El destino de la huerfana -
Capítulo 101
Capítulo 101:
Estoy distraída porque Colton me está… poniendo caliente. ¡Esa es la palabra! Muy muy caliente. Inquieta. Todo mi cuerpo palpita por la necesidad. Creo que estoy experimentando mi primer ataque de hormonas; prácticamente estoy ardiendo y deseo cosas que no debería.
Parece que mis movimientos cambian un poco la atmósfera. La forma en que me frunce el ceño y baja la mirada para ver la extraña manera en la que me estoy moviendo sobre su regazo lo dice todo.
Reacciono como un conejo frente a los faros de un auto, abro mucho los ojos de la vergüenza y trato de sonreírle, aunque sea de manera extraña, para distraerlo del hecho de que estoy tratando de quitar mi trasero de su miembro.
Me siento como una idiota y me deslizo hacia atrás, hacia su ingle, con un pequeño golpe que provoca un movimiento que me hace jadear un poco. Me enciende que él se percate de lo que estoy pensando y de que me estoy frotando contra él sin querer.
Oh, Dios mío. No era mi intención y ahora es como un elefante en la habitación…
Mentalmente pierdo el control, enloquezco. Estoy muy agitada y tengo la cara roja; quizá estoy sonrojada desde la barbilla hasta las raíces del cabello: y mis movimientos son torpes. Se siente más grande y me intimida demasiado. Ahora puedo sentirlo medio duro y explorando mi trasero.
Puedo ver un hoyuelo cuando me dirige una leve sonrisa de complicidad, arquea una ceja y su aura cambia de abatida y deprimida a ‘Bueno, hola, ¿Estás haciendo lo que creo que estás haciendo?’.
Hay un brillo descarado en sus ojos y es obvio que mis hormonas están provocando a las suyas.
Recuerdo la diapositiva de Latino Lothario cuando la actitud de Colton cambia a modo lobo y sus ojos comienzan a brillar.
Tiene a su presa en la mira. Me percato de que cada célula de mi cuerpo se acelera a niveles demenciales. Su lobo hace vibrar a la mía, y no puedo detenerla.
Sé que mis ojos comienzan a brillar en respuesta a sus señales primarias y ella se estira con placer. De repente estoy muy consciente de cada parte de su cuerpo y siento un hormigueo de aprensión, debido a que nuestros cuerpos comienzan a sintonizarse en las primeras etapas del celo. Esto es nuevo para mí y el momento no podría ser peor.
Desliza su mano debajo de mi cabello para agarrarme, y fija sus ojos en los míos mientras sus pupilas se dilatan. Las cosas se ponen muy intensas con rapidez, de modo que parece que mis pulmones van a dejar de funcionar.
Levanta mi barbilla y acerca su rostro al mío para que nuestras narices se rocen. El contacto enciende un fuego dentro de mí y gimo con suavidad, tan silenciosamente que nadie en la habitación escucha, excepto él; olvido que hay otras personas aquí.
Colton está excitado y su er%cción crece debajo de mí, lo que empeora las cosas.
Creo que incluso olvida que estamos sentados junto a su madre. Cuando me agarra con más fuerza y se mueve con intención pecadora, casi me incendio, como si me hubiera disparado con una pistola de descarga eléctrica.
“No creo que estuviera en el plan, pero ahora estás aquí. Te trajeron de regreso a mí”, su voz es tan suave que apenas es audible, me hace cosquillas en la boca mientras se pasa la punta de la lengua por el labio inferior y lo chupa; es jodidamente sensual.
Jadeo en respuesta cuando una de sus manos se desliza debajo de mi trasero y me da un pequeño apretón. Mi ropa interior se humedece y mi ritmo cardíaco parece a punto de explotar.
Aprieto los muslos para combatir la sensación de dolor ahí abajo y me muerdo los labios; tanto así deseo hacérselo a él. Una especie de neblina invade mi cabeza, y todo lo que puedo hacer es inclinarme y anhelarlo con ansias, como si me estuviera muriendo por tener su lengua en mi boca.
El recuerdo de su beso aviva mis llamas hasta el abandono. Mis uñas recorren su pecho y deslizo las manos hacia arriba para rodear su cuello. Los instintos toman el control y la necesidad ineludible de mi loba me domina.
Él se inclina suavemente y sé lo que viene, el movimiento lento, la forma en que me levanta hacia él por el trasero mientras roza su nariz contra la mía.
Y a pesar de lo mucho que empiezo a sentirme atraída hacia él y lo mucho que deseo que lo haga, algo me detiene mentalmente, algo que araña con lentitud el fondo de mi cabeza.
