El innombrable vive en New York -
Capítulo 3
Capítulo 3:
“Si”, dije.
“Perfecto, usted manejara algunas veces cuando sea necesario”, dijo mirándome.
“De ser necesario tendrá que acompañarme a mi casa para terminar algunos documentos, no se preocupe podrá quedarse en la habitación de huéspedes así que le pido que lo tomé en cuenta en su agenda, no se preocupe por las horas de trabajo extras, se le recompensaran el doble, ¿Alguna pregunta?”
Supongo que quiere decir que no tenga planes con amigos en la noche y que preparé una maleta con un pijama.
“No Señor Spinter”, dije segura.
“Señorita Baldinelli. ¿Cuántos años cree que tengo?”, dijo haciendo que yo lo mirara sorprendida.
¿Por qué me preguntaba eso?
Miré detenidamente su rostro, a pesar de que tenía algunas líneas de expresión no creo que fuera demasiado mayor.
“30”, dije haciendo que se escapara una risa ahogada de sus labios y luego me miro con una sonrisa burlona, mis mejillas se empezaron a sonrojar.
“No sé si sentirme halagado u ofendido”, dijo negando con la cabeza.
“Por favor solo dígame Leo o Leonardo, no me diga señor, me hace sentir como si fuera de 40 años”.
“De acuerdo”, dije un poco nerviosa.
Que extraño será llamar a mi jefe por su nombre y no por su apellido.
“Creo que deberíamos de irnos, dentro de unos minutos tendrá su reunión”, dije y él asintió con la cabeza.
Él se levantó de su asiento y salió de la oficina, yo empecé a caminar detrás de él. Después de salir del ascensor nos dirigimos hacia la sala de reuniones, todas las personas que veían a Leonardo lo saludaban respetuosamente, aunque él no respondía nada.
Durante todo el camino vi que todas las mujeres vestían con faldas y blusas de botones muy formales, por un momento me sentí muy incómoda, era la única mujer con jeans y saco en la empresa, por suerte tenía una falda, una blusa formal y unos tacones que podría usar mañana.
Así continuo el resto del día, nos movíamos de un lugar a otro para que él fuera a diferentes reuniones, en la mayoría de las reuniones solamente hablaban de cuales eran de las ventas de los autos.
Termine toda mi jornada laboral hasta las 10:00 pm y llegue a mi departamento casi a media noche por el tráfico, cuando llegué a mi departamento literalmente solo tiré mis zapatos al suelo y me tiré a la cama, puse la alarma para el siguiente día y me quede dormida.
En cuanto tuve el primer espacio libre fui a la tienda de Apple para comprar una iPad y pasar toda la agenda al dispositivo. El último pasillo era bastante misterioso, solamente estábamos la Señorita Smith, mi jefe y yo, nadie más venía a este piso. Empecé a pensar que tal vez era como un gran privilegio estar aquí y empecé a preguntarme como sería estar en los otros pisos.
Miré el escritorio que estaba a unos metros de mí, allí estaba la Señorita Smith contestando algunas llamadas y escribiendo en su computadora, ella era una mujer muy elegante, su cabello siempre estaba recogido en una cola alta y larga, su ropa casi siempre era de colores pastel que la hacían ver a mi gusto muy linda, por todos los colores y diseños de sus cosas sus bolígrafos, carpetas, celular, plantas me di cuenta de que le gustaban los colores pálidos y diseños muy minimalistas.
En ese momento el teléfono en el que suele llamarme para decirme que hacer empezó a sonar, lo conteste:
“Haz una reserva para dos en un restaurante que vaya frecuentemente”, dijo Leonardo en la línea.
“De acuerdo…”, ni siquiera había terminado cuando él ya había colgado, suspire y deje el teléfono donde estaba.
Empecé a ver el registro de reservaciones que se habían hecho hace 15 días para encontrar los restaurantes que más frecuenta Leonardo, encontré uno al que había ido unas 7 veces en todo el mes, llamé a ese restaurante e hice la reservación para dos personas. Supongo que saldría a almorzar con alguien más y me daría tiempo para hablar con la Señorita Smith y conocerla mejor.
