El innombrable vive en New York -
Capítulo 15
Capítulo 15:
Empecé a imprimir algunos documentos sobre algunos datos administrativos que me había pedido Leonardo, ya casi era la hora de almuerzo así que me apresuré para entregarle los papeles a Leonardo antes de que yo me fuera.
“Aquí están los documentos que me pidió entregarle”, dije entrando a su oficina, él simplemente asintió.
“Regresaré dentro de una hora, iré a almorzar”, dije haciendo que él levantara su vista rápidamente.
“Que rápido pasa el tiempo”, dijo levantándose de su asiento.
“Yo también me voy”, dijo tomando su saco para ponérselo.
“Si”, dije antes de salir de su oficina.
“¡Apresúrate, los demás ya nos están esperando!”, dijo Carolina presionando el botón del ascensor.
“¡Espérame!”, dije tomando mi cartera.
Empecé a correr hacia el ascensor, cuando estuve dentro me di la vuelta y tuve que dar un paso hacia atrás al ver que Leonardo estaba a pocos centímetros de mí.
“Lo siento”, dije haciéndome a un lado.
“No se preocupe”, dijo serio.
El ascensor empezó a bajar hacia la planta principal, Carolina tomó mi mano y la apretó tres veces, yo la mire.
“Harold dijo que nos quería invitar de nuevo”, murmuró Carolina.
“Creo que no sería bueno que él vuelva a pagar”, dije haciendo que Carolina me mirara con el ceño fruncido.
“¿Bromeas?, Es tu novio, como no lo vas a dejar que lo haga…”, Leonardo la interrumpió.
“Señorita Smith”, dijo Leonardo dándose la vuelta para mirarla.
“Si jefe”, dijo ella un poco asustada.
“¿Conoce de algún buen restaurante de comida italiana?”, dijo.
“¿Quiere que le haga una reservación?”, dije rápidamente, pero él negó con la cabeza.
“Bueno… Casi no voy a lugares tan exclusivos como a los que usted está acostumbrado a ir…”, él la interrumpió de nuevo.
“No importa”, dijo y Carolina sonrió.
“Ayer el novio de Olivia nos llevó a un lugar en donde venden comida muy deliciosa y las pastas son muy exquisitas”, dijo rápidamente, yo la fulmine con la mirada.
“Oh, ¿Tiene novio Señorita Baldinelli?”, dijo Leonardo alzando una ceja.
“Bueno no lo somos todavía”, dije un poco tímida.
“¿Vio las flores en su escritorio?”, dijo Carolina y Leonardo asintió.
“Él se las envió”, dijo ella emocionada.
“¿Enserio?”, dijo Leonardo sorprendido.
“Felicidades”, dijo mirándome a mí.
“Gracias”, dije un poco incomoda por la situación.
“¿Carolina donde estaba ese restaurante para que le des la dirección a él?”, pregunte para cambiar de tema.
En ese momento se abrieron las puertas del ascensor y todos salimos, Carolina le estaba dando la dirección y yo empecé a caminar hacia Gabriel y Harold, Carolina y Leonardo me siguieron.
“Buenas tardes, Señor Spinter”, dijeron Gabriel y Harold.
“Es un verdadero honor poder conocerlo en persona Señor Spinter, mi nombre es Harold Evans”, dijo Harold estrechando su mano para saludar a Leonardo.
“Harold ¿Cuál es la dirección del restaurante al que nos invitaste ayer?”, le preguntó Carolina.
“El Señor Spinter quiere conocerlo”.
“¿Enserio?”, dijo Harold sorprendido.
“Bueno, estaba a punto de preguntarles si querían ir de nuevo a ese lugar y si usted lo desea nos podría acompañar”.
“Oh, no creo que el Señor Spinter quiera acompañarnos, tiene una agenda muy ocupada hoy…”, Leonardo me interrumpió.
“Claro, ¿Por qué no?”, dijo Leonardo haciendo que yo lo mirara sorprendida.
