Capítulo 66:

“Soy yo, he vuelto, bájame”, es un gruñido grave en tono masculino. En definitiva es un lobo, por lo que puedo darme cuenta.

Se pone de pie y voltea para mirar hacia la puerta principal que está abierta. Mi ritmo cardíaco aumenta a medida que los nervios me consumen y mi cuerpo empieza a temblar.

Juro que, por un segundo, creo que me mira directamente. Me echo hacia atrás aplastando mi espalda contra la corteza, y cierro los ojos como si de alguna manera eso me hiciera invisible.

Sin embargo, no estoy segura, ya que no parece reaccionar en absoluto, y es probable que esté siendo paranoica porque estoy asustada. De pronto, escucho un crujido, el zumbido del generador aumenta su ferocidad y todo el edificio emite un largo gruñido.

Miro hacia atrás, conteniendo la respiración para estabilizarme, tan rápido como para ver que la puerta empieza a cerrarse mientras comienza a descender, Al instante me doy cuenta de que el suelo se está moviendo y que él está bajando. Es, sin duda, una especie de ascensor y eso explica por qué, a simple vista, no hay señales de vida y también que el edificio sea pequeño.

Es engañoso y la puerta corredera oculta un medio de transporte que puede llevar a un auto a un nivel inferior. Eso significa que lo que haya ahí abajo es lo suficientemente grande como para albergar vehículos y eso me hiela la sangre,

No creo que sea una central eléctrica, no debería estar aquí.

Es obvio que abajo hay algo más y ahora que sé que un lobo está encargado de esta estación, no tengo ninguna posibilidad de encontrar algo digno de robar y salir sin dejar rastro. Todo en mi interior me dice que esto es una mala idea y que necesito alejarme de este lugar tan pronto como sea posible.

Cuando la puerta se cierra por completo, me dirijo frente al árbol en el que me he estado escondiendo y miro por encima el lugar donde está la camioneta, preguntándome si habrá dejado allí alguna cosa de valor. Puede que él tenga algo. No la cerró con llave y estaba solo. Tal vez encuentre un botiquín, comida, ropa o algo que pueda usar.

Él no va a salir de inmediato, y debo aprovechar su ausencia antes de que regrese. Puede que no se quede y, a juzgar por haber dejado su vehículo afuera, no creo que lo haga. Tengo que ser rápida e irme.

Corro a lo largo de la línea de árboles, manteniéndome en su lado interior y dentro de su sombra. Me precipito hacia su camioneta, utilizando la híper velocidad para llegar a ella rápido y ver su interior. Es una cuatro por cuatro todoterreno, cubierta de barro y escombros.

El vehículo perfecto para moverse por este terreno. Enseguida me doy cuenta de que no hay nada dentro. Ni siquiera basura ni nada a la vista que pudiera desear. Está limpia y libre de cualquier cosa que valga la pena.

No es lo que esperaría de una camioneta de uso frecuente, por lo que hace esto aún más extraño. Pareciera que no la usa seguido. Un último repaso fugaz con mis ojos me convence de que no hay nada de valor aquí.

Me apresuro a volver al borde más cercano de la maleza y empiezo a recorrer el camino de vuelta a mi campamento temporal sin mirar atrás, esta vez manteniéndome detrás de los árboles en dos filas. Mi respiración está agitada por el peso del pánico que crece en mi interior como una señal de alarma.

Los latidos de mi corazón vibran con fuerza en mis oidos mientras golpean mi caja torácica y se suman a mi terror. Ya no me siento segura estando tan cerca. Nunca debí aventurarme a encontrar este edificio, no sé en qué estaba pensando.

Lo último que necesito son problemas con lobos y edificios sacados de una película de James Bond en medio de los bosques. Esto tiene pinta de un filme de espías, y no estoy de humor para que me cuelguen de cabeza sobre una tina de tiburones por una información que no tengo.

Cuando el ruido del edificio vuelve a aumentar, no sé si es el suelo que se mueve de nuevo para reajustarse o si él está volviendo.

Me detengo en seco, instintivamente me tiro al suelo y me doy la vuelta, Me agacho donde estoy y observo, esperando con la respiración contenida, mirando a través de los troncos y los arbustos para ver la puerta, hasta que el ruido del interior se detiene. Sin embargo, la puerta no se abre. No ocurre nada, solo se escucha aquel zumbido otra vez.

No creo que haya sido él, pienso que tal vez el ascensor vuelve a subir cuando llega a un destino y me relajo un poco, expulsando el aire con alivio, moviéndome de nuevo de esta base de árbol a la siguiente para volver a mi posición.

