Capítulo 5:

“Ni hablar de cómo nos trata”, dijo Gabriel.

Una vez subí al ascensor con él porque su ascensor personal se había arruinado, fue el momento más horrible de mi vida, sentí que me estaba quedando sin aire con el simple hecho de estar tan cerca de él, todos en la empresa le tienen miedo, una vez despidió a alguien que no era tan ´eficiente como él quería`, dijo Gabriel en susurro.

“¿Por qué aplicaste para ser su asistente? ¿Acaso quieres morir?”, pregunto Abigail asustada.

“Bueno, para ser sincera, ni siquiera sabía que sería su asistente”, dije balbuceando.

“Estaba tan desesperada buscando empleo que ni siquiera recuerdo que enviara mi currículo para ser asistente de un CEO”, dije riendo.

“No lo hiciste”, dijo Carolina.

“Debido a que sus otras asistentes casi siempre renunciaban rápido y llevaba mucho tiempo sin conseguir una nueva le dijo al área administrativa que hiciera un anuncio que buscaban una asistente para un área menor y si su currículo lo convencía a él la contrataría”, dijo haciendo que yo la mirara asustada.

“¿Me estás diciendo que me eligió personalmente?”, dije aclarándome la garganta.

“Si”, dijo Carolina asintiendo con su cabeza.

“Que potente, ¿Dónde estudiaste chica? ¿Acaso eres de Harvard?”, dijo Gabriel mirándome sorprendido.

“No”, dije.

“¿Lo conocías antes?”, pregunto Abigail.

“No, ni siquiera soy de Nueva York”, dije sorprendida.

“Creo que ya se a quien le diré que haga mi próximo currículo”, dijo Abigail bromeando.

“Lo haré sin ningún problema”, dije riendo.

“Como sea, ahora estas aquí, brindo por la celebridad de Spinter Enterprises”, dijo Gabriel levantando su vaso con jugo de naranja para hacer su brindis.

Todas levantamos nuestro vaso e hicimos un brindis.

Gabriel era muy gracioso, siempre nos hacía reír a todas, después de nuestro almuerzo me terminaron de agradar mucho ellos, dijimos que si teníamos tiempo libre podríamos almorzar mañana también juntos.

“Espero que no te haya incomodado Gabriel”, dijo Carolina riendo y negando con la cabeza.

“No para nada, me agradaron mucho ambos”, dije sonriéndole.

“Él mismo se hace llamar un alma libre, tendrías que verlo en una discoteca bailando, es toda una fiera o al menos eso dice él”, dijo riendo.

En ese momento salimos del ascensor mientras reíamos a carcajadas, nuestras risas desaparecieron cuando vimos a Leonardo en el pasillo y frente a mi escritorio.

“Hablamos luego”, dijo Carolina haciendo una mueca de preocupación.

Yo empecé a caminar rápidamente hacia donde él estaba.

“No recibí ninguna llamada de que llegaría más temprano de lo normal, de haberlo sabido habría regresado antes para ayudarlo”, dije viendo como buscaba algo en mi escritorio.

“No se preocupe, solamente buscaba esto”, dijo tomando los documentos que había preparado para él.

“Por favor acompáñeme” y entramos a su oficina.

“Necesito que cancele sus planes de esta noche porque me acompañara a unas reuniones que tendré programadas en mi casa”, dijo viendo algo en computadora.

“Que raro, no leí que tuviera programada alguna reunión”, dije viendo su agenda.

“Yo mismo la auto programé “, dijo mirándome.

“Si necesita ir a su casa por ropa, hágalo, mi chofer pasara por usted a su departamento”.

Cuando eran las 5:00 pm regresé a mi casa para tomar la ropa que necesitaría, realmente no era mucha, solamente un pijama, supuse que podría tomar una ducha allí así que también me lleve un conjunto de ropa para mañana.

Leonardo me envió un mensaje diciéndome que estaría en mi departamento en menos de un minuto, corrí para tomar el bolso que tenía toda mi ropa y baje del edificio.

