El innombrable vive en New York -
Capítulo 22
Capítulo 22:
Ambos soltamos un gran g$mido cuando habíamos llegado a nuestro clímax, iba a seguir con mis movimientos lentos cuanto el me giro y se puso encima de mí.
Estando todavía dentro de mi separo más mis piernas para tener mayor acceso a mí y empezó a embestirme más salvajemente, con cada embestida yo soltaba un g$mido más fuerte.
“Leonardo”, dije con la voz muy entrecortada.
“Sigue diciendo mi nombre”, dijo mientras seguía con sus embestidas.
Yo rodee su cuerpo con mis piernas haciendo que yo sintiera mayor satisfacción, Leonardo y yo llegamos a un último clímax y ambos empezamos a respirar con dificultad.
Se acostó a mi lado cuando todavía seguía dentro de mí y empezó a jugar de nuevo con mis pechos, realmente le gustaba hacer eso.
Empecé a acariciar su pecho o más bien admirar su muy bien tonificado pecho, cuando al fin salió de mí, puse mi cabeza encima de su pecho y nos quedamos así hasta que ambos nos quedamos completamente dormidos.
Al día siguiente cuando me desperté me encontraba sobre el pecho de Leonardo, él seguía durmiendo muy tranquilamente.
¿Cómo se puede ser tan malditamente atractivo todavía durmiendo?
Me acomode para poder verlo mejor, acomode algunos de sus cabellos rebeldes y puse mi barbilla sobre su pecho para seguirlo viendo.
“¿Por qué me miras tanto?”, dijo la voz ronca de Leonardo.
“¿Acaso no puedo hacerlo?”, dije.
Él abrió sus ojos azules y me miro, me dedico una media sonrisa y me dio un beso en la frente, él me abrazo y nos quedamos así durmiendo unos minutos más.
“Tenemos que levantarnos, el avión vendrá por nosotros a la 1:00 pm”, dijo Leonardo todavía abrazándome.
“No me quiero levantar, estoy bien así”, dije, él empezó a reír con su voz ronca.
“Yo tampoco me quiero levantar”, dijo detrás de mí.
Vi la hora del reloj que estaba sobre la mesa de noche y eran las 11:00 am.
“Tendremos que levantarnos ya, son las 11:00 am”, dije haciendo que él gruñera y me abrazara más.
“Iré a tomar una ducha”, dije levantándome, él me dejo ir y camine hasta la ducha.
Encendí la regadera y entre en ella, dejé que el agua mojara todo mi cuerpo, estaba a punto de poner el Shampoo sobre mi cuerpo cuando sentí unas manos detrás de mí.
“¿Te ayudo?”, dijo tomando el bote de shampoo.
Leonardo empezó a masajear mi cabello hasta que se hiciera una gran espuma sobre mi cabello, tome el shampoo, tome el jabón y lo empecé a pasar por todo su cuerpo mientras él seguía masajeando mi cabello, cada vez que tocaba su abdomen sentía como si estaba en el mismísimo cielo.
Ambos empezamos a besarnos bajo la regadera y cuando nuestros cuerpos se deshicieron de toda la espuma del jabón. Leonardo me levanto y yo rodee toda su cadera con mis piernas, ambos nos seguimos besando, salimos de la ducha y repetimos todas las cosas que hicimos la noche anterior.
Después de unas horas llegamos al avión privado, cuando el avión ya estaba por los aires y no había nadie cerca de nosotros empecé a provocar a Leonardo, me puse encima de él y en menos de diez minutos ya nos encontrábamos de nuevo repitiendo todo lo que hicimos la noche anterior.
Cuando las cosas se empezaron a poner más salvajes Leonardo se levantó, cerro con llave la puerta para que nadie entrara en donde nosotros estábamos y empezamos a divertirnos una vez más.
…
Después de unas horas de viaje llegamos a Nueva York, el chofer de Leonardo condujo dejándome en mi casa. Cuando estuve en mi departamento me tiré en la cama y mi mente empezó a golpearme con todos los flashbacks de la noche anterior.
Encendí mi computadora y empecé a revisar el correo del trabajo para revisar si Mónica había tenido algún problema o se había comunicado conmigo.
