El innombrable vive en New York -
Capítulo 117
Capítulo 117:
En el patio de la casa había un jacuzzi, miré a Leonardo con una sonrisa cómplice,
“Pensaba utilizar el jacuzzi por la noche, ahora tengo una mejor idea”, dijo guiñándome un ojo
“¿Vamos?”, dijo sonriéndome de lado.
Ambos volvimos a salir de la casa y lo empecé a seguir, tomó un pequeño camino que estaba en medio de toda la naturaleza, había unas escaleras hechas con madera, empezamos a bajar por ellas.
Entre más bajábamos más escuchaba el sonido de agua, cuando finalmente llegamos hasta abajo vi una laguna con una cascada, todo el lugar estaba rodeado con muchas flores tropicales de diferentes colores.
Todo este lugar estaba tan alejado de la pequeña cuidad en la que estábamos antes, todo era tan pacífico y solitario, me acerqué a la pequeña laguna y empecé a mojar mis pies en el agua.
“Esto me recuerda al rio en Australia”, dije y él se paró detrás de mí.
“Con la única diferencia de que ahora estamos completamente solos”, dijo susurrándome en el odio.
Me di la vuelta y le sonreí antes de tomar su rostro con ambas manos y besarlo, ambos empezamos a dejarnos llevar por el ritmo de nuestros labios.
Él empezó a bajar lentamente sus manos por mi cintura hasta llegar a mis glúteos los cuales apretó con fuerza haciéndome g$mir un poco.
“Creo que deberíamos de meternos ya o sino terminare cargándote de regreso a casa para hacerte el amor ahora mismo”, dijo sobre mis labios haciendo que yo sonriera.
Me alejé de él y empecé a quitarme la blusa y el short que llevaba puesto quedándome solamente con el bikini que llevaba puesto, Leonardo solo se quitó la camiseta y el jeans negro que llevaba puesto quedándose simplemente en bóxer.
Él me tomo de la mano y empezamos a meternos al agua, caminábamos con cuidado porque había algunas piedras que estaban muy resbaladizas.
Cuando llegamos a un punto en donde ya no podíamos tocar el suelo empezamos a nadar, sumergí todo mi cuerpo en el agua y empecé a nadar hacia la pequeña cascada.
Una vez llegue hasta la cascada saque la cabeza del agua y sentí como la cascada mojaba mi cabeza, debajo de la cascada mis pies alcanzaban a tocar el suelo.
Camine hasta la pared de una gran roca junto a la cascada y recosté mi espalda allí mientras sentía como las gotas de agua que caían mojaban mi cuerpo.
A unos pocos metros de mi estaba Leonardo nadando bajo el agua, cuando salió a la superficie empezó a buscarme con la mirada y cuando me vio empezó a nadar hacia mi dirección.
Cuando salió de la superficie empezó a caminar hacia mí, ver como las gotas de agua se resbalaban sobre su pecho hacia que me quedara sin aire, se veía tan malditamente bien que quería que en este mismo momento me tomara entre sus brazos y no me soltara nunca.
Cuando estuvo frente a mí se acercó lentamente hacia mí y susurro frente a mí rostro. .
“Quiero hacerte mía por el resto del día”, dijo.
“Hazlo”, dije.
Él tomó mi rostro con ambas manos y empezó a besarme desesperadamente, yo puse ambas manos sobre su pecho muy tonificado, empecé a acariciarlo para sentir cada uno de sus músculos.
Se agacho un poco al nivel de mi pecho y me tomo al nivel de los glúteos para levantarme y subirme a una de las rocas que estaban a nuestro lado.
Ahora que estaba sentada en la roca quedaba casi al nivel de su pecho, rodee su cadera con mis piernas y ambos seguimos besándonos.
Mientras me besaba deslizo sus manos hasta mi espalda y allí empezó a desabrochar la pieza de arriba de mi bikini.
Una vez lo desabrocho yo le ayude haciendo el resto del trabajo para que mis pechos quedaran totalmente descubiertos, su sonrisa se agrandó al ver mis pechos.
“Me encantan tus pechos”, dijo antes de buscar uno de ellos con su boca y morder la punta de mi pezón haciendo que yo g$miera un poco.
