Capítulo 14:

“¿Y tú?”, pregunto Harold.

“Yo soy de Nashville”, dije.

“¿Sabes cantar?”, pregunto.

“¿Por qué todos me preguntan lo mismo cuando les digo que soy de Nashville?”, dije haciendo que él riera.

“Bueno, he escuchado que la mayoría de las personas de ese lugar tocan la guitarra y saben cantar música country”, dijo riendo.

“Gano un concurso en su escuela por ser la mejor compositora”, dijo Abigail.

“Puede tocar la guitarra y el piano”, dijo Gabriel haciendo que los fulminara con la mirada ambos.

“¿Enserio?”, dijo sorprendido.

“Si, pero tampoco soy la gran cosa”, dije riendo.

“Conozco un lugar en donde hacen karaoke, podríamos ir el fin de semana”, dijo Harold.

“¡Por supuesto! ¡Amamos cantar!”, dijo Gabriel rápidamente.

Después de eso llego la comida y todos empezamos a comer, el almuerzo siguió entre bromas y momento incomodos, al final nos dimos cuenta de que Harold era muy gracioso y amigable, solo basto un almuerzo para que de regreso al trabajo todos fuéramos cantando en el auto.

El fin de semana Harold paso por nosotros a nuestras casas y luego fuimos al karaoke que había mencionado, rentamos un cuarto por 3 horas solo para nosotros y Gabriel fue el primero en romper el hielo y empezó a cantar ´Bad Romance`.

Después de él pasaron Carolina y Abigail a cantar ´Work Bitch` de Britney Spears. Después de ellas pase a cantar ´Black Widow` de Iggy Azalea y Gabriel me acompaño a cantar.

Cuando fue el turno de Harold y el empezó a cantar ´The reason` de Hoobastank, literalmente todos empezamos a gritar la letra de la canción, todos nos sabíamos la letra de corazón.

“Ya regreso, creo que iré a llorar un poco al baño”, dijo Gabriel saliendo de la habitación de karaoke.

“¿Quieren más nachos?”, pregunto Abigail, todos asentimos.

“Te acompañaré”, dijo Carolina levantándose, ambas desaparecieron y solo nos quedamos Harold y yo en la habitación.

“Deberíamos de cantar una canción juntos”, dijo mientras empezaba a buscar una canción en su celular ya que era el que estaba conectado a los aparatos de música.

“Esa me gusta”, dije refiriéndome a ´Yellow` de Coldplay.

“Está bien”, dijo poniéndola.

Ambos empezamos a cantar la canción, Harold realmente cantaba muy bien, en realidad todos cantábamos bien a excepción de Gabriel quien prácticamente gritaba en vez de cantar.

“Look how they shine for you, and all the things that you do”, mientras cantábamos él empezó a acercarse a mí, cuando cantamos la parte final de la canción estábamos a pocos centímetros que hasta podía sentir su respiración sobre mi porque él era más alto.

En ese momento él se acercó más y termino con la distancia que había entre ambos y me beso.

“¿Lo besaste?”, dijo Carolina abriendo mucho los ojos de la sorpresa.

“Cállate”, dije tapándole la boca.

“Ni si quiera lo hice a propósito, solo sucedió”, dije en voz baja mientras entrabamos al ascensor.

“¡Te dije! Bueno en realidad ¡Te lo dijimos!”, dijo muy emocionada en el ascensor.

“Parece que no pierde el tiempo”, dijo guiñándome un ojo.

“Me invito a salir de nuevo este fin de semana”, dije mientras sentía como mis mejillas empezaban a arder.

“Tienes que prepararte, no creo que ahora sea un simple beso”, dijo dándome pequeños golpecitos con su hombro.

“No digas eso”, dije riendo.

En ese momento la puerta del ascensor se abrió y luego salió Leonardo del ascensor, yo corrí rápidamente hacia mi escritorio.

“Buenos días, Señor Spinter”, dijo Carolina cuando él paso a su lado.

“Buenos días”, dijo Leonardo saludándonos a ambas, él entro a su oficina.

“Luego hablamos”, me dijo en murmuro Carolina desde su escritorio, yo solo le asentí y entre a la oficina con Leonardo.

“No sabía que regresaría hoy a la oficina, le traeré su café de inmediato”, dije dándome la vuelta.

“No hace falta, estoy bien gracias”, dijo haciendo que yo lo mirara y le sonriera.

“¿Qué tal ha estado estos últimos días Señorita Baldinelli? No la había visto desde hace un par de semanas”.

“Creo que he estado bien”, dije sonriendo al recordar a Harold.

“Bueno de hecho si he estado bien”, dije sonriendo más ampliamente, lo miré a él y me miraba con el ceño fruncido, yo lo miré preocupada.

“¿Sucede algo malo?”.

“¿Significa que ni siquiera me extraño?”, pregunto alzando una ceja, yo lo miré sorprendida.

“Bueno…”, empecé a balbucear.

“Si claro, a todos nos hizo falta verlo en la empresa”, dije.

“Me preocupo por su opinión, no por la de los demás”, dijo apoyando su mandíbula sobre sus dos manos.

“Si, lo extrañé un poco”, dije mordiendo mi labio inferior con nerviosismo, él sonrió de lado.

“Veo que ha cambiado estos últimos días”, dijo haciendo que yo lo mirara confundida.

“¿A qué se refiere?”.

“Su ropa, recuerdo que solía venir a la oficina con un tipo de ropa más casual”, dijo haciendo que riera.

“Se refiere a mis jeans”, dije riendo.

“Si, me gustaba mucho su estilo casual”, dijo antes de mirar su computadora.

“Gracias”, dije en voz baja.

“¿Tiene planes para ahora en el almuerzo? Si quiere podría acompañarme a almorzar”, dijo mirando la pantalla de su computadora.

“De hecho, ya tengo planes”, dije haciendo que él me mirara un poco sorprendido.

“Oh, de acuerdo”, dijo antes de volver a ver la pantalla de su computadora.

“Puede retirarse, la llamaré si la necesito” yo asentí y salí de su oficina.

“¿Qué es esto?”, dije sorprendida al ver un ramo de flores sobre mi escritorio.

“¡Harold te lo envió!”, dijo Carolina emocionada.

“¿Qué?”, dije sorprendida.

“Tiene una nota, léela”, dijo emocionada.

Rápidamente tome la nota y la empecé a leer en voz alta para que escuchara Carolina.

[Dicen que un ramo de flores siempre hace feliz a una mujer así que compré las flores más bellas que encontré que recordaron a tu belleza, pasa un lindo día, te veo en la noche]

Dije antes de gritar de la emoción.

“¡Que romántico!”, dijo Carolina emocionada.

“¡Lo sé!”, dije tomándole una foto a las flores.

Me senté en mi escritorio y empecé a arreglar las flores en un pequeño jarrón que había comprado semanas atrás.

“Que hermosas”, dije admirando las rosas rojas.

Me acerque a las flores para sentir su aroma y sonreí como niña pequeña, sentí una mirada sobre mí, mire disimuladamente hacia la ventana que daba hacia la oficina de Leonardo quien me miraba con el ceño fruncido, bueno en realidad creo que miraba con el ceño fruncido las flores.

“¿Qué le sucede?”, dije confundida.

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