El destino de Tiana -
Capítulo 82
Capítulo 82:
POV: Tiana
Mi padre se había mudado definitivamente al palacio y estaría presente en la ceremonia de apareamiento. No podía pedir nada más.
En los últimos días, había recibido regalos de varios Alfas y Lunas, así como Ryder. Todas las manadas estaban esforzándose para recibir una invitación a la ceremonia. Sin embargo, Ryder descartó a la mayoría de las manadas occidentales, a pesar de mis súplicas.
Tal y como estaba la situación, la realeza dejaría de lado a los lobos occidentales por un buen tiempo, tal vez para siempre. Layla también me ayudaba mucho con los preparativos, pero se veía distante y había perdido mucho peso.
Al parecer, Louis no había seguido el consejo de Elsie y aún no definían su relación. Mi amiga no quería hablarme del tema, así que no pensaba obligarla.
Conocía a Layla durante casi toda mi vida y nunca la había visto afectada por un hombre como lo estaba con Louis. A pesar de que no tenía suerte con las relaciones, siempre olvidaba con facilidad.
Según ella, un día era demasiado tiempo para lamentarse por una ruptura. Sin embargo, dudaba que pudiera olvidarse pronto de Louis. No me parecía extraño, ya que eran pareja.
Estaba segura de que se sentiría así por mucho tiempo, pero deseaba que al menos me lo contara.
Acababa de secarme el cabello y meterme a la cama cuando Ryder entró. Si bien intentó ser silencioso, hizo mucho ruido mientras se alistaba para dormir.
Tras unos minutos, se metió a mi lado y me abrazó la cintura para acercarme a él. Cuando me acurruqué contra su pecho, un suave g$mido escapó de sus labios.
Ryder también había estado entrenando mucho, por lo que no dudaba que vencería a cualquiera que se atreviera a desafiarlo por su título. No obstante, seguía asustada.
Nuestros sentimientos estaban conectados. Cuando él se enojaba, yo también me enojaba. Cuando él sufría, yo también sufría.
Ryder enterró su rostro en mi cuello y aspiró mi aroma.
“Hueles tan bien”, gim!ó.
Me volví para mirarlo y acomodé un mechón de cabello detrás de su oreja. “Mañana no tienes que pelear con tu padre”, murmuré.
Él suspiró y me soltó la cintura.
“Ya hemos hablado de esto”, se quejó.
Yo ya había aceptado la idea que debía luchar con quienes lo desafiaran, pero no tenía que hacer lo mismo con su padre. No obstante, él era terco y nunca cambiaba de parecer.
“¿Cuál es la necesidad? Ya es bastante malo tener que verte pelear y no hacer nada, pero no obtendrás ningún beneficio si peleas con tu padre. ¿Qué ganarás si lo golpeas hasta matarlo? ¿O viceversa?”, espeté.
Ryder volvió a suspirar.
“El hecho de que él haya adoptado una nueva actitud no significa que pueda cambiar todo lo que hizo en el pasado”.
“Está viejo, Ryder. ¡Te recuerdo que tu velocidad y tu edad no pueden compararse con las suyas!”, exclamé.
Él se quedó callado, tan callado que temí haber dicho las palabras incorrectas.
“No hables más de él”, murmuró presionando sus labios contra mi frente.
Elsie y Layla me habían sugerido que organizara una despedida de soltera, pero Ryder se negó.
No estaba segura de cuáles eran sus miedos, pero él solía ser muy anticuado. Habíamos hablado sobre todo lo que sucedía en las despedidas de soltero y de soltera, y entonces me di cuenta de que no había forma de ganar la discusión.
Incluso llegó a sugerir que, si deseaba organizar una fiesta, tendría que hacerlo dentro de estas cuatro paredes y él debía estar presente.
Ni siquiera consideró organizar fiestas separadas, por lo que decidí olvidarme del tema. En todo caso, yo debería haber sido la preocupada.
“¿Qué puedo hacer para que cambies de opinión?”, murmuré coquetamente.
“¿Mi padre te pidió que hicieras esto?”, preguntó.