El siguió jugando con mis pechos, yo eche mi cabeza hacia atrás mientras apretaba mis labios para evitar que los g$midos salieran de mis labios, pero era casi imposible.
“Puedes gritar todo lo que quieras, nadie nos escuchara aquí”, dijo can la voz ronca.
Después de dejar mis pechos pasó sus manos detrás de mi espalda para acercarme a él y besarme en los labios, su boca empezó a caminar de mis labios hasta mi cuello en donde fue dejando un camino de besos hasta llegar de nuevo a mis pechos y seguir con su juego.
Después de estar un largo tiempo en aquella pequeña laguna regresamos a la casa cuando el día ya se empezaba a poner oscuro, él y yo caminábamos de la mano.
Cuando llegamos a la casa él se dirigió a la cocina y yo lo seguí.
“¿Te parece si celebramos esta última noche con un poco de vino?”, dijo sacando una botella de uno de los muebles de la casa.
“Me parece”, dije recostando mis codos sobre el desayunador para verlo.
Leonardo se dio la vuelta para buscar dos copas entre los gabinetes de la cocina, mordí mi labio inferior al ver su gran espalda descubierta y musculosa, ahora mismo quisiera escribir mi nombre sobre ella.
Sin dudarlo un segundo más me acerque, él al principio me miro un poco confundido, tomé su rostro con ambas manos y lo acerque a mí para besarla, él sonrió sobre mis labios y me siguió besando.
Las cosas se empezaron a poner un poco salvajes, él me tomó por los glúteos y me levantó para ponerme sobre uno de los muebles.
Abrió mis piernas para hacerse un hueco entre ellas y estar más cerca de mí, su boca paso a mi cuello y yo estiré mi cabeza hacia atrás, al empujar uno de mis brazos accidentalmente boté una de las copas.
“Lo siento”, dije preocupada al ver que habían caído los cristales muy cerca de Leonardo.
Me bajé cuidadosamente del mueble y tomé una escoba para quitar todos los cristales rotos.
“¿Te hiciste daño?”, pregunté.
“No, por suerte no estaba descalzo”, dijo, se acercó a mí para ayudarme a recoger los cristales rotos
“Creo que mejor deberíamos de beber el vino ya antes de que rompamos la botella”, dijo en tono burlón
“¿Bebemos en el jacuzzi?”, preguntó tomando otras dos copas.
“Está bien, solo botaré esto”- dije tomando la bolsa con los cristales rotos
“Te espero allá”, dijo antes de salir con las dos copas y el vino.
Salí por la puerta principal para ir a botar los cristales en el basurero que estaba afuera de la casa, me di cuenta de que ya todo el cielo estaba muy oscuro.
Lo único que se veía era oscuridad alrededor de toda la casa debido a todos los árboles, a pesar de que ahora mismo todo el ambiente parece sacado de una película de terror no me daba miedo, al contrario, sentía una gran tranquilidad.
Estar alejada de toda la cuidad y de todo el ruido, una brisa fría choco contra mi cuerpo haciendo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo, me abrace a mí misma para darme un poco de calor.
Mire por última vez el cielo estrellado antes de entrar nuevamente a la casa.
Camine hacia la parte trasera de la casa y me acerque sigilosamente a una ventana que daba hacia el patio trasero en donde estaba Leonardo quien ya estaba dentro del jacuzzi con su cabeza recostada hacia atrás y con los ojos cerrados disfrutando del agua caliente y de las burbujas del jacuzzi,
Me alejé de la ventana y empecé a quitarme toda la ropa, cuando estuve completamente desnuda abrí sigilosamente la puerta corrediza del patio,
Leonardo todavía se encontraba relajado y con los ojos cerrados, seguí acercándome con mucho silencio y tomé la botella con vino y empecé a servir el vino, él escuchó cuando empecé a servir el vino y abrió los ojos.
“Me encanta esta casa, podría quedarme aquí toda la…” sus palabras quedaron en el aire al verme.
“A mí también me gusta”, dije muy tranquila.
Tomé ambas copas y caminé hacia el jacuzzi con ellas, sus ojos estaban encima de mí, él me miraba con un poco de asombro y lujuria. Empecé a meterme lentamente al agua mientras miraba con una media sonrisa a Leonardo.
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