El innombrable vive en New York -
Capítulo 35
Capítulo 35:
Me preocupaba que Iván estuviera en problemas porque no sabía de donde sacaba tanto dinero.
Cuando llegue a casa me dio mucha curiosidad todo lo que Iván me había dicho, busque su nombre en Go0gle para tal vez encontrar algún indicio de que no mentía, pero no encontré nada, no encontré ninguna empresa en Nueva York con algún CEO que tuviera el nombre de mi hermano.
Me decepcione un poco, realmente quería que todo lo que él decía fuera real, pero no podía creerle cuando casi toda mi vida nuestra relación se basó de mentiras.
Cuando ya era de noche empecé a vestirme para el recital de esta noche, aproveché a comprar un vestido cuando estábamos comprando hoy en la tarde, compré un vestido rojo que tenía unos destellos que lo hacían brillar, realmente era un vestido muy hermoso.
Tal y como Leonardo me había dicho llego a las 8:00 pm, él sonrió al ver que usaba la gargantilla que él me había obsequiado el día de mi cumpleaños.
“Te ves muy hermosa Olivia”, dijo viéndome cuando se detuvo en un semáforo.
“Gracias”, dije sonriéndole.
“Te ves tan hermosa que me da un poco de celos que los demás te vean”, dijo antes de acercarse a mí y darme un beso en el cuello
“Cuanto me gustaría quitarte ese vestido ahora mismo”, dijo susurrándome en el oído.
“Creo que tendrá que ser en otro momento”, dije susurrándole muy cerca de sus labios.
“Puedo esperar”, dijo sonriendo de lado.
Casi una hora después llegamos al teatro en donde sería el recital, había muchas personas afuera haciendo fila para entrar al teatro, pero por órdenes de Edward nos dejaron entrar antes.
“¡Olivia!”, dijo Joyce emocionada al verme.
“Pequeña”, dije acurrucándome para abrazarla.
“Es un gusto que hayan venido, Joyce estaba muy emocionada por volver a verlos”, dijo Alice la mamá de Joyce.
“Pensé que ya nos habías olvidado”, dijo Leonardo viendo a la pequeña niña, ella negó con la cabeza.
“Les hice un dibujo”, dijo quitándose su pequeña mochila y de allí saco una página y nos la entrego.
“Es muy lindo”, dije sonriéndole, éramos Leonardo y yo debajo de unas palmeras de coco.
“¿Y dónde está Edward?”, pregunto Leonardo.
“Está un poco estresado, el pianista principal dijo que estaba enfermo, pero realmente mintió y olvido comprar su boleto de avión para venir hasta Nueva York”, dijo Alice.
“Debe estar muy preocupado”, dije.
“De hecho, quería que todo saliera a la perfección porque sabía que ustedes dos estarían aquí y porque nos dijiste que amas estar en recitales”, dijo Alice.
En ese momento apareció Edward, él nos sonrió cuando nos vio y se acercó a nosotros para saludarnos.
“Lo siento mucho Olivia, esta noche no será tan excepcional como lo habría deseado, mi pianista principal no vino y estoy tratando de conseguir otro así que tal vez el recital inicie un poco más tarde”, dijo Edward.
“No se preocupe esperaremos”, dije sonriéndole.
“Olivia puede tocar el piano a la perfección, tal vez podría ayudarle”, dijo Leonardo, yo lo miré muy sorprendida a él.
“¿Enserio?”, dijo Edward muy sorprendido.
“Sí”, dije tímida.
“¿Puedes leer acordes?”, preguntó y yo asentí.
Edward me dijo si podía tocar los acordes que estaban escritos en una página, me senté en el piano y empecé a tocar cada uno de los acordes que estaban allí, al terminar él me miraba muy sorprendido.
“¿Habías tocado antes en un recital?”, me pregunto Edward.
“No”.
“Bueno, hoy tocaras en uno”, dijo haciendo que yo lo mirara muy sorprendida
“Empezaremos en 15 minutos”.
