Capítulo 101:

“¿Quieres bailar?”, dijo sonriéndome.

“Por supuesto”, dije tomando su mano.

Sentí su cálida mano sobre la mías, casi inmediatamente cuando toqué su mano sentí como una descarga de energía que recorrió todo mi cuerpo, él me guio hasta el centro, tomó una de mis manos y con la otra me tomó de la cintura.

Con los violines de fondo y nosotros bailando bajo candelabro de cristal se sentía como si estuviéramos en la época victoriana, era una escena como sacada de una película romántica.

“Te ves muy hermosa”, dijo susurrándome en el oído, su voz hizo que me estremeciera

“Se te ve muy hermoso el vestido que te compré”.

Ambos nos mirábamos a los ojos y nos sonreíamos, sentía que mi corazón se iba a salir de mi pecho, su sonrisa era tan hermosa que no la cambiaría por nada en el mundo, puse mi cabeza sobre su pecho y cerré mis ojos mientras ambos seguíamos bailando al ritmo de la música.

“No sabes lo enamorado que me siento de ti” su voz sonó muy ronca

“No sabes cuánto te amo y tampoco sabes lo feliz que soy que hayas huido conmigo de Australia”.

“Pensé que ya no te encontraría ese día después del recital”, dije.

“Me quede un rato esperando en mi asiento, pero vi que te fuiste a la parte trasera del escenario, intenté buscarte, pero no te encontré en ningún lado, me resigne a pensar que tal vez no querías verme entonces me fui a una de las salidas del teatro” él rio negando con la cabeza

“Cuando estaba allí en la salida una idea tonta invadió mis pensamientos”.

“¿Qué pensabas?”, pregunté interesada.

“De que tal vez debía volverte a secuestrar y esta vez no dejarte ir”, dijo riendo.

“Yo también te estuve buscando, pero no te encontré, mi última opción era que tal vez estuvieras cerca de la salida o que tal vez todavía podría encontrarte entre las personas que caminaban fuera del teatro, para mi suerte estabas allí parado cerca de la salida”, dije sintiendo como mis ojos se empezaban a aguadar

“Ni siquiera sabía si todavía me querías, yo solo corrí hacia ti”, dije y Leonardo me miro con tanta ternura que hacía que mi corazón se sintiera tan conmovido.

Él me sonrió y me dio un beso, cuando se alejó un poco de mi pude ver como sus ojos estaban cristalizados como si quisiera llorar.

“¿Estás bien?”, dije sonriéndole al ver como se resbalaban unas pequeñas lagrimas por sus mejillas,

“No puedo evitar sentirme tan vulnerable ante una mujer tan delicada y hermosa como tú”, dijo tomando una de mis manos para darle un cálido beso.

Él se alejó un poco de mí yes hizo una señal a los músicos, ellos empezaron a tocar otra canción, Leonardo me sonrió por encima de su hombro vi como entraban a la sala mis papás, Iván y sus padres, lo miré sorprendida.

Todos nos miraban con una gran sonrisa y muy emocionados.

“¿Qué es esto?”, dije mientras sentía como mis ojos aguadaban y se empezaban a llenar de lágrimas,

“Te amo tanto Olivia Baldinelli, no me imagino un futuro que no sea a tu lado, ni siquiera puedo imaginarme un día en el que no sea feliz gracias a esa hermosa sonrisa que se dibuja en tu rostro cada vez que mis labios te dicen te amo. Quiero pasar el resto de mis días a tu lado, quiero envejecer a tu lado, quiero gritarle a todo el mundo lo mucho que te amo y lo mucho que me harías feliz si te quedas a mi lado” con cada palabra sentía que mi corazón se aceleraba cada vez más

Leonardo sacó una pequeña cajita azul oscuro de su saco y se arrodillo ante mí.

“Leonardo”, dije cubriendo mi boca mientras sentía como las lágrimas empezaban a salir de mis ojos.

