El innombrable vive en New York -
Capítulo 37
Capítulo 37:
Iván y yo gritamos emocionados durante todo el juego, siempre nos habían gustado estos juegos, solíamos escaparnos de casa e ir a un parque de diversiones en Nashville después de clases.
“¿Recuerdas el día que mamá se dio cuenta de que nos escapábamos de casa por ir al parque de diversiones?”, dijo Iván riendo.
“Lo recuerdo perfectamente”, dije riendo
“Recuerdo nuestras caras de susto al verla en la salida de uno de los juegos que estábamos, ni siquiera seguí gritando de la emoción después de verla parada esperándonos”.
“Recuerdo que ese día besé a Rosé por primera vez, ni siquiera me gustaba ella”, dijo haciendo una mueca.
“¿Por qué lo hiciste?”, dije riendo.
“¿Nunca te diste cuenta?”, preguntó y yo lo mire confundida.
“¿El qué?”, dije y él negó con la cabeza riendo.
“Siempre me había gustado Jessica, por eso siempre te decía que la invitaras a salir con nosotros, ese día pensaba confesarle mis sentimientos, pero tú y ella se pelearon, no sé porque pelearon solo sé que te vi llorar y fui detrás de ti”, dijo.
“Ese día me dijo que había besado a Ángel, me enojé mucho por eso”, dije
“No sabía que te gustaba Jessica”, dije sorprendida.
“Me gustó desde primer grado”, dijo Iván haciendo que yo lo mirara muy sorprendida.
“¿Por qué nunca le dijiste nada?”, dije sorprendida.
“Por ti”, dijo riendo.
“¿Qué?”
“Me dijiste que nunca se me ocurriera enamorarme de una amiga tuya porque dejarías de ser mi hermanita”, dijo tratando de imitar mi voz.
Era cierto, yo siempre le decía eso, pero jamás me imagine que él realmente estuviera enamorado de ella.
“Lo siento”, dije triste.
“¿Cómo ha estado ella?”, me preguntó viendo hacia la nada.
“Bueno… Ella está casada, se casó con Ángel”, dije.
“¿Me creerías si te digo que quise comprar una casa para decirle que huyéramos juntos cuando ella quedo embarazada?”, dijo sonriendo
“Pensé que Ángel la abandonaría y no me hubiera importado si papá y mamá me hubieran echado de casa, no me habría importado nada si ella hubiera estado a mi lado”.
“¿Fue después de lo que sucedió con el dinero?” Pregunté y él asintió
“¿Huiste con el dinero por esa razón?”, dije, pero él negó con la cabeza.
“Siempre quise salir de esa pequeña cuidad, pero no me imagine que papá te haría tanto daño”, dijo mirándome a los ojos.
“Siempre fuiste el favorito de casa”, dije mientras sentía como mis ojos se empezaban a cristalizar
“Creo que ambos terminamos con un corazón roto” en ese momento vi como sus ojos también se empezaban a cristalizar.
“Sé que tuviste que sacrificar muchas cosas por mi culpa, lo siento mucho”, dijo abrazándome
“Te prometo que nunca te volveré a abandonar”, dijo mirándome a los ojos.
“No prometas cosas que no hagas”, dije mientras sentía como una lagrima se deslizaba por mi mejilla, él la seco con su pulgar.
“Te prometo que esta vez es verdad”.
Después de esa salida con mi hermano nos habíamos vuelto más cercanos, me daba mucha tristeza recordar que por mi culpa él nunca pudo hacer nada por el amor que sentía por Jessica y la peor parte de todo es que ahora ella es muy feliz con su nueva familia que creó.
Leonardo había estado más ocupado que nunca, salía todas las noches para ir a eventos de otros directores de otras empresas para conseguir nuevas relaciones con su empresa y así su Spinter Enterprises siguiera siendo la empresa más exitosa en Nueva York.
Tuve que acompañar a Leonardo a cada uno de esos eventos como su asistente, mientras que Leonardo pasaba hablando con esas personas importantes yo tenía que estar en otro lugar, pero a la misma vez cerca por si él me necesitaba.
