El destino de la huerfana -
Capítulo 65
Capítulo 65:
No hay nada cerca que parezca un buen lugar para instalarse, así que tal vez tenga que sacrificar una noche cómoda y envolverme en la piel del oso aquí mismo. No se me ocurre otra cosa que hacer.
Tengo dos opciones: ir a revisar el lugar para luego seguir adelante cuando sepa lo que es o acampar e inspeccionar al día siguiente. Estoy agotada. Necesito comer y no tengo energía para hacer casi nada.
Me levanto, con la mente dividida en dos, y traigo mi mochila conmigo, cargando su gran peso mientras intento tomar una decisión.
No quiero estar a la intemperie cuando caiga la oscuridad, ya que a pesar de no haber detectado ninguna criatura de la noche, no puedo estar segura de que no haya ninguna al acecho en las cuevas, o en los túneles subterráneos en los que me he encontrado muchas estos últimos días.
Todavía recuerdo las historias que contaban que los vampiros salieron de la tierra durante la guerra. Preferiría seguir con mi plan habitual de elegir un sitio y quedarme allí hasta el amanecer.
No me alejo mucho, ya que me doy cuenta de que hay árboles muy juntos en todas las direcciones, menos en una, y me dirijo hacia el edificio. Es la única parte aquí que tiene espacio para echarse, no voy a dormir en el claro que hay cerca.
Dudo que algún gato grande, oso o algo parecido pase mucho tiempo recorriendo su perímetro, así que torno la decisión de elegir un árbol con muchas hojas para trepar.
Es mejor que estar sentada en el suelo del bosque; dudo que pueda dormir de verdad si no he encontrado un buen lugar donde esconderme.
Subida a un árbol puedo atarme al tronco, dormitar de vez en cuando durante la noche mientras espero a que amanezca para investigar. Me dará un poco de seguridad, y al menos en lo alto podré defenderme si es necesario.
Me toma dar una vuelta completa para encontrar los tipos de árboles adecuados cerca de las puertas principales del edificio. Uno de ellos tiene bases anchas, múltiples ramas desde la mitad hacia arriba, con una cantidad extra de follaje y ramas retorcidas que se entrecruzan como plataformas.
Me meto entre dos árboles cercanos, a unos veinte pies de altura, donde sus ramas se unen y se enroscan para hacer un lugar de descanso extra ancho, y tengo que subirme con la mochila puesta, lo que me resulta más laborioso de lo normal.
Cuando llego arriba, consigo encontrar un lugar lo suficientemente llano como para que, con una de mis pieles extendidas, pueda acurrucarme en un hueco entre dos ramas paralelas y tumbarme sin tener que anclarme a nada.
Cuelgo mi mochila en un tocón y me acuesto encima de mi improvisada cama, estirándome y retorciéndome para ver lo cómoda que puedo estar. Sé que esto no es tan malo siempre y cuando no haga viento o lluvia esta noche. No quiero desenrollar pieles que podrían resbalar si doy vueltas mientras duermo llamando la atención de la fauna al acecho.
No tendré fuego para mantener a raya a algunas de las criaturas naturales aquí arriba, así que tendré que conformarme con carne fría, una cama llena de baches, y el susurro y el balanceo de los árboles para adormecerme. No creo que sea un problema, ya que ahora que estoy aquí arriba me pesan los ojos y tengo el cerebro nublado por el cansancio. Ha sido un largo día.
Me siento y observo el edificio a través del follaje por un rato, a salvo desde una distancia segura, viendo cómo las sombras se alargan y se convierten en parte del oscuro entorno a medida que la luz se desvanece con rapidez. Estoy agotada por mi larga caminata, así que acomodarme y empezar a quedarme dormida es más fácil que de costumbre.
No hay el habitual cúmulo de cosas pesadas en ri mente para que me mantengan despierta, y parece que son solo segundos de parpadeo y somnolencia antes de que me desconecte.
Me despierto con un sobresalto y me incorporo rápidamente, golpeándome la cabeza contra la madera áspera y gritando en silencio cuando vuelvo en sí. Debo de haber caído rápido en un profundo sueño, porque hasta hace un segundo todavía podía ver mi mano delante de mí, y ahora estoy en la más absoluta oscuridad y ni siquiera puedo distinguir sobre qué estoy sentada.
Me siento desorientada al principio, hasta que recuerdo dónde estoy y cómo he llegado hasta aquí, y mi barriga retumba porque no he comido. Me desperté de un susto y el corazón me retumba en el pecho mientras mi vista nocturna se pone en marcha, enfocando frenéticamente la zona que me rodea.
