Capítulo 100:

Sin embargo, la angustia y la crudeza en el tono de Colton, que más parece un graznido, me indican cuánto lo está jodiendo la traición de su padre.

Me enfoco en eso y no en el universo que intenta hacer que lo asfixie con su propia sudadera. Instintivamente, coloco mi brazo alrededor del suyo, con la esperanza de que el contacto me evite darle una atroz paliza, e inclino la cabeza sobre su hombro en un intento por distraerlo.

Realmente quiero aliviar su dolor, el cual me atraviesa y ondea dentro de mi corazón y mi estómago. Todavía está tratando de protegerme, pero no lo está logrando por completo, y puedo sentirlo dentro de mí.

La sensación es pesada, profunda e intensa, y me olvido de estar molesta o enojada con él. Deslizo mi mano a lo largo de su brazo instintivamente, cubro el dorso de la mano que tiene puesta sobre la de su madre y entrelazo mis dedos con los suyos; así que nos tomamos de la mano sobre la de ella.

Colton gira la cabeza al sentir mi contacto y apoya la barbilla y la boca sobre mi coronilla. Se inclina sobre mí para que quedemos medio abrazados, recargados el uno en el otro, y esta vez no lo empujo ni siento la necesidad de alejarme bruscamente.

Ambos exhalamos al mismo tiempo para liberar la tensión, el dolor y la energía contenida, y nos relajamos; todo se detiene por un segundo. Sobreviene el silencio tranquilo que siempre me brinda estar en contacto con él.

Puedo sentirlo alimentándose de mi energía, que se calma un poco al tocarlo, como lo haría un compañero marcado.

Cierro los ojos y disfruto el momento robado que me estoy permitiendo. Tratándose de ella, puedo dejar de lado todo lo demás y fingir que está bien ser lo que él necesita, pues no se trata de nosotros ni de las marcas. Olvido cualquier otra cosa y solo me enfoco en ser un apoyo para alguien que realmente lo necesita.

“No sé cómo liderar a esta gente, a la manada, Lorey. Soy muy joven y no estoy listo”, su devastación y su duda en sí mismo me atraviesan cuando las irradia hacia mí.

Estoy acurrucada, pero levanto la vista y me acomodo de tal modo que puedo ver su rostro sin separarme de él. Odio que se sienta tan fuera de lugar y que el chico seguro de sí mismo, de quien he llegado a depender, esté vacilando.

“Eres un líder nato. Tal vez parezca difícil en este momento y las cosas no estén claras, pero eres el mejor líder que puede tener tu gente, Colton. Mira alrededor; están aquí contigo. Tú hiciste esto. Están seguros, protegidos”, le explico.

“Te armaste de valor y los defendiste de alguien a quien amas. Le das prioridad a la manada, incluso cuando otras cosas se interponen en el camino. ¿Cómo puedes dudar de eso? ¡Es lo que te convierte en un líder fuerte!”, lo elogio con honestidad, de corazón y en voz baja, y susurro las palabras que necesita recordar.

No entiendo cómo puede dudar de sí mismo cuando todo lo que sé sobre él hace evidente que él va a ser el mejor alfa. ¡Ya lo es!

“Tal vez solo quiero ser un chico egoísta, que agarró a la chica que quería, se fue y mandó al diablo todo esto. Debería haberme ido contigo. Tendría que haber estado a tu lado adonde fueras”, suena derrotado y sé que él no es así.

Este es un tipo cansado e inseguro al que le han pasado muchas cosas. En un día, su ex reaparece con su madre perdida, a quien su padre tenía prisionera, después de haber asesinado a su propia gente y destruido la vida que creía conocer.

Aunque trato de ignorarlo, me duele escucharlo decir que está arrepentido de lo que pasó con nosotros y que se sienta así. Las lágrimas inundan mis ojos y se me hace un nudo en la garganta, el cual casi me ahoga e inflige un tipo único de dolor en el cuerpo y el cerebro, que es difícil de evitar.

“Tal vez deberías haberlo hecho, pero nunca te lo hubieras perdonado. Lo que decidiste fue por el bien de la manada, incluso si eso nos dañó. Si los hubieras dejado, él nunca habría renunciado al control y ellos seguirían sufriendo. El destino tenía un plan, y tal vez si te hubieras ido conmigo nunca la habría encontrado”, digo.

“¿Y ella? La has esperado durante diez años; ella también te necesita, todos te necesitan. Finalmente veo cómo todo esto es mucho más importante que nosotros, Colton, veo por qué no podíamos estar juntos. Hicimos lo que debíamos, incluso cuando me rechazaste”, digo y con la cabeza le señalo a Sierra.