Habíamos ido a tantas fiestas últimamente que ni siquiera nos quedaba tiempo para salir a nosotros dos juntos, no podía negar que extrañaba esos momentos a solas con Leonardo.
Pero él estaba trabajando en lo que siempre había soñado, ser el hombre más exitoso de Nueva York y también se perfectamente que si él estuviera en mi lugar respetaría mis decisiones y me apoyaría siempre para que yo lograra mis sueños.
Como a veces tenía tiempo libre porque no salía con Leonardo utilizaba ese tiempo para salir con Iván, nuestra relación iba mejorando poco a poco, me había contado de que pronto firmaría unos documentos muy importantes que podría cambiar su vida.
Siguió diciéndome que si su plan sale como él lo había planeado me nombrará presidenta de su empresa no obstante a pesar de que nuestra relación ha mejorado no le creo algunas cosas.
Le había prometido a Bradley acompañarlo a sus terapias que le hacían por el cáncer, a pesar de que él siempre me decía después de cada terapia que estaba bien y que no sentía nada sabía que me estaba mintiendo para que yo no me preocupara.
Bradley tampoco le había dado la noticia a su hermano, entonces yo siempre era cuidadosa en no tocar nada de ese tema.
Caminaba al lado de Leonardo mientras caminábamos por el pasillo que nos llevaría a una gran terraza en donde estaba en evento de esta noche de él.
“¿Cómo me veo?”, me preguntó Leonardo con disimulo.
Lo miré detenidamente para que todo en su traje estuviera bien, me detuve en su corbatín para arreglarlo porque estaba un poco flojo.
“Te ves bien”, dije sonriéndole.
“¡Leonardo, el hombre más exitoso de Nueva York!”, dijo un hombre acercándose a nosotros.
“¡Lucas!”, dijo Leonardo abrazándolo para saludarlo.
“Ven siéntate con los demás”, dijo pasando su brazo por la espalda para guiarlo a un lugar en donde había más hombres con trajes caros y bebiendo champagne.
Empecé a ver hacia todos lados para encontrar un lugar en donde pudiera sentarme y esperar a Leonardo.
No encontré otro lugar más que en el bar de bebidas, me senté allí y pedí un jugo de naranja, para mi suerte aquí si tenían algo que no tuviera alcohol, la mayoría de las fiestas a las que habíamos ido solo me ofrecían alcohol.
“Aquí tiene señorita”, dijo el mesero dándome mi bebida.
“Gracias”, dije antes de tomar mi bebida.
Desde aquí podía ver perfectamente a Leonardo, si él me necesitaba podría verlo que me está buscando y rápidamente me acercaría a él.
Había pasado más de una hora y yo seguía aquí sentada, ya me dolía mucho estar sentada así que me paré y empecé a caminar por la fiesta, mientras caminaba podía escuchar algunas conversaciones la mayoría hablaban de dinero, inversiones, acciones y familia.
Mientras caminaba vi que una mujer muy alta y delgada se acercó a la mesa en donde estaban los demás hombres y Leonardo.
Ella se acercó saludo a todos, le dio un beso en la mejilla al hombre que había hablado primero con Leonardo y por último se acercó a Leonardo y le dio un beso en la mejilla muy cerca de la comisura de los labios, la expresión de Leonardo no cambió y al contrario se veía muy cómodo hablando con ella.
“¿Desea una copa de champagne señorita?”, me dijo un mesero acercándose a mí.
No había bebido nada en la noche solamente mi vaso con jugo, tomé una copa.
En ese momento vi como Leonardo empezó a ver a todos lados, caminé hacia él para saber si necesitaba algo.
“¿Necesita algo Señor Spinter?”, dije cuando estuve cerca de él.
“No, de hecho, buscaba un mesero”, me dijo Leonardo.
“Vaya a parecer que tu asistente no ha perdido el tiempo en toda esta noche, esa debe ser ya tu séptima copa de champagne”, dijo el hombre haciendo que todos empezaran a reírse, yo solo me reí por compromiso no porque me diera gracia la estúpida broma que había hecho el hombre.
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