El destino de Tiana
Capítulo 40

Capítulo 40:

POV: Tiana

“A la manada Day Star”.

Enarque una ceja.

Day Star estaba bastante lejos de la Manada Eclipse y no recordaba que Layla tuviera amigos ahí. Se encontraba en las regiones del norte y no eran una Manada muy amigable, Les gustaba proteger su territorio y mantener alejados a otros hombres lobo. Supe que algo pasaba al ver el brillo en los ojos de mi amiga,

“¿Desde cuándo conoces a alguien en Day Star?”, pregunte y ella soltó una risita, Layla no había cambiado mucho desde la última vez que la vi.

Parecía feliz, en parte porque por fin nos habíamos reencontrado después de unas semanas. No habíamos pasado un solo día separadas desde que nos habíamos vuelto amigas.

“Mi novio es de ahí” respondió.

“¿Logan?” pregunté, aunque sabía que él no era miembro de Day Star.

Layla frunció el ceño y sacudió la cabeza.

“Rompimos”. Dijo con firmeza y asentí poco a poco.

Sabía que esa relación se dirigía a la ruina desde hace mucho tiempo, pero no quería ser yo quien se lo dijera. Me alegraba de que ella misma se hubiera dado cuenta de que Logan era un idiota.

“¿Quieres hablar de eso?”.

No me importaba Logan, pero no iba a mostrarme insensible porque sabía lo mucho que Layla había querido que las cosas funcionaran entre ellos. Sentía que seguía sufriendo.

Se rio con burla.

“Era un idiota. Lo pille engañándome. Siempre supe que algo andaba mal con él, pero hice la vista gorda porque lo quería, o al menos eso pensaba”, dijo con sarcasmo.

“¿Oh?”, dije para que siguiera.

“Todo lo que sentía por él se quedó en el pasado. Ya lo supere y ahora estoy con Sam”.

Por su tono de voz, no parecía que ya lo hubiera superado, pero preferí no presionarla. La conocía desde hace mucho tiempo y estaba segura de que seguiría adelante con su vida. Ese tipo no la merecía.

“Me alegra escuchar eso”, comenté.

“Sé que se te insinuó”, confesó y giré hacia ella sorprendida, pero solo me sonrió.

“¿Lo sabías?”, pregunté con los ojos abiertos como platos y ella asintió.

“Siempre le gustaste. Él mismo me dijo después de que rompimos que pensaba que le parecías atractiva y que se acostaría contigo si tuviera la oportunidad”.

“Desgraciado”, lo maldije.

Layla se encogió de hombros.

“Sí que lo es”. Sonrió.

“Pero entiendo por qué no me contaste lo que hizo. Sé que no querías herir mis sentimientos. Me gusta el modo en que me cuidas y ahora entiendo por qué te irritaba tanto”.

Asentí.

“Lo siento, Layla. Quería decírtelo, pero tenía miedo de cómo lo tomarías. Parecía que estabas feliz con él y no quería arruinarlo”, expliqué.

“No te preocupes, Tee. No estoy enojada contigo. Lamento que te haya hecho eso y lamento no haber escuchado todas tus advertencias. Sé que siempre pones los sentimientos de los demás antes que los tuyos, y que por eso no me lo dijiste y tuviste que aguantarme cuando estaba con ese idiota y te aburría con sus conversaciones”. Dijo y se acercó para darme unas palmaditas en las manos.

“Pero ya fue suficiente sobre él. Cuéntame todo sobre ti. Debería sentirme honrada de viajar en el mismo coche que la compañera del príncipe primogénito”, dijo en broma.

Le sonreí, pero trague saliva y cerré los ojos un momento. Deseaba que todo fuera color de rosa, pero no era así.

“¿Estás bien?”, me preguntó y no me había dado cuenta de que se me estaban formando lágrimas en los ojos.

“Es complicado, Layla”, respondí y parpadee para limpiar mis lágrimas.