“¿Qué esperamos? Vamos”, dijo Harold quien se veía un poco emocionado.
Leonardo se ofreció a llevarnos al restaurante y pidió a uno de sus choferes que nos llevara, el camino fue bastante incómodo para Carolina, Gabriel y yo, ya que ni siquiera hablamos durante todo el camino, mientras que Harold le hablo durante todo el camino sobre sus diplomas y algunas cosas más que había logrado en la universidad.
“Harold actúa como si le estuvieran haciendo una entrevista de trabajo”, dijo Gabriel en susurro.
“Creo que el Señor Spinter ya está aburrido de escucharlo”, dijo Carolina riendo por lo bajo.
Para nuestra suerte llegamos al restaurante, todos nos bajamos de la camioneta, Harold y Leonardo iban al frente y yo caminaba detrás de ellos.
Harold le abrió la puerta para que Leonardo entrara y él estaba tan enfocado hablándole a Leonardo sobre sus títulos que casi me golpea con la puerta de no haber sido porque Leonardo logro detenerla antes de que me golpeara.
“Deberías de tener más cuidado”, dijo Leonardo mirándolo con el ceño fruncido.
“Estoy bien, gracias”, dije entrando al restaurante.
Harold se disculpó conmigo y cuando estábamos a punto de sentarnos Leonardo tomo mi mano disimuladamente guiándome al asiento que estaba a su lado de esta forma Harold no se sentaría junto a él.
“También tuve la oportunidad de viajar a Francia para conocer un poco sobre negocios…”, interrumpí a Harold.
“Aquí están las pastas Señor Spinter”, dije mostrándole mi menú a Leonardo.
“Debería de probar esta, no se arrepentirá”, dijo Gabriel señalándole una desde su menú.
Por suerte Gabriel y Carolina había captado mi indirecta para que ellos empezaran a hablar y así Harold dejara de hablar de él mismo y dejara de aburrir a Leonardo. Gabriel y Carolina empezaron a entretener a Harold para que dejara de hablar con Leonardo.
“¿Siempre es así él?”, me pregunto en voz baja Leonardo.
“Lo siento, tal vez está muy nervioso”, dije avergonzada por la situación.
“Parece como si le estuviera haciendo una entrevista para contratarlo, ni si quiera me encargo yo de hacer eso”, dijo haciendo que yo riera por lo bajo.
“Usted se encarga de mojar en medio de la lluvia a sus nuevos empleados”, dije haciendo que él riera por lo bajo.
“No olvide que usted me rayo el carro, todavía debe pagarme con su tiempo”, dijo escondiendo una sonrisa burlona.
“¿También puede contar este tiempo almorzando?”, dije y él negó con la cabeza riendo.
“Lo tomaría en cuenta si estuviéramos almorzando solos”, dijo haciendo que me sonrojara un poco tome mi bebida para disimular un poco, él solo sonrió negando con la cabeza.
La comida siguió con normalidad y Harold ya no siguió hablando sobre lo mismo, Gabriel, Carolina y Harold tuvieron que regresar en taxi porque Leonardo tenía que regresar a la nueva empresa que él había adquirido y me pidió acompañarlo.
“¿Puedo preguntarle algo personal Señorita Baldinelli?”, dijo Leonardo de camino a la empresa.
“Si”, dije sin ponerle demasiada atención ya que ordenaba la agenda de él para mañana.
“¿Por qué está saliendo con alguien como Harold?”, preguntó haciendo que lo mirara, él me miraba muy concentrado.
“Bueno, todavía nos estamos conociendo”, respondí.
“Oh, ya veo”, dijo posando su mirada en la ventanilla del auto.
“¿Puedo aconsejarle algo?”, dijo mirándome de nuevo.
“¿Sí?”, dije dudosa.
“No debería de estar con alguien como él, usted es una mujer muy hermosa e independiente como para estar con una persona egocéntrica como él”.
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