Había recibido unos correos de ella, pero diciéndome que todo estaba bien y que ya tenía los documentos que Leonardo le había pedido, abrí los archivos que ella me había enviado para revisar que todo estuviera en orden, suspiré aliviada al ver que había hecho su trabajo a la perfección y no había ningún error.
Encendí mi celular por primera vez desde que nos habíamos ido de viaje con Leonardo, toda mi alegría se borró cuando vi que tenía muchas llamadas perdidas de mi mamá, tenía al menos 50 llamadas perdidas de ella.
La llamé inmediatamente pero no contesto, llame por segunda vez y ella atendió la llamada.
“¿Qué sucede mamá? ¿Sucedió algo malo?”, pregunte asustada al escucharla sollozar.
“Es tu hermano, ha regresado”, dijo ella.
“¿Y qué sucede? ¿Acaso quiere sacarlos de la casa que yo misma estoy pagando?”, dije mientras sentía como me invadía la rabia.
“No, está gravemente herido en el hospital”, me dijo preocupada.
Abrí los ojos de la sorpresa, no sabía que algo tan malo le pudo haber pasado a mi hermano.
“¿Qué le sucedió?”, pregunte preocupada, mi mamá empezó a sollozar más y ni siquiera logre entender que fue lo que dijo cuándo escuche la voz de mi padre para luego arrebatarle el celular de sus manos.
“Más te vale que estés aquí lo antes posible”, me dijo la voz fría de mi padre a través del celular.
“No sé si pueda salir ahora mismo, estoy muy lejos, pero haré todo lo posible por…”, mi papá me interrumpió.
“¿Acaso no escuchaste que tu hermano se está muriendo?”, me grito desde el celular haciendo que yo me quedara sin palabras.
“Tenemos que pagar los gastos de hospital de tu hermano y a mí ni siquiera me quieren contratar por mi edad y tu madre está muy enferma, así que es tu obligación pagar todo esto”.
Ni siquiera fui capaz de responderle algo, solamente colgué su llamada, agarré mi cabello con frustración.
“¿Por qué siempre tienes que venir a arruinarlo todo Iván?”, dije mientras empezaba a tirar todas las cosas que había en mi habitación.
Trate de comunicarme con Leonardo para decirle que no podría llegar a la empresa, pero no me contestó, le escribí un correo a Carolina para que le informara a él de mi ausencia en la empresa.
Empecé a buscar boletos de avión para regresar a Nashville y para mi suerte encontré uno que salía mañana a las 9:00 am, empaque mis cosas en una maleta y me acosté esperando a que fuera el día siguiente.
Ni siquiera podía cerrar los ojos sabía que una vez que regresara a Nashville mi padre no me dejaría ir tan fácil.
¿Cómo mi vida podía cambiar tanto en cuestión de horas?
Hace unas horas era la mujer más feliz del mundo, en los brazos de Leonardo por primera vez sentí como si nada me faltara me sentí tan completa. Pero luego tuvo que aparecer el estúpido de mi hermano mayor a arruinar las cosas como siempre.
Me tape la boca para ahogar mis gritos de rabia.
Entre llanto y enojo poco a poco me fui quedando completamente dormida.
Al día siguiente tome un taxi que me llevaría al aeropuerto, me tomo una hora de viaje llegar al aeropuerto debido al tráfico que siempre hay en Nueva York. Cuando estaba esperando a que llamaran a los pasajeros de mi vuelo recibí una llamada de Leonardo.
“Perdón no pude contestar ayer porque tuve que leer unos contratos, ¿Sucede algo?”, pregunto.
“Si, surgieron algunos problemas familiares y no podré estar en la empresa y no sé cuánto tiempo”, dije mientras mordía mi labio inferior.
A pesar de todo Leonardo seguía siendo mi jefe y mi ausencia lo podía hacer enfadar.
“Lo siento mucho por no haber contestado antes, puedo hacer que te lleven a Nashville en mi avión privado”.
“No hace falta, ya estoy en el aeropuerto esperando mi avión”.
“¿Quieres que te acompañe?”, pregunto.
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