No quería admitirlo, pero ya lo echaba de menos. Sentía como si me hubieran alejado de mi hogar y ya no podía sentir a mi loba tan fuerte como cuando estábamos ahí.

Al principio, pensé que se había enojado conmigo por la pócima que había usado, pero lo echaba de menos y estaba comenzando a dudar si había tomado la decisión correcta al irme de esta manera.

“Bueno, tenemos los siguientes días para hablar”. Layla sonaba alegre y deseaba poder sentirme emocionada.

Pensé que estaría feliz de estar lejos de él, pero no era así.

“Si el Príncipe Alfa no nos encuentra primero”. Agregó.

“No lo sé, Layla, Todavía se siente tan irreal”. Confesé con tristeza y ella se quedó callada.

“No puedo decir que lo entiendo”. Se rio.

“Pero no negaré que tengo miedo de la ira del Príncipe si se entera de que te ayudé a escapar de él”.

Asentí.

“No tienes nada de qué preocuparte, Layla. Él no te haría daño”, dije con mucha seguridad.

Se rio de nueva.

“Lo dudo. Dime. ¿Es tan sensual como dicen? Sabes, todo el mundo ha estado hablando sobre ti en la Manada Eclipse y muchas chicas te envidian. Bella incluso me pidió tu número dijo que ahora quiere ser tu amiga, pero nunca se lo daría”.

Recordar a Bella me hizo soltar un gruñido. Me había sentido aterrada de esa chica durante la mayor parte de mi infancia. Era mi pesadilla personal, ¿y ahora quería ser mi amiga porque sabía que erala compañera del príncipe hombre lobo? Qué divertido.

“El Príncipe es solo el príncipe”, respondí.

“Es cierto, es todo lo que has oído y más”, añadí.

“Jordan se muere de celos. Creo que se arrepiente de lo que hizo”, dijo y me reí.

“Dudo que se arrepienta, Layla. No siento nada por él, pero si no me quería, podría haberme rechazado de una mejor manera”.

“Es verdad”, respondió con los ojos en el camino.

“No puedo esperar para que me cuentes todo sobre tu experiencia en el palacio de los hombres lobo y por qué quieres huir del príncipe Alfa cuando la mayoría de las chicas harían lo que sea para clavarle sus garras”, comentó con sarcasmo.

Luego me miró y se río.

“Si yo casi no te reconocí con esa ropa, entonces nadie podría, así que no creo que deba preguntarte cómo lograste escabullirte”

“Elsie se encargó de todo y me ayudó a escondidas”, le expliqué.

POV: Ryder

El Alfa de los lobos occidentales estaba muy preocupado y muerto de miedo porque, de alguna manera, había logrado enojar a la realeza una vez más.

Mi papá me llamó a su estudio para preguntarme por qué había cambiado de idea después de haber desplegado algunos guerreros en las regiones occidentales, pero no le dije la razón principal.

Yo había estado lidiando con este caso durante los últimos dieciocho meses y tomaba todas las decisiones. A mi papá no le importaban los lobos occidentales. Había heredado el odio hacia ellos de su propio padre, pero yo había estado intentado cambiar las cosas.

Sin importar cuánto trataran de estar en buenos términos con nosotros, mi padre no era alguien a quien fuera fácil caerle bien.

Desde el incidente con Tiana, lo había estado evitando tanto como podía, lo que no había sido mucho porque todavía tenía que asistir a estas reuniones interminables con él. Sin contar que todavía necesitaba su firma en muchos documentos antes de que los aceptaran.

Esto significaba que habíamos estado en constante comunicación, incluso cuando no nos velamos.

Él estaba apoyado contra la ventana con una bebida en su mano derecha y la otra metida en su bolsillo.

“Sé lo difícil que es este caso y pensé que estabas progresando. Quiero decir que confío en tus decisiones sobre estas cosas, pero ¿Por qué desplegaste guerreros hasta ahí solo para retirarlos? Sabes muy bien lo mucho que van a protestar esos Alfas”, dijo con un tono lento.

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