No vi ninguno de los autos negros que suelen llevar a Leonardo así que me quede esperando en la calle, en ese momento me di cuenta de que a unos metros de mi estaba aquel Audi Rojo que me había mojado con el charco, me acerque un poco solamente para estar segura y eran las mismas placas, L666.

Empecé a reír como una maniaca y empecé a buscar mis llaves del departamento en mi bolso, no había nadie en la calle así que nadie se daría cuenta de lo que estaba a punto de hacer, me acerque disimuladamente y camine hasta la parte trasera del auto.

Mire una vez más hacia todos lados para asegurarme de que nadie estuviera cerca, cuando estuve segura empecé a pasar la llave con fuerza en la pintura del auto desde la parte trasera hasta la puerta del copiloto.

“¿Quién ríe ahora maldito loco?”, dije riendo, estaba a punto de alejarme del auto cuando escuche que encendieron el motor del auto, en ese momento abrieron la ventanilla del copiloto y casi me desmayo en ese mismo momento.

“¿Qué cree que acaba de hacer Señorita Baldinelli?”, dijo la voz de mi jefe desde el interior del Audi Rojo que acababa de rayar.

Sentí como mi cuerpo se congelaba al verlo dentro del auto, su ceño estaba fruncido mientras me veía como un rostro notablemente enfadado.

“¡Lo siento!”, dije preocupada tratando de arreglar inútilmente la pintura del auto.

“¿Enserio está bien usted? ¿No tiene alguna enfermedad mental?”, pregunto bajándose del auto para mirarme.

“Me encantaría poder decirle que si para que no piense que lo hice a propósito”, dije en voz baja.

Él se paró a mi lado y empezó a ver que toda la pintura del lado lateral tenía un gran rayón de punta a punta.

“Enserio no sabía que este era su auto, yo…”, en ese momento me detuve al recordar porque había hecho todo esto.

El chofer de este auto había pasado cerca de la acera a propósito y me empapado completamente del charco que había.

“¿Este es su carro?”, pregunte alzando una ceja.

“Por supuesto”, dijo cruzándose de brazos.

“Creo que lo mínimo que puede hacer es disculparse por lo que acaba de hacer”.

“Lo haré cuando usted se disculpe primero conmigo”, dije cruzándome de brazos.

“¿Perdón?”, dijo levantando ambas cejas.

“¿Recuerda que el Lunes de la semana pasada estaba lloviendo?”, dije y él asintió con la cabeza.

“Bueno yo estaba justamente en la acera cuando usted paso en su auto sobre un charco y me empapo toda con ese charco”, dije cruzándome de brazos.

“¿Era usted?”, dijo sorprendido, yo asentí.

“Solamente la alcance a ver por el retrovisor y pensé que había empapado a una anciana”, dijo con una sonrisa burlona, yo lo miré con el ceño fruncido y él dejo de sonreír.

“No pude detenerme porque venían muchos autos detrás de mí y no sé si usted se ha dado cuenta, pero en esta ciudad lo que más abunda en el tráfico, si me hubiera detenido a disculparme habría creado más tráfico del habitual, así que decidí cruzar en esa calle para poder volver a regresar estacionar el auto y buscarla, pero usted ya no estaba”.

“¿Se supone que debía esperarlo?”, dije alzando una ceja.

“No, pero al menos tuve la intención de arreglar las cosas”, dijo relamiendo sus labios.

“Pero como ahora la he encontrado le pido que me disculpe, no fue mi intención hacerle eso, ese día manejaba rápido para llegar a la empresa para la entrevista que le haría a mi nueva asistente, pero no pude llegar a tiempo”.

“Que irónico”, dijo sonriendo, mirando hacia abajo.

“Ese día conducía rápido para conocerla a usted y resulta que la conocí antes”.

“Vaya forma de conocer a sus empleados”, dije.

El lanzo una carcajada.

“Como lo dije antes, me disculpo por mis acciones”, dijo mirándome a los ojos.

De repente su mirada volvió a ser fría e intimidante.

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