Todavía no sé exactamente qué me ha despertado. Me incorporo poco a poco, deslizando las piernas hacia arriba y me froto la frente, ahora magullada y abultada, mientras examino mi entorno en busca de algo. Respiro profundamente para calmarme y centrarme, dejando que mis sentidos se hagan cargo, en lugar de mi asustado cerebro.
No tardo en encontrar la causa una vez que me acomodo y miro con detenimiento. Hay un brillante camión negro aparcado entre la maleza junto a la valla, más cerca de la parte trasera del edificio donde me encontraba al principio. Está a unos diez pies más allá del camino improvisado.
Parece que acaba de llegar; tal vez el ruido y los faros son los que me han hecho alertar, y observo con la respiración contenida cómo alguien se desliza y rodea la valla para encontrar la entrada. Una fantasmal figura solitaria envuelta en la oscuridad. Es una alegría, pero también una enorme y alarmante preocupación, ver a otra persona.
La persona está vestida del mismo color que el camión: negro. Tiene puesta una capucha sobre la cabeza, por lo que no puedo ver su rostro, pero sé que es un hombre.
Es alto y fornido, y se mueve alrededor de la puerta, concentrado en su tarea y sin hacer ruido. El viento se levanta con suavidad y sopla en esta dirección, guiando su aroma hacia mí, y retrocedo conmocionada como si alguien me hubiera dado una descarga eléctrica en el trasero.
Es un lobo como yo. Es imposible no reconocer ese aroma particular que todos llevamos, lo que me alerta y despierta mi cerebro de inmediato. No tengo la más remota idea del por qué un licántropo estaría encargado de una planta de energía en medio del bosque.
Tal vez no sea para tanto, algunas manadas viven y trabajan con humanos; poseen trabajos normales mientras intentan hacerse pasar por uno de ellos. Podría tratarse de un empleado de la compañía eléctrica que, por alguna razón le gusta frecuentar el edificio deshabitado en medio de la noche. Estoy segura de que probablemente sea algo normal o tal vez tiene una labor especial que hacer a esta hora de la noche.
Aunque no parece ser factible, y es demasiado extraño que durante todo el camino hasta aquí, en el que he estado sola por semanas, la primera persona con la que me encuentro sea alguien como yo. Es demasiada coincidencia, sobre todo porque he venido aquí siguiendo una profunda intuición y sueños estúpidos con Sierra Santo.
Lo observo, entrecerrando los ojos a través del follaje mientras intento ver hacia dónde se dirige, pero las puertas lucen oscuras desde este ángulo, y él desaparece detrás de los árboles que se sitúan entre nosotros.
No quiero perderle la pista por si de alguna manera se dirige hacia aquí sin que yo lo vea y termine al pie de mi árbol. Dudo que sea un descubrimiento bien recibido.
No lo pienso ni un segundo más y me deslizo. Bajo silenciosamente del árbol y me arrastro hasta que puedo verle de nuevo desde otro ángulo, agachándome detrás de una roca y manteniéndome a esa altura.
Mis sentidos están en alerta máxima, y me consuela el hecho de que el viento sopla en mi dirección, así que no podrá percibir mi aroma. Estoy a salvo desde esta distancia si no me ve moverme.
Me arrastro en cuatro patas, manteniéndome quieta y escondida detrás de un tronco caído para tener una mejor visión mientras sigo su rastro. En el momento en que descubro dónde está, mis ojos escaneando la valla y el camión, ya está dentro del recinto y pegado a la puerta. Se mueve rápido y eso confirma que es uno de los míos.
Oigo un pitido, un clic, como si abriera algo o tuviera algún tipo de llave, y la puerta se desliza hacia un lado delante de él.
No se abre hacia fuera como esperaba, sino más bien como algo parecido a la puerta de un ascensor que se desliza fuera de la vista, lo cual es extraño para un edificio con poca tecnología.
Sin embargo, desde aquí puedo ver el interior, y no parece haber nada en absoluto en la puerta, lo que lo hace aún más extraño. Parece una caja de concreto vacía, no hay ninguna sala interior grande, ni paneles de control, ni nada más por lo que puedo ver. Eso solo hace que la puerta que se desliza sea más extraña, si no oculta nada.
Me acerco un poco más, sin estar convencida de que estoy viendo la imagen completa, llegando a la última línea de árboles antes del claro, y me pongo de pie para deslizarme por detrás de uno para echar un vistazo. Sé que es una estupidez acercarme tanto a él, pero necesito ver qué hay.
Este lugar me tiene muy confundida en cuanto a su propósito o cuál es su importancia para mis instintos. Entra, voltea y mira algo a la izquierda, justo detrás de la puerta. Se inclina, agachándose ligeramente, para que su cara quede a la altura de un panel que no puedo ver.
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