El destino de Tiana -
Capítulo 32
Capítulo 32:
POV: Tiana
“Estoy preocupada”, respondí.
“Deberías estarlo, hiciste enojar a nuestro compañero”. Sentí que me frunció el ceño.
No podía creer que mi primera conversación real con mi loba fuera porque Ryder nos había abandonado.
“Estuvo toda la tarde con su amante”. Me defendí y ella me respondió con un gruñido bajo.
Antes de que pudiera decirle otra palabra, la puerta se abrió de golpe y entró mi príncipe azul.
No lo pensé y tan solo me apresuré a abrazarlo en cuanto entró. No sabía qué me había poseído o qué me había dado el valor para hacerlo, pero me sentí aliviada en el momento en que lo vi y actué por impulso.
Él se quedó inmóvil en el lugar.
Tras un momento, me envolvió con sus manos poco a poco. Su postura seguía muy rígida mientras se aferraba a mí. Sin previo aviso. Me levantó del suelo, y rodeé su cintura con mis piernas y su cuello con mis brazos.
Me apartó el cabello del rostro y ni siquiera me había dado cuenta de que tenía lágrimas en mis ojos hasta que las secó con el pulgar mientras miraba mi rostro.
Enterré mi cabeza en su cuello e inhalé su aroma a la misma vez que él me decía como a un bebé hasta que, poco a poco, comencé a sentirme mejor.
Cuando lo miré a los ojos de nuevo, note que los suyos estaban negros por completo y, sin duda alguna, podía verla lujuria en ellos.
Por mucho que intentara ocultarlo, él estaba perdiendo la batalla. Mordí mi labio inferior porque podía sentir mis pezones endureciéndose debajo de mi camisón. No estaba usando sujetador, como lo había estado haciendo en los últimos días.
“¿Lo dijiste en serio?”, preguntó con una voz que apenas pude reconocer como la suya.
Parecía estresado y me pregunté qué había estado haciendo en las últimas horas. Vi pequeñas ojeras debajo de sus ojos. No había dormido mucho en los últimos días y yo solo le agregué más estrés.
En lugar de responder, hice algo de lo que nunca me hubiera creído capaz, algo que nunca me hubiera atrevido a hacer unas semanas atrás, algo con lo que había soñado casi todas las noches desde que lo había conocido.
Me incliné y lo bese.
No estaba segura al principio, pero cuando contuvo el aliento, supe que ya era mío.
No reaccionó ni me devolvió el beso de inmediato. Presioné mis labios contra los suyos con un poco de torpeza y los chupé con mi lengua antes de que por fin aceptara y comenzara a atacar mi boca con deseo.
Comenzó lento, pero tras solo dos segundos, ya estaba chupando y mordisqueando mis labios como si hubiera estado hambriento durante demasiado tiempo.
Sentí calor entre mis piernas casi al instante, al igual que un latido aterrador, aunque dulce, pero yo quería más. Me aferré con fuerza a su cuello cuando un g$mido escapó de entre mis labios y él maldijo.
“Maldición”, dijo con voz ronca y profundizó nuestro beso.
Nuestras lenguas jugaron entre sí como dos animales hambrientos.
Era la segunda vez que él o cualquier otra persona me besaba, pero me sorprendió lo rápido que yo iba y lo experimentada que parecía.
Enterró sus manos en mi cabello para acercarme más a él hasta que mis senos quedaron aplastados contra su pecho. Luego se dio la vuelta y me sostuvo con su cuerpo contra la pared.
Apoyó su mano izquierda sobre el muro mientras que su derecha se dirigió a mi trasero y lo apretó con un suave masaje. Solté otro g$mido y este sonido pareció volverlo loco porque volvió a maldecir.
“No sabes lo que provocas en mí, mujer”, comentó entre mis labios y sonreí ante su tono.
Su mano subió por mi cuerpo hasta apretar mi seno izquierdo y dejé escapar otro g$mido. Eché la cabeza hacia atrás llena de placer mientras comenzaba a masajear mis pezones con suavidad entre sus dedos.
“Ah, m!erda..”.. Contuve un grito, pero él no se detuvo.
Podía sentir su enorme miembro empujándome abajo y ya quería sentirlo con mis manos.
