Capítulo 99:

“No necesito apresurarme y arriesgarme a que su cuerpo entre en shock. Sin duda, ha sido el destino el que nos ha guiado y nos ha proporcionado un amplio refugio para una tarea muy difícil”, el doctor parecía tan cansado como yo, y los dos estábamos rendidos, probablemente estaba igual de deseosos de una cama para tumbarnos un rato, pero los dos teníamos que estar aquí.

“¿Cuánto crees que tardará?”, pregunté con sinceridad, ansiosa por ver como él conseguía reunirse con ella después de todos estos años.

Mis ojos se posaron en aquel hermoso hombre mientras atendía a su madre con cariño.

“Hemos ideado un plan para reducir y suspender los sedantes a lo largo de cuarenta y ocho horas, a fin de que su cerebro empiece a despertar por sí solo. La vigilaremos, la mantendremos estabilizada y nos adaptaremos a su evolución. Puede que pase unos días en estado vegetativo en los que parezca que la hemos perdido… es normal”, explica.

“Ocho años es mucho tiempo para vivir en un mundo de sueños y la mente es una pieza compleja de hardware que a veces requiere un período de reinicio. Nos lo tomaremos con calma y esperemos que sea uno de los raros casos en los que pacientes en coma prolongado salen y pueden interactuar en pocos días”, afirmó el doctor con una expresión de relativa confianza detrás de su ceño fruncido.

“Es una loba… yo digo que las apuestas se inclinan del lado positivo”, lo animé con una sonrisa pícara, y recibí una sonrisilla a cambio.

“¡Bastante!”.

“No sé qué haremos a partir de ahora”, dije, señalando con la cabeza a Colton que estaba al otro lado de la habitación, no me refería solo a él o a mí.

Traté de ocultar la añoranza que cruzó mi rostro y el médico me dio un empujoncito con el hombro.

“Creo que una buena taza de té y una larga charla suelen resolver muchos de los problemas de la vida. Los problemas que parecen abrumadores a veces no son más que humo y espejos, y desahogarse es a veces la única manera de avanzar”, movió sus pobladas cejas grises con una expresión de complicidad y le devolví el empujón.

“¿Cómo confesarle todo a una chica extraña que cayó en tu centro médico?”, sonreí con suficiencia.

“Exactamente. A veces tienes que tirar por la borda el trabajo de toda tu vida, depositar tu confianza en un poder superior, sin importar cuántas señales estén acabando con tus esperanzas, y saber que este no te llevará por el mal camino si dejas de luchar contra él”, sus ojos también lo miraron y eso tuvo el molesto efecto de hacer que yo volteara a verlo.

Tenía un aspecto demasiado atractivo y estaba enmarcado por la luz de la lámpara sobre la cama de Sierra. Siempre parecía tan imperturbable, incluso en medio de la tormenta. Era firme, tranquilo, y todo se lo tomaba con calma.

“Buen consejo, doc. No es tan fácil de seguir, pero sí… supongo”, exhalé pesadamente, sintiéndome desesperanzada al verle allí, parecía ser todo lo que yo necesitaba para aliviar mi eterna agonía.

“Resolveremos esto juntos, jovencita. Después de todo… eres nuestra salvadora”, dice y me abrazó torpemente, me dio un apretón y luego me soltó tan rápido como si hubiera cruzado algún tipo de límite de contacto que lo hubiera sacado de su zona de confort.

Sentí una abrumadora oleada de escalofríos ante su propia muestra pública de afecto y solté una risita involuntaria.

“Creo que será mejor que haga las paces con el alfa hasta que veamos qué pasa. La vida podría ser más fácil si olvidamos los problemas entre nosotros unos días”, me encojo de hombros.

Tomando en cuenta todo lo que está pasando, a Colton probablemente le vendría bien tener menos estrés hasta que Sierra despierte.

“Es joven, testarudo y obstinado como su madre, y aún está aprendiendo a llevar a cabo su nuevo papel. Sé amable con él. Tiene muchas responsabilidades y necesita un poco de ayuda. No está muy concentrado en lo que debería”, el doctor lo mira y luego dirige la vista a la mujer al otro lado, quien lo saluda con la mano.

Asiento con la cabeza, captando la indirecta, así que voy con Colton y dejo que el doctor regrese con la mujer en la esquina quien anota algo en una carpeta.

