El innombrable vive en New York -
Capítulo 104
Capítulo 104:
Leonardo fue muy compresivo conmigo y me ayudó mucho con Jessica, en primer lugar, me ayudó a conseguir a uno de los mejores abogados de Nueva York para tramitar los papeles de divorcio, sin duda alguna Ángel se arrepentiría tanto de todo lo que le hizo a Jessica.
Cuando llegamos a Nueva York llevamos a Jessica a mi departamento y la deje que se quedara allí, de todas formas, ni siquiera iba a quedar allí porque yo me iba a mudar al departamento de Leonardo.
“Espero que esto sea suficiente para ti y tus hijos”, dije una vez entramos al departamento,
“Olivia por Dios, ¡Esto es más que suficiente!”, dijo entrando al departamento y mirándolo muy sorprendida
“En serio, no sabes cuanto te lo agradezco”, dijo abrazándome.
“Toma esto es tuyo”, dije entregándole unas llaves de un auto de la empresa.
“Olivia esto es demasiado”, dijo sorprendida.
“Nueva York es enorme, no pensaras caminar más de 20 calles solo por ir a comprar la leche para tu bebé”, dije alzando una ceja
“Por favor tómalo”, dije tomando su mano y dándole las llaves.
“Está bien”, dijo ella
“¡Pero no creas que lo utilizare siempre!”
“Me conformo con que aceptes las llaves” dije estirando mis manos inocente.
“¡Mamá mira la cuida!”, dijo Betty jalando a su mamá para que viera la vista a través de las ventanas.
“Es muy hermosa cariño”, dijo Jessica cargando a su hija mientras se acercaba a la ventana
“Pronto empezaras a estudiar aquí Betty”, dijo dándole un beso en la frente.
“¡Gracias, Tía Olivia!”, dijo Betty.
Jessica bajó a la pequeña niña y ella corrió hasta mis brazos.
“¡Ven aquí cariño!”, dije cargándola para darle vueltas en el aire, la niña solo reía en mis brazos.
“¿Hay algo en que pueda ayudarte? Se cocinar, planchar…”, la interrumpí.
“Tú solo preocúpate por tus hijos, lo demás déjalo en mis manos”, dije sonriéndole.
“Gracias Olivia, también muchas gracias a Leonardo, sé que él también te ayudara a ti con todo el proceso del abogado, no sé qué habría hecho sin ustedes dos”, dijo mirándome muy conmovida.
“Saldrás de esto ya verás”, dije segura.
En ese momento escuchamos unos pasos acercándose al departamento, entraron unas personas de la mudanza y después entró Leonardo.
“Solo esas cosas faltaban de la mudanza”- dijo Leonardo viéndonos a ambas.
“Muchísimas gracias, Señor Spinter”, dijo Jessica.
“De nada”, dijo él con una media sonrisa
“La Señorita Jessica les dirá donde dejar las cosas de la mudanza” les dijo Leonardo a los hombres.
“Está bien Señor Spinter”, dijo uno de los hombres.
“Jessica nosotros tenemos que irnos porque tenemos una reunión en la empresa ¿Necesitas algo más?” pregunte y ella negó con la cabeza.
“Ya han hecho todo lo necesario”, dijo ella con una gran sonrisa
“Está bien, nosotros nos iremos entonces”, dije y ella asintió
“Adiós pequeña Betty”, dije dándole un beso en la mejilla a la niña.
“¡Adiós, Tía Olivia!”, dijo abrazándome, la baje al suelo y ella corrió hacia Leonardo
“¡Adiós, Tío Leonardo!”
“Adiós pequeña”, dijo Leonardo abrazándola.
“Adiós Jessica, nos veremos luego”, dije caminando hacia la puerta.
“¡Adiós, gracias por todo!”, dijo Jessica.
Leonardo y yo caminamos por el pasillo y subimos al ascensor para ir al sótano en donde esta él auto de Leonardo.
“Olivia”, dijo Leonardo y yo lo miré.
“¿Mm?”, dije.
“Te admiro tanto”, dijo con una media sonrisa.
“¿A mí? ¿Por qué?”, pregunté confundida.
“Tienes un gran corazón y eres tan buena con las demás personas, y no esperas nada a cambio”, dijo sonriéndome
“Espero algún día ser tan bueno como tú”.
“Para mí tú ya eres el mejor”, dije acercándome a él para besarlo.
“Hasta tu presencia hace que mi corazón se intimide y se sienta como si no he hecho nada bueno en esta vida”, dijo sobre mis labios.
“Tu corazón tiene como rehén al mío”, dije riendo.
“Mm, creo que ese ha sido mi crimen favorito”, dijo tomando mi mano y dándole un beso.
Salimos del ascensor y caminamos hacia el auto de Leonardo, él como todo un caballero camino hasta la puerta del copiloto y la abrió por mí, luego se subió al lado del conductor.
Él empezó a conducir para ir a mi empresa, yo encendí la radio y busqué alguna canción, cuando encontré una que me gustó empecé a tararearla.
“Extrañaba escucharte cantar en el auto”, dijo Leonardo, me acerqué a él para darle un beso en la mejilla.
“No sabes lo mucho que estoy de agradecido con tu amiga”.
“¿Por qué?”, pregunté confundida.
“Gracias a ella, ahora mi novia se mudará a vivir conmigo”, dijo con una sonrisa maliciosa
“Es una lástima que tengamos una reunión, habría seguido con lo que dejamos pendiente la noche anterior”, dijo con tono pícaro.
“Seguiremos con esos asuntos más tarde”, dije guiñándole un ojo.
Unos minutos más tarde llegamos a la empresa, ambos nos bajamos del Audi rojo de Leonardo, sonreí al ver que todavía tenía el rayón en toda la parte lateral del auto.
“¿Cuándo piensas quitarle ese rayón al auto?”, dije con tono burlón.
“Por mi está bien que se quede así, cada vez que lo veo me trae buenos recuerdos”, dijo tomándome de la mano para entrar a la empresa.
“¿Buenos recuerdos?”, dije riendo
“¿Te recuerda a cuando me mojaste?”, dije alzando una ceja.
“Me recuerda a que debes pagarme el rayón con tu tiempo, pero no lo has estado haciendo últimamente”, dijo pronunciando las palabras muy cerca de mi rostro
“Esta noche, no hay excusas”, dijo susurrándome al oído haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera.
Ambos entramos a la empresa, todas las personas al vernos tomadas de las manos empezaron a murmurar cosas y nos saludaban con mucho respeto.
“Buenos días, Señorita Baldinelli y Señor Spinter”, dijo la recepcionista, ambos la saludamos y después entramos al ascensor. ‘
“Uf, que presencia más intimidante la que provoca Señorita Baldinelli al entrar a su empresa”, dijo Leonardo cuando estábamos en el ascensor
“Me encantaría ser tu asistente personal para recibir órdenes tuyas todo el día”, dijo acercándome a él para besarme.
Ambos nos empezamos a besar muy apasionadamente, él empezó a acariciar mis muslos, sus manos cada empezaban a subir más, pero se detuvo cuando escucho el sonido del ascensor anunciando que ya habíamos llegado a nuestro piso.
“Esta noche no te escapas”, dije susurrando sobre mis labios.
Ambos nos separamos y yo arregle mi vestido antes de que las puertas del ascensor se abrieran, cuando se abrieron ambos salimos y caminamos hacia la sala de reuniones en donde ya nos esperaba mi hermano.
“Vaya hasta que al fin llegan, ¿Acaso no me escucharon cuando dije una reunión urgente?”, dijo Iván frunciendo el ceño.
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