Estoy casi babeando cuando cedo y empiezo a cerrar los ojos; mi corazón late con fuerza y quiero que sus manos se deslicen por mi camisa y me toquen. Sin embargo, no puedo,
La prudencia me rasguña con sus garras cuando él se acerca y sus labios se deslizan suavemente sobre los míos, encendiendo un deseo y una pasión sin igual.
Necesito cada gramo de fuerza de voluntad en mí para cerrar la boca, respirando con tanta dificultad que podría desmayarme, e inhalo por la nariz, como si necesitara oxígeno con desesperación.
Es increíblemente doloroso y hago uso de toda la fuerza en mí para reclinarme y romper la embriaguez de estar atrapada en su olor, su tacto, su poder sobre mí, lo que inevitablemente conduciría a más cosas.
Nuestro fuerte deseo y la necesidad del se%o laten entre nosotros, y honestamente no sé de dónde encuentro la fuerza para liberarme. Lo detengo a mitad del camino colocando la mano sobre sus suaves labios.
Cierro los ojos con fuerza mientras trato de recuperar algo de control y racionalizar esto, Inhalo y exhalo lentamente y cuento hasta diez mientras rezo para que mi cuerpo se calme y me salve de mi debilidad. Colton se detiene al sentir mi cambio, y tiene la decencia de quedarse quieto y no presionarme.
Juro que si lo hiciera, cedería y probablemente traumatizaría al médico con una exhibición vulgar de pornografía en la enfermería. Honestamente, por un segundo, agradezco a las estrellas que Colton no insista, a pesar de que su necesidad casi me somete.
Claramente hay atracción, y cada día mi cuerpo empezará a traicionarme, como ahora. Este año será mi primer celo y, Dios, me va a matar si esto es algo por lo que tengo que pasar.
Tal vez es lo que está sucediendo y llegó a hurtadillas; o tal vez es solo la desventaja de la impronta, de modo que cuando hay demasiada intimidad, surge la necesidad de hacer el amor.
Pero sea lo que sea, es un recordatorio de que debo mantenerme alejada de él de ahora en adelante. Nada de contacto cercano. No podemos luchar contra eso.
“No. Hay cosas que no puedo perdonar. Solo estás complicando esto”, lo empujo con fuerza.
Soy incapaz de respirar correctamente. Mi voz tiembla y se convierte en un susurro mientras me deslizo de su regazo y me paro con piernas temblorosas y mareadas. Evito sus ojos, pero Colton no está dispuesto a rendirse.
Me toma de la cintura y me jala hacia él, así que choco contra su cuerpo, ahora de pie, y casi me derrumbo.
Tal vez sea un último intento por aprovechar que la llama se encendió entre nosotros y dejar de lado la precaución. Pero me estoy volviendo más fuerte a cada segundo ahora que no lo tengo a mí alrededor, acorralándome.
“¿De verdad vas a seguir enojada conmigo por siempre y negarás esto que hay entre nosotros? Vamos, nena. Entiendo que estés molesta, pero ¿en serio? ¿Nunca va a pasar? ¿Aunque nos sintamos así? Los dos lo deseamos mucho”, se inclina, con el objetivo de continuar con su suave seducción.
Frota la nariz contra mí como si fuera simplemente una niña obstinada, y esto fuera un juego. Tira de mí y me aprieta con fuerza contra su cuerpo e intenta darme un beso, pero eso me irrita y exploto. En menos de un segundo paso de una lujuria enloquecida a estar furiosa.
“Colton, detente, suéltame”, empiezo a pelear con él, pero tiene brazos de pulpo y se las arregla para enredarme en ellos, sin importar en qué dirección intento escapar.
“No puedo. No te dejarte ir de nuevo. Ahora mismo me tienes loco”, él bromea y sujeta mis brazos alrededor de mí.
Rápidamente se inclina para besarme los labios, pero lo que obtiene es una rodilla en la ingle. No estoy jugando, y sé que yo empecé esto, pero lo detendré ahora, y él necesita aceptarlo e irse a la mi%rda.
Sin embargo, Colton es más rápido que yo: bloquea mi golpe y me dirige esa sonrisa con hoyuelos de chico descarado, la cual me enfurece. Está tomando a la ligera la energía pesada que hay entre nosotros y me pone de muy mal humor.
“Buen intento. Me alegra ver que el tiempo que estuviste sin mí sacó tu lado feroz. Me gusta que una chica sea un poco ruda”, lentamente me deja ir, riéndose de mi mirada furiosa.
Luego se inclina, sostiene mi rostro entre sus manos y me roba un rápido beso, antes de que lo golpee con fuerza en el abdomen por hacerlo en contra de mi voluntad.
Cruza la línea, incluso si hace un segundo yo estaba rogando que lo hiciera. Emite un ‘Puf’, evade el golpe, levanta las palmas de las manos para defenderse y se ríe de mí.
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