedaron a descansar en el hotel mientras que yo me cambié de ropa y me puse algo más formal para ir a la empresa, tengo que firmar unos documentos así que supongo que la ocasión lo requiere.
Salí del hotel y tomé un taxi que me llevaría a la empresa, cuando entré todas las personas que me veían me saludaban con mucho respeto ya que todos conocían que soy la mayor accionista de la empresa.
Busque a Iván en su oficina y allí estaba, se miraba muy concentrado viendo el monitor de su computadora, toque suavemente la puerta de su oficina, él me vio por los cristales de la oficina y me sonrió dejándome entrar a su oficina.
“Te estaba esperando”, dijo Iván levantándose para abrazarme
“Me encanta tu nuevo estilo”, dijo viendo mi cabello.
“Gracias” haciéndole un puchero con mi nariz.
“Ven, vamos”, dijo saliendo de la oficina.
Yo lo empecé a seguir, todas las personas que nos veían siempre nos saludaban con mucho respeto, subimos el ascensor y llegamos a una sala de juntas y nos sentamos en una gran mesa.
Poco después llegaron más personas, Iván me iba diciendo quienes eran cada una de las personas que iban entrando a la sala.
Según lo que Iván me había comentado habíamos hecho un convenio con otra empresa la cual nos ayudaría a importar los autos a nivel mundial.
Mientras las demás personas firmaban los documentos Iván se acercó a mí para decirme algo en voz baja.
“Me habría encantado trabajar con Spinter Enterprises”, dijo haciendo que mis ojos se abrieran con un poco de sorpresa.
“Tal vez para futuros tratos”, me limite a decir.
Cuando ya habían firmado las demás personas nos pasaron los documentos, Iván y yo los firmamos y así dimos por concluida la reunión, ambos nos despedimos de los nuevos socios de la empresa.
“¿Qué sigue ahora?”, pregunte.
“Tendremos que esperar un mes hasta que los primeros autos sean fabricados y luego quiero que me acompañes a un festival en Italia”, dijo mirándome a los ojos.
“¿Qué haremos en Italia?”, pregunté.
“En ese festival son presentados los nuevos autos de lujo, llegaremos allí para promocionar nuestra nueva marca. Nuestro objetivo será obviamente promocionar el auto y también conseguir nuevos contactos con otras empresas para conseguir expandir más la empresa”, dijo Iván.
“De acuerdo” asentí.
“Olivia… ¿Qué puesto tenías exactamente en Spinter Enterprises?”, preguntó mirándome con el ceño fruncido.
Su expresión era un poco fría, me puse un poco nerviosa ¿Acaso podía saber de mi relación con Leonardo?
“Era la asistente del CEO”, dije y él asintió con la cabeza.
“¿Por qué no me lo dijiste antes?”, preguntó
“Si eras tan cercana al CEO tal vez pudo haber sido más fácil hablar con ellos y quien sabe hasta trabajar con ellos”.
“No me habías dicho nada claro sobre la empresa, me hablaste de la empresa después de que yo renunciara”, dije.
“Tienes razón”, dijo poniendo su mano en la barbilla, se veía muy pensativo,
“¿Acaso no está bien la empresa con la que acabamos de firmar?”, pregunté.
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