“No, no. ¿Por qué lo haría?”. Respondí.
Los licántropos eran hombres orgullosos. El Rey jamás intentaría evadir una pelea. El único inconveniente era que su hijo estaba involucrado; y dar a conocer al público que padre e hijo estaban en desacuerdo, les daría a nuestros enemigos una razón para atacar.
“Bueno, hay algo que puede hacerme cambiar de opinión”, dijo Ryder con un guiño.
Me reí entre dientes ante su tono seductor.
“¿Y qué es, mi Rey?”, pregunté deslizando mis índices por su pecho.
“Un pequeño baile de striptease”, declaró con voz ronca.
“¡¿Qué?!”, Me quedé helada.
“Ya me escuchaste, cariño”, afirmó con una amplia sonrisa.
“¿Hablas en serio, Ryder?”. Mis mejillas no tardaron en ruborizarse.
En lugar de responder, él me hizo un puchero.
La habitación estaba tenuemente iluminada, así que cuando me paraba, apenas podía ver su rostro. Pero eso me daba más confianza. Me quité lentamente mi bata mientras me levantaba; y él se apoyó contra la cabecera, con los dedos entrelazados detrás de su cabeza.
Sin seguir un ritmo, me moví seductoramente de un lado a otro por la habitación, acariciando suavemente mis caderas, muslos, s*nos y más partes de mi cuerpo.
“M!er…da”, gim!ó Ryder.
“Date la vuelta”. Su tono autoritario me excitó todavía más.
Me volví lentamente y me desabroché el sostén por detrás. La pequeña prenda apenas había tocado el suelo cuando sentí su cálido aliento abanicando mi cuello y su dureza presionando mi trasero.
“No puedo esperar a hacerte mía para siempre”, murmuró con voz áspera.
Luego, tomó mis s*nos con ambas manos y, con sus pulgares, hizo lentos círculos alrededor de mis areolas. Su nombre se escapó de mis labios, seguido por un suave g$mido.
“Di mi nombre, así”, susurró provocativamente.
Sus manos se deslizaron por mi estómago, hasta que sus dedos se posaron en mi cl!toris.
“Ry..”.. Jadeé cuando sentí uno de sus dedos sumergiéndose en mi interior. Su lengua lamió la marca en mi cuello, mientras sus manos continuaban acariciando mis pezones.
“Tómame, tómame ahora, por favor”, supliqué.
“No se diga más”, gruñó.
Luego, con un fuerte tirón, escuché un desgarro y mis bragas cayeron al suelo. Ryder me inclinó, y tuve que agarrarme de la pared para sostenerme mientras él me embestía con su p$ne.
“Maldición..”., g!mió.
Ryder comenzó a p$netrarme más rápido que nunca, como una bestia insaciable. No pude evitar gritar su nombre varias veces.
No era la primera vez que nos entregábamos al acto, pero esta vez se sentía diferente. Ryder se sentía diferente.
No pasó mucho tiempo para que mi intimidad se tensara a su alrededor, y alcancé mi org%smo antes que él. Sin embargo, Ryder no retiró su miembro cuando derramó su s%men dentro de mí.
Me dio la vuelta, me levantó hasta que mi espalda quedó contra la pared y mis piernas alrededor de sus caderas, y comenzó a embestirme de nuevo.
Me aferré a su cuello y grité su nombre hasta que ambos llegamos al org%smo por segunda vez.
Ryder me jaló hacia la cama y se derrumbó a mi lado.
“Te amo mucho, Tiana Aldridge. Te amo ahora y siempre”. Dice Ryder.
“Yo también te amo, Ryder”, respondí mientras las lágrimas se escapaban de mis ojos.
“Te amo ahora y siempre”.
Tras besar mis mejillas, él me atrajo hacia su pecho y se durmió casi de inmediato. Ese hombre siempre estaba cuidándome; poro que esta noche sentí la necesidad de cuidarlo. Lo observé dormir por unos minutos, pero mis ojos no tardaron en volverse pesados hasta que me uní a él en el país de los sueños.
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