Mi voz suena tensa debido a mis agonizantes emociones.  Sé que todo esto proviene de su dolor y del deseo de huir de todo lo que lo lastima. Es una reacción normal de huida o lucha. Sentí lo mismo cuando me enteré de todo; de hecho, todavía me siento así.

Quisiera correr y enterrar mi cabeza y deseo que hubiera sido diferente. Es miedo, es agobio, pero no tiene sentido y correr no va a solucionar nada. Juan tiene que pagar, hay que restablecer el equilibrio y Sierra necesita a su hijo. Colton debe ser el líder.

Él suspira, desliza sus brazos debajo de mí y me levanta. La repentina maniobra me sorprende. Me pone en su regazo y se envuelve a mí alrededor.

Coloca su cabeza debajo de mi barbilla, contra mi pecho, así que no tengo otra opción más que abrazarlo, dejarlo que tome de mí lo que necesite, incluso si debería haberlo pedido primero.

Cedo y lo abrazo, le transmito la fuerza que le falta mientras la duda y la pena lo consumen. Estar así es horrible y, a la vez, lo mejor, incluso si confunde mi corazón aún más.

“La gente, la guerra, el futuro… todo está entrelazado. Nosotros, tu mamá, tu papá… no podemos huir, aunque quisiéramos. Somos parte de esto, a pesar de nuestros errores y nuestra pena. El destino sabe lo que está haciendo y por la razón que sea, nos hizo esto. Tendrá sentido con el tiempo”, digo y paso los dedos por su espeso cabello corto, acariciándolo hacia atrás, y lo arrullo.

Lo cuido, le doy lo que puedo, y comienza a despertar todo tipo de anhelos y sensaciones cálidas en la boca de mi estómago al estar tan conectada con él.

“Negué al destino, Lorey. Tal vez debía encontrar a mi mamá contigo, a tu lado. Tal vez lo arruiné todo al rechazarte”, me aprieta más fuerte, acercándome más, así que termino casi enredada a su cuerpo.

Encajo de manera natural en el hueco de su regazo y esto comienza a sentirse inapropiado y demasiado íntimo, especialmente si mi trasero está sobre su ingle.

Me doy cuenta de que su miembro goza de muy buena salud, porque está justo entre mis nalgas y me distrae de los abrumadores sentimientos de esta escena; representa la distracción en su máxima expresión, una bastante considerable.

Trato de concentrarme en lo que debo hacer, pero no es una tarea fácil. Mi libido culpable hace que mis ojos recorran la habitación, por si Carmen entra de repente.

Mi parte inferior hormiguea. Me estoy calentando al estar tan cerca de él, mi piel comienza a arder y mi estómago da un vuelco ante algo tan insignificante y estúpido.

No parece que tenga mucho control sobre esto; en todo lo que puedo concentrarme es en que lo siento a través de sus pantalones y los míos, y es impresionante. Era su… ya sabes… su mmm.

Lo vi cuando se convirtió de lobo a humano. De alguna manera, cuando está de pie y hay muchos músculos que atraen la mirada, realmente no logras ver lo que no querrías que te atraparan mirando. Lo miré una vez, accidentalmente, y fue memorable.

Me retuerzo en un intento por sacar ‘Eso’ de debajo de mí. No es que esté reaccionando mucho, sino que estoy dolorosamente consciente de él y comienzo a sudar Y una vez que tu cabeza solo piensa en eso, es difícil distraerla

Tuve sueños pornográficos lúcidos sobre él estas últimas semanas, cuando estaba sola, pero la realidad se siente mucho más… sustancial y al alcance de la mano. Trago saliva, trato de controlar mi mente y escucharlo, pero fallo de forma miserable.

Empiezo a sonrojarme, consciente de que me estoy comportando muy raro.

El calor se extiende por mis senos, mi cuello y mis mejillas, lo que me hace sudar y sobrecalentarme.

Seguramente se nota que me estoy sonrojando. Me estoy comportando como una incómoda adolescente virgen y sedienta de se%o, sobre la que lees en los libros de romance para adultos jóvenes.

Me asusta poner la mano en cualquier lugar y me estremezco cada vez que percibo algún movimiento debajo de mí.

Trato de evitar mirar hacia abajo o directamente hacia él, y con sutileza y sin llamar la atención, intento evitar que me empale.

“No creo que tuvieran alguna vez la intención de que estuvieras conmigo. Te necesitan aquí. No te darían un papel tan importante si no creyeran que puedes hacerlo”, mis palabras son apresuradas, principalmente balbuceos, mis mejillas se sonrojan y me quedo sin aliento.

Me concentro en deslizarme hacia un lado, como una triste y pura chica que se está volviendo loca porque él tiene un p$ne; y es como si me acabara de dar cuenta porque estoy sentada sobre él.

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