“No puede ser”, dije tapando mi boca de lo sorprendida que estaba.
“Bien hecho”, dijo Leonardo acercándose a mí.
“Toca mis manos, están heladas”, dije tomando su mano para que pudiera sentir la mía.
“Tranquila lo harás bien”, dijo dándome un beso en la frente
“Estáré en primera fila viéndote tocar”, dijo sonriéndome.
Cuando ya casi iba a iniciar el recital Leonardo se fue a su asiento, toda la orquesta tomo sus respectivos lugares, me daba un poco de nervios estar con todas estas personas, ellos eran unas personas muy profesionales y yo solamente era una amante de la música.
Cuando el recital inició el telón se abrió y todas las personas empezaron a aplaudir, mi corazón se empezó a acelerar al ver a tantas personas, todo el escenario estaba oscuro, en ese momento un reflector me ilumino y sabía que esa era la señal para que yo empezara a tocar el piano, poco a poco el escenario de fue iluminando y los violines empezaron a sonar.
Poco a poco el nerviosismo que tenía fue desapareciendo, miré a Leonardo entre la audiencia él me miraba con una gran sonrisa, seguí tocando como nunca lo había hecho, entre más tocaba sentía un gran éxtasis de adrenalina.
Cuando el nerviosismo desapareció lo único que había en mi era un gran emoción, miré a todas las personas que estaban en el teatro y sonreí pensando ´Todas estas personas están aquí para verte a ti`
Se acercó al gran final, era una parte en la que mis dedos se movían tan rápido que ni siquiera yo misma sabía que podía tocar tan rápido, al final todos se levantaron y nos aplaudieron, el telón se cerró y yo sonreí satisfecha.
Ni siquiera me había equivocado en ningún acorde.
“Lo hiciste genial Olivia, fue una noche excelente gracias a ti”, dijo Edward acercándose a mí.
“Gracias por la oportunidad Edward”, dije sonriéndole.
Al final se abrió de nuevo el telón y todos los músicos y yo dimos los agradecimientos, nos tomamos de las manos e hicimos el típico saludo de cortesía.
Vi a todas las personas y sonreí, jamás me habría imaginado lo lejos que me llevo este viaje a Nueva York, en un año había logrado cumplir uno de mis más grandes sueños que era tocar en un recital de música.
Después de ver a todas esas personas aplaudiendo me dije a mi misma: ´Al fin cumpliste tu gran sueño`
Leonardo celebramos ese gran momento para mí, él me llevo a cenar a un restaurante muy hermoso y romántico, realmente no podía creer lo que había sucedido esta noche.
Al día siguiente recibí un hermoso arreglo de flores de Bradley felicitándome, sonreí muy feliz, Leonardo le contó muy emocionado lo que había sucedido ayer. Me encantaba que Leonardo y yo podíamos disfrutar de los éxitos de cada uno.
“¿Leonardo me necesitaras en las próximas dos horas?”, dije entrando a su oficina.
“Para trabajo no, pero verte y llenar de alegría mi día si te necesito”, dijo haciendo que yo sonriera sonrojara.
“Quiero ir a la oficina de Bradley para agradecerle personalmente por el hermoso arreglo”, dije.
“Claro, puedes ir”, dijo Leonardo sonriéndome.
“¡Gracias!”, dije antes de salir de su oficina.
Tomé mis cosas y salí de la empresa, tomé un taxi y casi una media hora después llegué a la empresa, cuando entre a la empresa me di cuenta de que había una nueva secretaria ella al verme se puso un poco nerviosa, busque mi identificación para mostrársela, cuando llegue a donde estaba ella se la mostré.
“No se preocupe Señorita Baldinelli, no tiene que mostrar su identificación aquí”, dijo sonriéndome.
“Gracias”, dije sonriéndole a ella.
Tomé el ascensor que me llevo hasta la oficina de Bradley, toque la puerta suave y escuche su voz diciendo “Adelante”
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