Estando arrodillado mi miro con una gran sonrisa, sus ojos estaban rojos y se veía muy conmovido.

“Olivia Baldinelli ¿Te casarías conmigo?”

Mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho y mi respiración se había acelerado, si esto es un sueño espero no despertar nunca.

“Si”, dije emocionada.

Todos nuestros invitados que antes habían estado escondidos comenzaron a aplaudir escuche hasta un grito de emoción de Iván.

Leonardo se levantó y me puso el anillo.

Era un anillo con tres hileras de diamantes pequeños y en el centro astilla el diamante principal, un gran diamante que brillaba conforme yo movía mi mano.

Leonardo se acercó a mí y me beso en los labios, ambos estábamos muy conmocionados, porque ambos estábamos derramando lágrimas de felicidad, cuando terminamos de besarnos él me abrazó y me dio un beso en la frente.

“No sabes lo feliz que estoy”, dijo en voz baja.

Nuestros invitados se acercaron y nos empezaron a felicitar.

“Pensé que irías a la fiesta de la Señora Bonnie”, dije abrazando a mi mamá.

“Leonardo lleva preparando esta cena desde hace tres días”, dijo mi mamá con algunas lágrimas en su rostro

“Es un gran hombre, me alegro de que lo hayas aceptado”.

“Felicidades hermanita”, dijo Iván acercándose a mí.

“No puedo creer que tú también lo supieras”, dije reprimiendo mis ganas de llorar.

“Papá y yo tuvimos una gran charla de hombre a hombre con él, al final lo aceptamos como parte de la familia”, dijo Iván y yo lo abrace fuertemente

“Espero que sean muy felices”.

“Gracias Iván”, dije mientras lo seguía abrazando.

“Mi Olivia”, dijo mi papá detrás de mí, yo me separé de Iván y lo miré a él

“Ya no eres mi pequeña niña, ahora eres toda una mujer”, dijo a punto de llorar, lo abracé fuertemente.

“Siempre seré tu pequeña”, dije llorando sobre su pecho

“Te amo papá”.

“Yo también te amo mi pequeña Olivia”, dijo dándome un beso en la frente

“No se cómo paso el tiempo tan rápido, apenas siento que ayer te cargaba sobre mi espalda para llevarte a la escuela y ahora ya eres una gran mujer”, dijo con su voz entrecortada.

“Recuerdo que me cargabas de camino a la escuela para que no me ensuciara mis zapatos y siempre llegara impecable a la escuela”, dije tomando su mano

“Te amo papi”.

“Te amo hija”, dijo abrazándome de nuevo.

Cuando nos separamos vi a los padres Leonardo esperando felicitarme, mi papá me dio un último beso y me dejo libre para que hablara con los padres de Leonardo.

“Nos alegra que ahora vayas a ser parte de nuestra familia”, dijo Marianne acercándose a mí para abrazarme.

“Muchas gracias, Marian”, dije.

“Felicidades Olivia, puedes contar con nosotros para lo que quieras, ahora todos somos una familia”, dijo Collin.

“Gracias Collin, aprecio mucho sus buenas intenciones”, dije sonriéndoles a ambos.

Los meseros trajeron el pastel que mi mamá había estado preparando y le sonreí muy emocionada.

“Es nuestro pastel”, dije emocionada.

“Espero que te guste mucho”, dijo pasando una mano alrededor de mi para abrazarme.

“¡Por supuesto! No sabes lo emocionada que estoy por probarlo”, dije.

“¿Hacemos los honores?”, dijo Leonardo tomando un cuchillo para partir el pastel, yo asentí.

Ambos tomamos el pastel y lo partimos, ambos servimos las porciones de pastel y después probamos juntos nuestra rebanada de pastel.

“Esta delicioso”, dijo Leonardo saboreando el pastel

“Tu mamá tiene unas manos mágicas”.

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