Capítulo 100:

“Regresaré por ti en la noche”, dijo Leonardo.

“Está bien”, dije.

Ellos se fueron de la cocina y minutos después escuche como salían por la puerta principal de la casa.

“¿Qué hago ahora con las fresas?”, dije cuando ya las había lavado.

“Debes partirlas así”, dijo tomando una partiéndola por la mitad desde las hojitas de la fresa.

“Está bien”, dije, tomé el cuchillo empecé a partirlas tal y como mi mamá me había dicho

Ni siquiera fui consciente en que momento de mi mamá había terminado de ponerle toda la crema chantilly al pastel, sino hubiera visto como ella estaba preparando el pastel diría que ese pastel lo habría comprado en una tienda.

Con la manga pastelera empezó a hacerle algunos detalles al pastel y como por último le pusimos las fresas al pastel.

“Se ve tan delicioso que me gustaría probarlo ahora mismo”, dije a punto de tocar el pastel, pero mi mamá me dio una pequeña me pego suavemente en la mano para que no tocara el pastel.

“Todavía no está listo, debe endurarse un poco, así que lo dejaremos en la heladera”, dijo tomando el pastel y metiéndolo a la heladera.

“Pues yo lo veía bien”, dije cruzándome de brazos.

“Estará listo hasta la noche”, dijo

“¿No dijo Leonardo que pasaría por ti en la noche?”, preguntó mi mamá viendo la hora.

Miré la hora de mi celular y vi que ya eran las 5:00 pm.

“Creo que iré a ducharme y me vestiré”, dije y ella asintió.

Subí a la habitación que compartíamos Leonardo y yo y tomé una ducha, cuando salí de la ducha busqué algo para ponerme esta noche.

Normalmente cuando él me invitaba a cenar siempre íbamos a lugares muy elegantes, elegí un vestido que el mismo Leonardo había elegido para mí cuando estábamos en Australia.

Era un vestido color rojo grosella con un corte tipo ´V` de la parte de enfrente es más corto, pero de los lados y la parte de atrás era largo. Me puse unos tacones negros y unas argollas plateadas.

Mientras me maquillaba mi mamá toco la puerta y entró.

“Iré a una fiesta que ha organizado la Señora Bonnie por la graduación de su nieta”, dijo mi mamá desde la puerta.

“Está bien”, dije sonriéndole.

“Por cierto, te ves muy linda, te amo”, dijo mi mamá.

“Yo también te amo”, dije sonriéndole.

Ella salió de mi habitación y la escuché bajar las gradas, a los pocos minutos la escuché salir de la casa.

Me hice unas pequeñas ondas en las puntas de mi cabello y me puse un labial color rosa pálido.

Mientras me terminaba de arreglar recibí un mensaje de Leonardo, lo leí.

[Leonardo: Ven a esta dirección]

Fruncí un poco el ceño, él había dicho que pasaría por mí en la noche y ahora me enviaba una dirección, abrí el mapa para ver donde estaba ese restaurante y estaba un poco alejado de la cuidad, a 45 minutos para ser exactos, jamás había ido a ese restaurante.

Tomé el celular y le hablé, pero no contestó mi llamada.

Tomé mi bolso y bajé a la primera planta, tomé las llaves de mi auto y me subí al auto, puse mi celular en el soporte de celulares del auto y puse el mapa con las indicaciones hacia el restaurante.

Salí de casa y empecé a manejar de camino hacia la dirección de Leonardo.

Cuando llegue me estacioné en frente del restaurante, me baje del auto y camine hacia la entrada del restaurante.

“Buenas noches, Señorita Baldinelli, por favor sígame” me dijo uno de los meseros al verme entrar al restaurante.

“Gracias”, dije un poco sorprendida.

Cuando entramos me di cuenta de que todas las mesas estaban vacías, no había nadie más a excepción de los meseros.

“Esta es su mesa, que disfrute de la velada”, dijo el mesero antes de alejarse.

Mientras esperaba sentada escuché unos pasos acercarse hacia mí, miré hacia el lado izquierdo y vi que Leonardo caminaba hacia mí.

Él me sonrió al verme, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla después se sentó frente a mí.

“¿Reservaste todo este lugar solo para nosotros?”, dije sorprendida.

“Lo mejor para mi chica”, dijo y yo sonreí un poco sonrojada.

“Estaba muy deliciosa la comida”, dije cuando habíamos terminado de comer ambos

“¿Recuerdas el primer día que llegaste a la empresa?”, preguntó mirándome con una media sonrisa.

“¿Cómo olvidarlo? Un idiota me empapo de agua en mi primer día”, dije y él empezó a reír.

“No pensaba en ese día, pero tienes razón, ese fue el primer día, ¿Qué hiciste después de que te empapara?”

“Me fui a casa muy enfadada, tenía unas enormes ganas de encontrarme ese auto otro vez para rayarlo”, dije.

“Y al final lo encontraste”, dijo y yo empecé a reír

“No sabes lo avergonzada que me sentí ese día cuando vi que bajaste la ventanilla del auto y te vi dentro del auto, pensé que me ibas a despedir o demandarme”.

“Como note conocía admito que pensé que tal vez estabas loca”, dijo con una sonrisa burlona.

“Yo también habría pensado lo mismo, solo piensa, un desconocido se acerca a tu auto y se empieza a reír con una gran emoción de lo que acaba de hacer, por cierto, ¿Por qué no me despediste ese día?”, pregunté curiosa.

“Me pareció divertida la situación y como ya te había visto antes en Nashville quería conocerte un poco más”, admitió Leonardo.

“Por cierto… ¿Recuerdas el día que me doblé el tobillo en la oficina?”, pregunté y él asintió en la oficina.

“Ni siquiera vi cuando te caíste, solo vi cuando estabas en el suelo, creo que fui muy cruel por no haberme levantado a ayudarte”, dijo avergonzado.

“¿Por qué no me ayudaste?, pregunté.

“Pensé que te habías caído a propósito para que yo te ayudara entonces hice todo lo contrario, me quede sentado viéndote”, dijo riendo

“Lo siento, tal vez fue porque había visto 50 sombras de Grey el día anterior, Anastasia se cae cuando entra a la oficina y su jefe la recoge”, dijo y yo me empecé a reír.

“Cuando regresé a mi escritorio dije unas cosas ¿Entendiste lo que dije?”, dije apretando mis labios para no reírme.

“Cuando saliste de la oficina te seguí con la mirada, vi que te sentaste en tu silla y empezaste a acariciar tu tobillo, allí me di cuenta de que no lo habías hecho a propósito, miraste muy enfadada hacia el interior de mi oficina y dijiste ´Maldito presumido`”, dijo y yo lo miré muy sorprendida.

“¿En serio entendiste lo que dije?”, dije riendo.

“Si”, dijo riendo

“Si soy sincero, me dio un poco de gracia, sabía que ya me habías insultado mentalmente y tal vez habías pensado en voz alta”.

“Esa fue la primera vez que pensé que me ibas a despedir y después sucedió lo del auto y allí pensé que estaba frita”, dije.

En ese momento las luces bajaron un poco su intensidad y empezaron a sonar unos violines, miré hacia la dirección de dónde provenía la música y encontré a cinco personas vestidas con trajes elegantes tocando delicadamente el violín.

Miré a Leonardo sorprendida y le sonreí, seguí mirando a los músicos, Leonardo se levantó de su asiento y camino hacia mí. Cuando estuvo frente a mí me sonrió y estiró su mano.

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