Casi lo consigo cuando de pronto otro fuerte sonido me detiene en mi camino y me hace mirar hacia atrás con nerviosismo. Me encuentro asustada y tensa, con todos mis sentidos en alerta. Esta vez los ruidos son menos intensos, menos mecánicos y más parecidos a los de la gente normal

El edificio parece cobrar vida. Las puertas suenan, pero nada parece abrirse. Se oye un golpe. El deslizamiento de pernos quizá no lo puedo asegurar. Un pitido, un zumbido, como el sonido que hace un pistón, y luego puedo distinguir el balanceo de una pesada puerta de metal y grava que se desliza.

De repente unas luces se encienden a mí alrededor desde puestos ocultos más allá de los árboles. Me hace dar un salto, el corazón me da un vuelco y se me congela la sangre.

Me encuentro iluminada en un espacio que antes era oscuro, cegada por el repentino dolor que me causa su intensidad solar. Empiezo a parpadear, protegiéndome los ojos, mientras mi visión nocturna se desploma y me produce un dolor de cabeza instantáneo.

No esperaba que toda esta zona se iluminara como si estuviera bajo una lámpara de sol a corta distancia. De alguna forma me hace recuperar la cordura, por lo que me lanzo tan rápido como puedo hacia la oscuridad más cercana, esperando que no me hayan visto.

Las luces deben estar extendidas por encima de la cubierta en mástiles más alejados que no he visto, ya que todo a mi alrededor es más brillante que la luz del día, y no tengo ninguna dirección a la que dirigirme que me permita salir de ella rápido. Todo brilla tanto como el infierno.

Corro, dirigiéndome hacia mi montaña y no me concentro en nada más que en escapar. Al diablo con mi mochila y mis pieles, no las necesito en este momento.

Corro, esquivando troncos caídos mientras las ramitas y las hojas me arañan la cara y las manos desgarrando la piel al pasar. Mi respiración es agitada y ruidosa, estoy jadeando. Apunto a las sombras sin mirar atrás, en caso de que esto sea por mi culpa, tal vez él me vio. Sea lo que sea este lugar, nadie debe saberlo.

Agacho la cabeza y acelero al máximo, pero me detengo cuando un alarmante ruido penetrante me envuelve. Tiene un efecto horrible en mi cuerpo y en mis sentidos, haciendo vibrar mi cerebro dentro de mi cráneo mientras mi ser físico se desmorona. Me quedo inmóvil al instante y me cubro las orejas.

Es una alarma, tocando fuerte y con un tono que me causa dolor físico por su volumen. Resuena en el aire haciendo que el entorno se estremezca en una respuesta temblorosa. Mi corazón se eleva, hasta que creo que mi pecho va a explotar.

Mi cuerpo se esfuerza por convertirse en lobo para huir más rápido, pero no lo permito. Ahora necesito conservar esta ropa más que nunca y también necesito volver a mi árbol para coger mis cosas e irme en algún momento.

Mi instinto me dice que abandone todo, que por ahora me olvide de la ropa y que corra. Pero mi lógica me dice que me calme, que racionalice la situación y deje de reaccionar.

No podían haberme visto, ya que las cámaras apuntaban hacia abajo y no me aventuré cerca de las vallas. Tal vez miró hacia mi dirección, pero no vi ninguna señal de reacción o reconocimiento de que alguien estaba aquí.

Podría ser una coincidencia, hasta algo que hacen con normalidad, incluso sin alguien como yo al acecho. No podían saber que yo estaba allí, si es que había más de una persona. Y, ¿por qué reaccionarían así? ¿Qué podrían estar ocultando para que una joven como yo representara una amenaza?

Ese lobo podría haber estado solo. Aunque habló con alguien en lo que fuera esa cosa del intercomunicador, así que tal vez solo sean dos, y esto sigue siendo una red de energía de algún tipo.

Sé que mucho de esto contradice a lo que me dicen las otras partes de mi cerebro, pero la auto preservación tiene una forma curiosa de intentar sacudirte para que seas menos maniático. Mentirme a mí misma puede ayudar a disminuir el miedo y hacer que me mueva en lugar de enloquecer.

Intento tomar algunas respiraciones para calmarme y me repito que estoy exagerando. Esto es solo un simulacro o algo normal. Estoy bien. Estoy segura de que lo estoy.

El ruido silbante del viento me pasa por el oído izquierdo a una velocidad estrepitosa, provocándome un dolor intenso y obligándome a saltar para un lado y, al salir corriendo, me hace chocar contra los arbustos. Estoy a punto de tragarme mi propia lengua, me da un vuelco el estómago que, con el susto, casi se me sale del cuerpo, y casi tengo un ataque cardiaco.

En mi empeño por salir de la maleza, gateo entre los arbustos, que me pinchan y me rasguñan.

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