¡Demonios! Quería sostener su gran p$ne entre mis dedos. No dejé de g$mir mientras seguía masajeando mis senos con los dedos de su mano derecha, luego susurró de nuevo…
“¿Lo dijiste en serio?”, preguntó.
Sacudí la cabeza con fuerza. ¿Cómo podía seguir pensando en eso en este momento?
“No”. Tragué saliva.
“No siento nada por nadie más”. Me las arreglé para responder.
Tan pronto como dije esto, dejó de tocar mis pechos con sus dedos. Me sentía decepcionada de que se hubiera detenido y sabía que él se había dado cuenta porque me sonrió. Entonces recordé las palabras de Elsie, a él siempre le gustaba dejar su punto en claro.
No era solo mi imaginación, así que miré hacia abajo a su enorme bulto.
Todavía podía sentirlo y oler su excitación, pero se las arregló para quedarse quieto, mirándome con ojos lujuriosos aunque sus acciones decían todo lo contrario, era desconcertante.
Comenzó a deslizar sus manos por el borde de mi mandíbula, pero las aparté de mi rostro. Suspiró y murmuró algo en voz baja antes de mirarme a los ojos.
“No me hagas enfurecer, Tee. Si vuelves a mencionar el nombre de ese perro, lo encontraré y lo mataré”, me advirtió.
Lo miré al rostro y no dudé de sus palabras.
Al fin y al cabo, era el príncipe Alfa, y podría matar a Jordan y salirse con la suya. El consejo solo le haría unas pocas preguntas y, si no justificaba sus acciones, recibirá un castigo mínimo. No obstante, ¿no estaría justificado si alguien representaba una amenaza para él y su compañera?
“Tú eres el que tiene otra mujer en su casa”, respondí enojada.
“Es cosa de mi padre. Puedo evitar que venga aquí, pero no puedo restringirle la entrada al palacio real porque mi papá todavía toma todas las decisiones ahí”, dijo casi como si estuviera frustrado.
Resoplé.
“Parecía que estabas pasando un buen rato con ella”. Tragué saliva cuando la imagen de ellos dos en su terraza apareció en mi mente.
Me quedé en silencio antes de decir algo más que lo hiciera enfurecer de nuevo: pero él levantó la mano y comenzó a acariciar las comisuras de mis labios mientras los miraba con lujuria.
Lo había estado esperando todo este tiempo y no había podido dormir. Él también lucía bastante estresado, pero aquí estábamos, discutiendo de nuevo.
Suspiré y sacudí la cabeza.
Mis mejillas seguían rojas y mis pezones todavía sobresalían contra su cuerpo sin ninguna vergüenza. Cuando se trataba de él, no tenía control sobre mi propio cuerpo, cada parte de mí respondía al más mínimo toque. Me hubiera gustado tener tanto autocontrol como él.
Bajé del espejo del tocador donde me tenía presionada y lo empujé a un lado con cuidado. No dijo ni una sola palabra, tan solo me miró mientras me dirigía a la cama. Me habría desnudado con sus ojos si hubiera podido.
“Buenas noches, Ryder”, dije.
No respondió, pero todavía podía sentir su mirada sobre mí minutos después de que comenzara a fingir que me había quedado dormida. Tras diez minutos, sentí que se subió a la cama a mi lado, pero fingí que seguía dormida.
Esta noche, él era el que daba vueltas y vueltas sobre la cama mientras yo actuaba como si estuviera dormida. Después de lo que me pareció una eternidad, sentí sus brazos alrededor de mi cintura, me acercó a él y enterró su rostro en mi cuello.
Traté de liberarme de su agarre, pero me abrazó con más fuerza y continuó oliéndome.
Se quedó en mi cuello durante mucho tiempo sobre el lugar donde debería estar la marca de mi compañero y comenzó a mordisquearlo poco a poco. Mi reacción, como siempre, fue imprevista.
Mi respiración se volvió más pesada y no me di cuenta cuando un suave g$mido escapó de mi boca. ¡Ah, m!erda! Abrí los ojos a toda prisa y me giré entre sus brazos para quedar frente a él, lo cual no fue tan buena idea.
Su rostro estaba muy cerca de la mía y su expresión…
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