Capítulo 84:

Hicimos el trabajo más fácil usando las rampas dentro de la camioneta para meter la cama y el carrito. Después, él los aseguró con abrazaderas especiales, colgó la bolsa de solución salina en un gancho que había en la pared interior, y empujó un dispositivo móvil hacia una esquina para atarlo.

Colocó los otros en abrazaderas y ganchos a lo largo de la pared paralela a la cama, y puso todo lo que faltaba en soportes, o los amarró con destreza. Hacer el trabajo más ligero funcionó, ya que solo pude permanecer de pie mientras un millón de ideas sobre lo que íbamos a hacer pasaban frenéticamente por mi cabeza.

“Tengo una cabaña, mi hogar supongo, cuando no estoy aquí Deberíamos ir allí e intentar que se despierte. Nos rastrearán, pero tenemos una buena ventaja y no sé si podremos perderlos. Nadie sabe de su existencia”, tenía una mirada rara, medio contenta porque se le había ocurrido un plan, con una fuerte dosis de satisfacción porque me estaba contando su inteligente idea. Yo solo pude negar con la cabeza y observarlo.

Él no estaba pensando esto bien o imaginando lo fácil que un lobo podía rastrearnos, o lo rápido que ellos eran a pie cuando necesitaban serlo. Ellos no se quedarían de brazos cruzados cuando descubrieran que Sierra y yo habíamos desaparecido.

Nos perseguirían como demonios en pie de guerra y lo mismo haría Juan, junto a los integrantes de su círculo interno, los cuales eran cuatro locos, leales, que habían aniquilado a toda mi estirpe y se habían salido con la suya. No estaríamos a salvo en una cabaña en medio de Dios sabe dónde.

“Eso no funcionará… no tienes idea de lo rápido que pueden atraparnos. Y Sierra… si Juan mató gente para que no revelaran sus sucios secretos, enviará un tsunami tras ella para asegurarse de que no la despertemos”, puntualicé, acomodando bien las mantas de la madre de Colton para mantenerla en su lugar mientras él la sujetaba con correas.

Lo único que podía hacer era seguir ayudándolo, aunque las náuseas casi me estrangulaban al pensar en tantas posibilidades y formas de morir a manos de Juan.

“¿Tienes una idea mejor?… tenemos que protegerla hasta que despierte y encontrar un lugar que podamos fortificar. No conozco a nadie más allá de estos muros… no puedo luchar ni dispararle a un ejército de lobos”, dice.

Ningún lugar podía reforzarse contra una manada de licántropos furiosos. Y menos cuando todo lo que teníamos era una loba atada que no podía usar sus dones, a menos que estuviera en grave peligro; un humano entrado en años, no apto para ser médico, y una bruja dormida. Estábamos perdidos.

Me devane los sesos, tratando de pensar en el millón de lugares por los que había pasado en estas últimas semanas, y en como ninguno de ellos servía para esconderse.

Por mucho que nos escondiéramos nada impediría que nos rastrearan. Era diferente de cuando huía, yo estaba sola, y solo Colton tenía alguna razón para perseguirme. Además, yo tenía un par de días de ventaja para que mi olor se disipara…

¡Colton! ¡Por supuesto!

No podía creer lo estúpida que era por no ver que la respuesta era tan obvia. Por supuesto, el destino me guiaría y me llevaría de vuelta hacia él. Nunca había dejado de atormentarme psicológicamente cuando se trataba de ese chico, y siempre se aseguraba de que no pudiera olvidarlo aunque quisiera. Esta era la razón y este era un momento de necesidad.

La madre de Colton… él sentía un amor incondicional por ella y necesitaba encontrarla.

También su círculo interno tenía a algunos lobos feroces que harían cualquier cosa por él. Algunos eran de los más peligrosos del valle. Colton nos protegería, yo solo necesitaba salir para conectarme con él y que supiera que lo necesitaba. Que lo necesitábamos.

“Si… la tengo. Tengo a su hijo… y este tiene una manada, y sé que no me dejará luchar sola contra esto si le digo que tengo a su madre”, no le fallará; la ha estado buscando. Conocía su corazón y no era como el de Juan.

“¿Puedes confiar en él? ¿Incluso después de diez años al lado de su padre?”, el médico me lanzó una mirada recelosa y yo asentí sin ningún atisbo de duda.

Sabía la razón por la que dudaba de él, suponía que bajo la tutela de su padre podría haberlo convertido en su mini clon, pero Colton era mucho más fuerte de lo que yo creía. Tenía mente propia y no estaba de acuerdo con la forma en que Juan lastimaba a su gente.

“Colton no me defraudará. Si sabe que lo necesitamos vendrá. No tengo dudas al respecto. Estamos vinculados, no será difícil encontrarlo”, a no ser que el destino me quitara esa habilidad cuando marcó a Carmen, pero supongo que eso lo averiguaré en un momento.

