El destino de Tiana -
Capítulo 39
Capítulo 39:
POV: Tiana
Entendía cómo debía sentirse ser una Princesa hombre lobo. A veces, necesitaba privacidad, que no podía conseguir, y podía ser agotador. Por mucho que la envidiara y deseara ser una Princesa, me di cuenta de que a veces podía ser estresante y ella querría vivir una vida normal.
Ya había llamado a Layla y habíamos acordado dónde nos encontraríamos. Me recogería a unos kilómetros de aquí. Ella no estaba segura al principio y se sentía preocupada, pero selo explicaría todo cuando nos viéramos.
Hasta ahora. Ryder no había venido y Elsie confirmó que seguía ocupado con Adrian en su estudio.
Cuando terminé de cambiarme, casi no me reconoció. Lucía diferente, no de una forma negativa, pero era extraño. Elsie parecía satisfecha consigo misma por mi transformación y no podía dejar de sonreír.
“Si te preguntan en las puertas, diles que te llamas Imelda”, dijo y no pude evitar reír.
“Aunque dudo que alguien pregunte porque irás conmigo, pero por si acaso, eso es lo que deberías decirles”. Miró a su alrededor y luego chasqueó los dedos. Debió haber pensado en algo.
Entró en su vestidor y volvió con una botella con un rociador.
“Esto debería ayudarte a ocultar tu olor”, explicó.
No negaría que me había quedado sorprendida e impresionada.
“Elsie”. Solté una suave risita.
“¿De dónde sacaste esto?”, pregunté.
Las pociones como ésta que se usaban para ocultar el aroma de los hombres lobo no eran muy conocidas y casi se creía que ya no existían.
También se rio.
“Soy una Princesa hombre lobo, tengo mis métodos. Solo queda un poco y necesitarás usarlo todo si vas a cruzar las puertas, efecto dura alrededor de una hora, pero Ryder tiene un sentido del olfato muy agudo y es posible que pueda captar tu aroma después de treinta minutos. Aunque para ese momento, ya deberías estar fuera del palacio y nadie te reconocerá en la entrada”, explicó.
No podía encontrar las palabras para agradecerle, así que solo asentí y la dejé rociarme con el líquido. Casi vació toda la botella en mí, pero usó un poco en sí misma.
Dijo que era para eliminar cualquier rastro de mi aroma que pudiera haber quedado en su cuerpo en caso de que se encontrara con Ryder después de que me vaya.
Me dejaría en un lugar seguro donde podría tomar un taxi para encontrarme con Layla. Al principio, ella no estaba de acuerdo con que fuera en un taxi, pero si Ryder comenzaba a buscarme y ella no estaba aquí, entonces sabría que había tenido algo que ver con mi escape, lo que sería un gran problema para ella.
La abracé y no pude dejar de agradecerle, pero ella se rio y me aconsejó que cambiara mi voz hasta que saliera del palacio. Incluso parecía emocionada de hacer esto.
Siempre supe que Elsie era traviesa, pero no dejaba de sorprenderme.
Cuando salí de su habitación vestida como un chico, estaba segura de que nadie me reconocería, ni siquiera Ryder. Bajamos las escaleras a toda velocidad sin que nadie me reconociera o incluso me mirara con sospecha.
Los guardias tan solo saludaron a la Princesa cuando pasó y subimos a su coche, donde su conductor personal ya estaba al volante.
Miré a Elsie para asegurarme de que este hombre no me reconocería y ella asintió para decir que no lo haría, pero no me relajé hasta unos segundos después de que comenzó a conducir. No hablamos durante todo el trayecto a las puertas.
Mi corazón se aceleró tan pronto como nos acercamos a la entrada.
Ya era de noche, pero las luces en la entrada hacían parecer que todavía era de día. Los guardias de seguridad revisaban cada vehículo hasta el más mínimo detalle antes de permitirles pasar.
