Capítulo 132:

“En un momento salgo, solo me pongo los zapatos”, dije.

En el instante que dije eso escuche sus pasos acercarse a la habitación, abrió la puerta y camino hacia mí, se arrodillo frente a mí y empezó a ponerme los zapatos.

“Sé que te cuesta mucho agacharte con ese gran v!entre” sonrió al ver mi gran v!entre de casi 9 meses.

Después de lo que ocurrió el día del cumpleaños de Betty estaba muy asustada de perder a mi bebé, fueron unos meses muy difíciles porque me dijo el médico obstetra de que debía tener mucho cuidado.

Porque podía ser que debido a los golpes la implantación del feto en las paredes de mi útero no se haya dado bien y podría perderlo, he pasado por un control muy exhaustivo durante todo estos meses para que el bebé estuviera sano.

Por otro lado, Leonardo de tanto que golpeo a Ángel lo dejo inconsciente y con la nariz rota, Ángel demando a Leonardo por haberlo golpeado, pero ni siquiera pudo pelear con eso cuando nosotros pusimos una contrademanda por haber golpeado a Jessica y a mí.

El jurada sin duda alguna nos daría las de ganar y más cuando supo que yo estaba embarazada, al final Ángel fue condenado a 20 años de prisión.

Leonardo termino odiando tanto a Ángel que hasta la fecha sigue diciendo que 20 años no serán suficientes para pagar por lo que me hizo.

Desde ese día Leonardo ha sido tan atento conmigo por mi embarazo, llegando a tal punto que a veces ni siquiera yo lo soporto de tanta amabilidad que tiene conmigo, aunque debo de aceptar que hay algo que me encanta es que siempre cumple mis pequeños caprichos de comida

Un día por la madrugada tenía unas enormes ganas de comer un helado de vainilla con caramelo, le dije que quería helado ya pesar de que era de madrugada y él tenía mucho sueño manejo hasta el McDonald más cercano para comprarme mi helado.

Sin duda alguna no me arrepiento de haberme casado con Leonardo Spinter, él es todo un caballero, con casi un año de casados sigue igual de amable y enamorado como el día de nuestra boda.

“Listo” se levantó y me tomó de ambas manos para ayudarme a levantarme de la cama. Yo y este gran v!entre hasta levantarme de la cama era un gran dilema para mí.

Después de que ayude a Olivia a levantarse ella camino hacia la sala, yo camine detrás de ella, la miraba caminar desde atrás y no podía evitar sonreír con ternura al verla.

Su cuerpo tan pequeño y esa gran barriga la hacía caminar un poco extraño, ella se acercó al sofá y luego me miró con el ceño fruncido.

“¿Qué?”, me miro con rostro de pocos amigos

“Llevas viéndome así un largo tiempo ¿Acaso me veo mal?”

“Te ves hermosa”, me acerqué a ella y toqué su v!entre.

“Me encanta como te queda ese vestido”.

“Me siento como un saco enorme de papas”, hizo un puchero y yo la volví a besar.

“Pues para mi te ves como la mujer embarazada más hermosa de todo el mundo”, cuando dije eso sus mejillas se sonrojaron y yo sonreí más.

Me encantaba cuando sus mejillas hacían eso, puse mis manos sobre mis mejillas y las pude sentir calientes.

Durante todo este tiempo del embarazo la seguridad de Olivia poco a poco ha ido cayendo, casi siempre que salimos y tiene que buscar ropa que ponerse es un gran dilema para ella, el verse al espejo y verse tan gorda la hace sentir mal.

A pesar de que ella no me lo dice yo puedo notarlo, siempre trato de recordarle lo hermosa que es y lo poco que me importa que haya ganado un poco de peso durante el embarazo, me case con ella porque la amo no por su cuerpo.

Cada parte de su cuerpo me encantaba tanto, me encantaban sus mejillas rosadas, sus pequeños y redondos pechos, sus caderas, pero en especial esa hermosa barriga que lleva a nuestro hijo.