No creo que sea tan cruel como para quitarme algo así cuando realmente necesitó usarlo para sacar a Sierra de este lugar en una sola pieza. El destino ha intentado restablecer el equilibrio y devolvernos todo lo que Juan destruyó.

“Bien, una vez que salgamos del edificio, deberías poder usar tus dones. Por lo tanto, te diré dónde estamos y hacia dónde vamos, ya que es posible que él pueda ayudarnos. ¿Es un plan? Sí, creo que sí. No me apetece morir esta noche, así que será mejor que seamos rápidos”, el médico empezó a perder esa descarga de adrenalina, jadeaba presa del pánico y parecía estar en modo ‘me estoy arrepintiendo y qué demonios he hecho, pero me importa una mi%rda’.

Me guio hasta la parte delantera del vehículo, cerró las puertas detrás de nosotros y les puso el seguro. Caminé en línea recta, agachada, por los oscuros confines de aquel pequeño espacio hasta llegar a los asientos delanteros, me senté en el lado del copiloto y le lancé una mirada inquisitiva mientras él se acomodaba en el asiento del conductor.

“¿Cómo vamos a subir, si estamos aquí dentro?”, le pregunté, suponiendo que había olvidado ese pequeño detalle, estábamos bajo tierra, pero cogió del salpicadero un radio de aspecto robusto y me lo mostró.

“Esta es una instalación muy costosa y de alta tecnología. Les gustan los controles remotos. Son como juguetes para hombres”, entonces, apretó un botón en el centro del control verde militar y casi me da un infarto cuando toda la plataforma se movió, sacudiéndonos bruscamente.

No solo se movía el vehículo en el que estábamos, sino que también se movían los otros tres. Empezamos a elevarnos con lentitud y dejamos atrás el nivel inferior.

Fue entonces cuando entré en pánico y los nervios se apoderaron de mí al comprender que nuestra huida probablemente iba a pasar a la historia como el peor de todos los tiempos.

La plataforma era muy ruidosa; crujía, rechinaba y resonaba a nuestro alrededor. Probablemente asustando a toda la fauna en un radio de cinco kilómetros. Le pido a Dios que él tenga razón respecto a haber noqueado a esos guardias porque, de lo contrario, iban a enterarse que estábamos huyendo.

Me tapé los oídos, encogiéndome, y me hundí en mi asiento, Tuve que resistir el impulso de cerrar los ojos con la esperanza de que esto fuera un mal sueño.

“Una vez que subamos y salgamos al exterior el edificio ya no tendrá ningún efecto sobre ti. Las paredes funcionan con algún tipo de frecuencia que no podemos oir pero en el exterior no funciona. Esta tiene que rodearte”, gritó explicándome detalles sobre algo que por el momento no me importaba, pero aquello toco una hebra sensible y me incorporé, parpadeando cuando eso llamo mi atención.

“¿Una frecuencia?”, voltee a verlo, sobresaltada, sintiendo que un recuerdo hormigueaba en mi cerebro.

No sabía por qué era importante, pero sentía que debía serlo. Mi miedo se disipó cuando una sospecha empezó a crecer en mi interior.

“Si, años de investigación han demostrado que ciertas frecuencias por si solas son de las mejores armas contra los dones de tu especie. Es realmente fascinante. Lo descubrimos cuando estudiamos la capacidad de algunos para emitir sonidos ultrasónicos y usarlos como arma”, comenta.

Eso era… el arma. La que usaron los vampiros para atacar mi casa también utilizaba frecuencias. Parpadeé, sin estar segura de sí estaba descifrando bien las piezas o si estaba equivocada.

El doctor parecía un poco nervioso, balbuceando como un potro desbocado, supongo que debido al estrés. Por lo que, tuve que preguntarle detalles precisos de la frecuencia que se utilizaba para detener e incapacitar a mi especie.

“¿Alguna vez, Juan utilizó esas instalaciones para fabricar algún tipo de tanque de aislamiento portátil, que emitiera la frecuencia, en lugar de introducirla en las paredes?”, apreté mis puños mientras intentaba encajar las piezas de un rompecabezas, sin saber si estas si iban juntas.

No sabía cómo cuadraban, puesto que casi me mataban a mí y a Colton. Sin embargo, parecía demasiada coincidencia que fuera así como se fabricaba un tanque de aislamiento.

“No querida, pero vendió la investigación hace unos años alegando que era rentable. En general, fue un descubrimiento inofensivo”, el médico me miró confundido y me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que estaba hablando.

“¿Inofensivo? Los vampiros atacaron nuestra montaña usando una frecuencia para impedir que nos transformáramos. Casi muero por culpa de esa estúpida caja negra, y si Colton no hubiera…”, me estremecí al recordar aquello, pero la idea de ir hacia Colton me reconfortó un poco.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar