Capítulo 13:

“Lo es”, admití.

“Te pago $20 dólares si vas a su mesa y le preguntas si quiere sentarse con nosotros”, me dijo Abigail.

“No”, dije riendo.

“¡Qué vergüenza!, ni siquiera se su nombre”.

“Se llama Harold Evans”, dijo rápidamente Gabriel.

“No lo haré”, dije riendo.

“Apuesto a que tiene una novia muy hermosa que parece modelo”, dijo Carolina suspirando triste.

“Es igual a esos tipos apuestos de Wall Street”, dijo Abigail.

“Quiero divertirme un poco así que las reto a mirarlo por 30 segundos seguidos cada una de ustedes, si él las mira que ustedes lo están viendo significa que están destinados a estar juntos”, dijo Gabriel.

“Yo empiezo”, dijo Abigail emocionada.

“Mírame”, dijo mientras pasaban los 30 segundos, pero él no la vio.

“Tu turno Carolina. Empiezas ya”, dijo Gabriel.

Carolina lo empezó a mirar fijamente a los ojos, pero él simplemente seguía comiendo muy tranquilo su almuerzo.

“Mi turno”, dije mientras lo empezaba a ver fijamente, pasaron los 30 segundos, pero no me miro.

“Ni modo, ninguna de ustedes tendrá la oportunidad de estar con él”, dijo Gabriel.

Cuando terminamos de comer todos nos levantamos para ir a pagar.

“Que tonta, dejé mi cartera en la mesa”, dije regresando a la mesa en la que estábamos.

Estaba a punto de hacer el reto de los 30 segundos cuando me di cuenta de que él me miraba directamente a mí, aparte mi mirada de él un poco nerviosa y regresé a donde estaban los demás.

“Creo que gané el reto”, dije acercándome a ellos mientras reía.

“¿Por qué?”, dijo Abigail.

“Cuando regresé por mi bolso lo vi que me estaba viendo fijamente…”, mi voz fue interrumpida cuando escuché una voz detrás de mí.

“¿Podría darme la cuenta de la mesa 19?”, dijo la voz detrás de mí, vi el rostro sorprendida de mis amigos y no tuve que darme la vuelta para saber que Harold estaba detrás de mí.

“¿Pagarías por mi Gabriel?”, dije mientras sentía como mi rostro empezaba a ponerse roja de la vergüenza.

Gabriel estaba aguantando las ganas de no estallar a carcajadas.

“Aquí está el dinero”, dijo dándole el primer billete que encontré en mi cartera y salí del bar.

Cuando me empecé a maldecir mentalmente, de seguro él había escuchado lo que yo dije y ahora pensara que estoy enamorada de él, me acerque a la orilla del pavimento y empecé a esperar que pasara un taxi, en el momento que mis amigos salieron del bar iba pasando uno y nos subimos en el taxi todos.

“¡Qué vergüenza!”, dije cubriendo mi rostro.

“¡Nos preguntó cómo te llamabas!”, dijo Carolina emocionada.

“¿Qué?”, dije abriendo los ojos como platos.

“Nos dijo que le habías parecido muy interesante y que estaba a punto de hablarte cuando te fuiste”, dijo Gabriel.

“¿Por qué te fuiste?”, dijo Gabriel frustrado.

“No les creo”, dije entrecerrando los ojos.

“¡Te juro que no te estamos mintiendo!”, dijo Abigail.

“Te apuesto que cuando te vea en la empresa se acercará a ti para hablarte”, dijo Gabriel dándome pequeños golpecitos con su hombro.

“No lo hará”, dije riendo.

Al día siguiente las cosas sucedieron con normalidad, Leonardo no había llegado una vez más a la empresa, todos estos días había comprado su café solo por si acaso la venia y cuando ya eran las 10:00 am y no había llegado lo recalentaba en el microondas de su oficina y me lo tomaba yo.

“Hoy quiero comer sushi”, le dije a Carolina mientras bajábamos por el ascensor.

“¡Abigail conoce un lugar de comida japonesa que es muy delicioso!”, dijo Carolina emocionada.

Cuando se abrieron las puertas del ascensor abrí los ojos muy sorprendida al ver quien estaba junto a Gabriel.

“No puede ser, es Harold”, dije asustada al verlo.

“Creo que está en la misma planta que Gabriel”, dijo Carolina encogiéndose de hombros.

“¿Vamos?”, dijo saliendo del ascensor.

Tome un suspiro profundo y salí del ascensor y camine hacia donde estaban ellos.

“Lo siento por la demora, perdí las llaves de mi casa”, dijo Abigail llegando al mismo tiempo que nosotras.

“Chicas quiero presentarles a nuestro nuevo compañero, se llama Harold Evans, creo que tal vez alguna de ustedes ya lo conocían”, dijo Gabriel mirándome con una sonrisa burlona, yo lo mire amenazante.

“¡Hola Harold!”, Yo soy Carolina.

“Yo soy Abigail”.

“Yo soy Olivia”, dije un poco tímida, él me sonrió de lado.

“Mucho gusto”, dijo mirándonos a las tres.

“¿Les parece si vamos a comer comida japonesa? Olivia y yo queremos eso”, dijo Carolina.

“Conozco un lugar fantástico de comida japonesa, si les parece podríamos ir allí “, dijo Harold.

“¡Genial, vamos!”, dijo Carolina.

“Llamaré un taxi para que…”, Harold me interrumpió.

“No hace falta, podemos ir en mi auto”, dijo mirándome.

“Ah, claro”, dije guardando mi celular.

Todos empezamos a caminar hacia el estacionamiento de la empresa, Harold caminaba delante de nosotros.

“No puede ser, tiene auto”, dijo Abigail dándome pequeños golpecitos con el hombro.

“Gabriel te juro que te asesinaré después”, dije fulminándolo con la mirada.

“Después me lo agradecerás”, dijo Gabriel guiñándome un ojo.

Llegamos a su auto que era un Toyota Corolla 2019, mis amigos se subieron rápidamente en el asiento trasero obligándome prácticamente a ir en el asiento del copiloto.

“Si quieres puedes poner música”, dijo Harold mientras encendía el motor del auto.

“No, creo que no hace falta…”, Abigail me interrumpió.

“Conecta el bluetooth de mi celular”, dijo Abigail dándome su celular.

Conecte su celular y ella empezó a poner música desde Spotify.

Abigail puso ´Bitch Better Have My Money` de Rihanna y todos empezaron a cantar o mejor dicho empezaron a gritar la letra de la canción.

Harold solo reía al escuchar cantar a los demás y yo los miraba con mucha pena, Harold jamás querrá volver a almorzar con nosotros después de esto.

Llegamos a un restaurante como a los que solíamos ir mis amigos y yo, suspire aliviada al ver que no nos había llevado a un lugar caro. Nos sentamos en una mesa redonda y como ya lo esperaba mis amigos se encargaron de que Harold y yo nos sentáramos a la par.

“¿Y qué te trae a Nueva York?”, pregunto Gabriel después de que todos ordenáramos comida.

“Realmente he vivido toda mi vida aquí en Nueva York, solo terminé la universidad y empecé a buscar trabajo”, dijo Harold.

“Eres el primero que conozco que nació aquí en Nueva York”, dijo Abigail.

“¿Qué hay de ustedes?”, preguntó Harold.

“Carolina y yo somos de California”, dijo Abigail.

“Yo soy de Florida”, dijo Gabriel.

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