Tomé de la mano a Olivia y salimos del departamento, tomamos al ascensor para ir al sótano del edificio, abrí la puerta del copiloto para que ella se subiera y fui al lado del chofer paca manejar hacia nuestro destino,

Según Olivia íbamos a ir a visitar a mis padres, pero en realidad pensaba llevarla a otro lugar para darle una sorpresa.

“Pensé que íbamos a la casa de tus padres”, dijo Olivia al ver que no manejaba hacia su casa.

“Cambio de planes”.

“Leonardo” me hablo amenazante y yo solo reí.

“¿Qué amor?”, le respondí con una sonrisa inocente.

“¿Adónde me llevas?”, preguntó.

“¿Por qué? ¿Acaso no confías en mí?”

“Sabes perfectamente que confió en ti, pero desde que estoy embarazada siempre que dices ´Te tengo una sorpresa`, me causa una gran sensación de desesperación por saber cuál es la sorpresa ¡Y no me gusta!”, dijo haciendo que yo riera a carcajadas.

“¿Desde que estas embarazada?”, reí más fuerte

“Tú siempre has sido así, no le eches la culpa a nuestro hijo”.

“Pareciera que lo haces a propósito, desde que estoy embarazada llegas más seguido con esa tonta sonrisa de ´Te tengo una sorpresa, elegí un lugar lejano para decirte la sorpresa para que sufras en todo el camino tratando de adivinar cuál es la sorpresa”, dijo imitando mi voz.

“¿Enserio quieres saber ya la sorpresa?”, alce una ceja y ella inmediatamente asintió con la cabeza.

“¿Segura?”

“Si” respondió segura.

“¿Muy segura?”

“Si” respondió de mala gana.

“No escucho el ´Si amor, quiero saber mi sorpresa`”, imite su voz y ella rio, se aclaró la garganta y tomó mi mano derecha.

“Si amor, quiero saber mi sorpresa” sonrió inocente.

“La sabrás cuando lleguemos”, dije y ella me dio una palmada en el brazo.

“¡Hey! Eso dolió”

“¡Dijiste que me lo dirías!” se quejó.

“Cambié de parecer”, dije encogiéndome de hombros.

“¡Leonardo por favor!” hizo un puchero sacando su labio inferior y juntando sus dos manos frente su rostro, di un gran suspiro y rodé los ojos.

“Bien”, dije y ella sonrió satisfecha.

Me salí del camino y estacioné el auto frente a un mirador que encontramos de camino a la playa, pensaba llevarla a la playa y contarle allí la noticia, pero ella ni siquiera pudo esperar unos minutos más a que llegáramos a la playa.

Me baje del auto y fui a abrirle su puerta, le extendí mi mano y ella la tomó para que yo la ayudara a bajarse.

Caminamos hasta el umbral del mirador, el aire salado soplaba en nuestro rostro y de fondo solo se escuchaban las olas del mar.

“¿Y bien?”, dijo mordiendo su labio inferior.

“¿Recuerdas la primera vez que estuvimos en la playa?”, pregunté y ella asintió.

“En Bora Bora”, respondió.

“Una de las mejores noches de mi vida”, respondí con media sonrisa

“Aunque no se compara con nuestras noches de luna de miel”, la miré y como lo esperaba, sus mejillas estaban sonrojadas

“Es gracioso que a pesar de que has dejado de hacer muchas cosas por tu embarazo nunca has dicho nada de todas las noches que te he hecho el amor aun estando embarazada”.

“¡Leonardo!”, me regaño y yo solo me reí más.

Baje mi mirada a su v!entre y me arrodille frente a ella para darle un beso.

“Tu papá tiene la razón ¿Verdad pequeño Leonardo?” le di un beso en el v!entre.

“Tu papá es el que incita a tu madre a hacer esas cosas hijo”, respondió Olivia y yo empecé a reír.

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