Inhalo para tranquilizarme, coloco todas mis inquietudes en una pequeña caja y me siento en ella, por ahora. Decido ser cortés y no dejar salir todo lo que está en mi interior mientras el necesite una amiga. Me acerco a él por detrás.

Como en el camión, está tan concentrado en su madre que se percata de que me acerco hasta que me pongo a su lado y me inclino para mirarla.

Ahora que la instalaron aquí, la observo; es extraño, pero juraría que esta menos pálida y su cabello se ve un poco más brillante. Es casi como si supiera que ya no está sola, que está rodeada de su gente y de su amor; aunque eso suena ridículo.

Verlos juntos resalta cuánto se parece Colton a ella ahora que es un adulto; tiene el mismo perfil, la nariz pequeña y la estructura ósea perfecta; estas dos personas son muy hermosas. Después de todo, él siempre ha poseído el fuerte ADN de su madre.

Tiene el cabello oscuro y las cejas rectas, aunque Sierra es pálida en comparación con el bronceado cetrino de Colton. Ella es de constitución ágil y femenina, y Colton es el típico alfa fuerte, alto y fornido, que a veces tiene más músculos que cerebro; y tiene un buen trasero.

Una de las enfermeras empuja un taburete detrás de mí con una sonrisa y un movimiento de cabeza; lo tomo agradecida y me siento al lado de Colton tratando de no tocarlo.

Se ve tan desconcertado, con los ojos fijos en ella. Por su cabeza deben estar cruzando muchos pensamientos. Es como ver a un niño adolorido tratando de entender algo, y ese instinto maternal en mí se acelera y hace que estar sentada aquí sea insoportable.

“No puedo creer que ella en verdad está aquí… que es real. ¿Cuántas veces soñé con volver a verla?”, susurra, con esa voz sensual, grave y áspera, lo cual me hace saber que es consciente de que estoy a su lado.

Me relajo en el asiento, apoyando los pies en la barra y me inclino un poco hacia él, consumida de repente por un feroz impulso por protegerlo ahora que parece tan vulnerable.

“Me alegro de que la hayamos traído aquí y de que vinieras cuando la encontré”, le digo.

¿Qué más puedo decir? Agregar algo no va a aliviar la tensión que nos invade mientras esperamos, y él sabe todo lo que pienso.

“¿Cómo pudo hacerle esto? ¿Por qué no pudo amarla como se suponía que debía?”, mira su rostro y le acaricia el cabello.

Está tan inmerso en sus propios sentimientos que no se da cuenta de mi ceja sarcástica levantada y que ladeo la cara, mostrándole mi barbilla puntiaguda.

Esa es una muy buena pregunta, Colton… ¿Por qué no pudo? Es posible que lo sepas, ¡Pues claramente tienes el mismo defecto!

Me saco este pensamiento de la cabeza antes de que él perciba mi actitud, y me regaño por tener una respuesta tan impulsiva; pero aun así, a veces es realmente tonto. Sé que esta mi%rda solo me va a hacer enojar, y no me dejo llevar ni lo digo en voz alta, pero maldita sea, Colton, ¿en serio?

Sé que él no necesita esto, así que suspiro, inhalo lentamente y cuento hasta diez. Me enderezo en el asiento y trato de concentrarme en lo que necesita. Me recuerdo que esto es más importante que lo que pasa entre nosotros y tengo que estar calmada.

“El traicionó su vínculo como pareja. No la merece”, señalo con rotundidad.

Luego me maldigo en voz baja por insistir, incluso si no era mi intención. Es como si todo lo que dijéramos fuera obvio, pero Colton ni siquiera lo entiende; no se mueve ni reacciona, solo conserva la misma mirada fija y silenciosa mientras la observa respirar, con los ojos clavados en sus párpados cerrados.

Se sienta. Tengo ganas de gritar y golpearlo en la cabeza con el objeto duro más cercano, pero en lugar de eso miro el techo por un minuto y lo dejo pasar, con muchísima lentitud.

“Debería haberla encontrado hace mucho tiempo, antes de todo esto. Debería haberla buscado más, pero era joven y estúpido, y le creí a mi padre cuando dijo que así era mejor”, comenta.

‘¡Ay, por el amor de Dios! Me doy por vencida’, pienso y le pongo los ojos en blanco al destino, le pregunto si esto es deliberado.

Cuando decido evitar este tema, él simplemente me lo pone enfrente, como si fuera una especie de señal muy molesta. Esto comienza a irritarme un poco.

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