Sin embargo, cuando salí con el príncipe Ryder a nuestra cita, nadie se molestó en mirar, tan solo lo saludaron y esperaba que fuera así ahora que estaba con Elsie.
El hombre que nos detuvo me miró con sospecha.
Elsie ya me había advertido que los guardias de las puertas estaban muy bien entrenados y, cuando sospechaban de algo o de alguien, la mayor parte del tiempo tenía razón.
No obstante, tenía que mantenerme tranquila y no dejar que vieran nada que los hiciera sospechar de mí, así que traté de actuar lo más calmada que pude.
En cuanto vio que Elsie también estaba en el vehículo, la saludó con respeto.
“James”, dijo con una voz amistosa.
El guardia se inclinó para mirar dentro, ahora con una sonrisa en su rostro y sin darle más importancia a que yo estuviera en el coche.
“Su alteza”, respondió el saludo.
“Quiero dejar a Imelda al otro lado de las puertas”. Me señaló.
“Volveré en solo un par de minutos”.
“Por supuesto, su alteza”. James la saludó de nuevo y le indicó al otro guardia en las puertas que las abriera y dejara pasar el vehículo.
La miré con una expresión de agradecimiento, pero ella solo asintió y no dijo nada más. No podíamos arriesgarnos a que el conductor escuchara nuestra conversación.
El coche avanzó unos metros más desde las puertas antes de que se detuviera y bajáramos mientras Elsie le pedía al conductor que la esperara. No traía más ropa, solo mi móvil, pero le había dicho a Layla que trajera algo para mí.
Una vez que estuvimos fuera del alcance del oído del conductor, la Princesa me sonrió.
“Por favor, ten cuidado. Si algo te pasara, no sería capaz de vivir conmigo misma sabiendo que fue mi culpa”, dijo.
Asentí.
“No me pasará nada. Para que estés tranquila, te enviaré mensajes de texto cada hora y te llamaré en cuanto llegue a mi destino”. La tranquilicé.
Me abrazó.
“Date prisa”.
Me dio un golpecito en los hombros, pero no se fue hasta que estuvo segura de que había subido en un taxi. Me despedí con la mano y le indiqué mi destino al taxista.
“¡Quién hubiera pensado que eras capaz de subir de peso!”, gritó Layla y me envolvió en un fuerte abrazo.
Habían pasado algunas semanas desde la última vez que la había visto, pero se sentía como una eternidad.
Me soltó de su abrazo y me dio la vuelta para verme con los ojos cubiertos de lágrimas. Se sentía como si apenas hubiera pasado un día desde cuando ella me consolaba y hacía todo lo posible para convencerme de que la muerte de Jayce no había sido culpa mía.
Me sentía menos culpable por su muerte desde que estaba en el palacio real porque no había un recordatorio constante de lo que había pasado, y la gente ahí no me miraba y veía una asesina.
“Te eché mucho de menos, Layla”, dije y me abrazó de nuevo, secándose las lágrimas de los ojos.
“Y yo a ti. Ahora puedo oler a tu loba”, comentó emocionada.
Elsie me había dicho que la pócima que me había rociado durara una hora, pero había desaparecido después de solo treinta minutos.
“Si, Layla”. Asentí.
Teníamos que ponernos al día con muchas cosas, pero teníamos que irnos rápido en caso de que Ryder ya estuviera buscándome.
Elsie me había dicho que me avisaría si pasaba algo malo en el palacio. Me había enviado un mensaje de texto hace unos minutos para verificar cómo estaba y decirme que Ryder todavía estaba ocupado en el trabajo y que aún no se había dado cuenta de mi ausencia.
Nadie me había visto salir gracias a mi disfraz, asique no le habían alertado de que ya no estaba en el palacio. Quizás incluso Thomas no se había dado cuenta todavía porque no había estado con nosotras cuando
Elsie me sacó a escondidas y lo más probable era que pensara que seguía dentro de la habitación.
“Vámonos de aquí”. Me llevó a rastras a su coche y encendió el motor.
“¿A dónde iremos?” le pregunté.
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