Seguí organizando algunos archivos que me había pedido Leonardo, una hora después salió de su oficina y me dijo que regresaría a las 2:00 pm y que podía salir a almorzar en su ausencia.
Cuando lo vi desaparecer en el ascensor sonreí alegre, al fin me podría levantar de este escritorio, vi que la Señorita Smith se levantó y empezó a tomar su cartera, yo hice lo mismo rápidamente y me acerque a ella.
“¿Cómo ha estado Señorita Smith? “, pregunte sonriéndole.
“Hola Señorita Baldinelli”, dijo sonriéndome, pude notar en su expresión un poco de sorpresa, aunque no supe por qué exactamente.
“Muy bien, en un mes ingresaran algunos autos importados desde Europa y debo llevar el registro de todo eso, ¿Qué tal usted?”
“Bien, ya me cometí los primeros errores, pero creo que ha sabido cómo solucionarlos”, dije riendo un poco, ella solamente sonrió.
“¿También irá a almorzar? “, pregunté curiosa.
“Sí”.
Perfecto yo también estaba a punto de ir.
“¿Le parece si vamos juntas? “, dije sonriéndole, pero su rostro cambio a preocupada.
“Lo siento Señorita Baldinelli ya había hecho algunos planes con otros compañeros de trabajo”, dijo un poco triste.
Sonreí un poco incomoda por la situación.
“Está bien, tal vez otro día”, dije sonriéndole.
“Pase buen día”, dije mientras caminaba hacia el ascensor.
Entre al ascensor y empecé a bajar hasta la planta principal, llegué muy rápido porque este ascensor no era utilizado por nadie más que no estuviera en el último piso.
Todavía no me acostumbraba a las miradas curiosas de las personas que me miraban, ni siquiera sé por qué lo hacían tanto.
Camine algunas calles hasta que llegue a un restaurante que no era tan caro como los demás. Mientras comía pensaba que tal vez debería de comprar otro tipo de ropa para ir a la oficina, era la única que iba con jeans y saco a la empresa y empezaba a creer que esa era la razón por la que los demás me miraban de esa forma.
Aunque no creo que sea inadecuado ir así, sino Leonardo ya me habría dicho algo, de todas formas, pensaba comprar al menos un outfit para la oficina, no tenía tanto dinero para comprar más.
Mientras comía los primeros bocadillos de mi comida recibí una llamada de un número desconocido, no lo conteste y seguí comiendo, pocos segundos después me volvieron a llamar, miré con frustración el celular y conteste.
“¿Quién es?”, dije de mala gana y con la boca llena de comida.
“Terminé mi almuerzo antes, necesito que recoja mi nuevo traje en la dirección que le acabo de enviar”, dijo Leonardo.
Abrí los ojos muy sorprendida, estuve a punto de ahogarme con mi propia comida de no haber sido por el vaso de agua que tenía a la par. Ni siquiera dije de acuerdo porque sabía que colgaría la llamada, pero pasaron unos segundos incomodos y él no había colgado la llamada.
Empecé a entrar en pánico porque quizás estaba esperando que le respondiera, me trague rápidamente mi bocado de comida y respondí.
“De acuerdo…”, ni siquiera termine cuando colgó al escuchar mi voz.
Miré fastidiada el celular.
“¿Por qué siempre hace lo mismo?”, dije rodando los ojos.
Termine de comer rápidamente mi comida, pague y tome un taxi para ir a la dirección que me había enviado.
Ni siquiera sabía que él tenía mi número de celular, si en la oficina recibo llamadas de él a cada momento supongo que ahora que tiene mi número personal ni siquiera voy a poder comer a gusto o comprar mi ropa.
Cuando llegué a la tienda entré y fui a la recepción en donde pague el traje y tome las bolsas con la ropa, ni siquiera sabía porque pesaban tanto, mientras esperaba un taxi intercalaba las bolsas en ambas manos para descansar ambas manos porque pesaban un poco ambas bolsas.
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