Capítulo 39:

Se sonroja levemente, su rostro enrojece a la altura de sus pómulos y supongo que recibió un mensaje silencioso, lejos de los atentos oídos. Para salvar las apariencias, Colton lo hizo indirectamente, demostrando que se preocupa por su amigo, incluso si estaba enojado por haber cuestionado su autoridad.

‘No tardaré mucho, intenta no relacionarte con Carmen’, su voz fue como un último golpe persistente, provocando un hormigueo mientras avanzo para alejarme.

Asiento con la cabeza hacia él, ni cerca de sentirme tan segura como pretendo estarlo, antes de girar sobre mis talones, sintiéndome completamente nerviosa, y dejo que Matteo me guíe con esa sola mano sobre mi hombro.

Reconozco a Matteo por los recuerdos que tengo, al igual que Colton, ya que siempre han estado juntos, como hermanos o sombras inseparables. Tener los recuerdos de Colton me muestra que son los mejores amigos, pero Matteo también es uno de sus comandantes y confía completamente en él.

Él es quien se burló de él ese día en el lago, de acuerdo al recuerdo que Colton me mostró, y supongo que ya sabía desde hace mucho tiempo que Colton estaba enterado de quién era yo. Que Colton albergaba algún tipo de sentimiento juvenil. Que incluso de niños, el destino estaba tratando de atraerme hacia él.

Mientras camino junto a él, uno al lado del otro, me doy cuenta de que es un hombre tan alto e igual de ancho como Colton.

Comparten ciertas similitudes y me pregunto si tal vez son primos, o tienen lazos de sangre muy cercanos para parecerse tanto. Tienen las mismas cejas gruesas y rectas, y el cabello negro un poco desordenado, como si tuviera rizos naturales, aunque el cabello de Colton era más corto, lo que hacía que fuera más fácil distinguirlos.

Tenían los mismos ojos de color marrón oscuro, un latino tono de piel bronceada y la mandíbula cuadrada, aunque Matteo no estaba tan bien afeitado o arreglado. Su cabello no se encontraba tan corto o arreglado, y sus cejas no eran tan angulosas y estaban arregladas.

Matteo lucía como la versión más ruda y menos arreglada de Colton, que acababa de levantarse de la cama y se había colocada la primera ropa que había encontrado. Tiene una particular cualidad, es menos concentrado y agudo.

Colton se enorgullece de su apariencia y su ropa, y es obvio para todos que proviene de buena familia cuando lo ves en un día normal. Simplemente rezuma esa apariencia sin esfuerzo, vistiendo marcas caras y tenía confianza en sí mismo.

Matteo lucía menos preocupado con sus desgastados jeans descoloridos y su sudadera gris, que tampoco parecía de diseñador.

“Entonces, eres Alora…. del clan Whyte, ¿cierto?”, asiente mientras esquivamos a las personas que caminan a paso rápido, sin olvidarme de cuántos miran en mi dirección, con burlas y miradas extrañas, a la vez que los pasamos mientras se dirigen a sus habitaciones, o hacia donde sea que tengan que ir.

Notan mi presencia, y las vibraciones que capto me dicen que la gente sabe quién soy, o que saben que soy responsable de la destrucción de la casa de su manada.

Intento ignorarlos, bajando la barbilla para evitar el contacto visual y exhalo en silencio para hacer que todo desaparezca.

Todos aquellos que salen de la habitación, comienzan a causar caos en el estrecho corredor, y no soy capaz de decir en qué dirección nos estamos moviendo, ya que somos muchos los que estamos allí, casi como hormigas evacuando una guarida que se derrumba a través de la única ruta de escape. Se siente claustrofóbico.

“Sí, creo que cuando niños solíamos jugar en los mismos lugares”, respondo distraídamente, mientras evito colisionar con quienes transitan cerca, tratando de ser cortés, pero a la vez demasiado ocupada esquivando a los grandes hombres que empujan y tratando de no ser pisoteada.

“Lo hicimos. Me acuerdo de ti. Tenías un hermano, Jasper, quien tenía mi edad”, la mención de su nombre, de la boca de otra persona, me golpea inesperadamente, y tengo que morderme el labio para detener la repentina inhalación a causa del dolor que inflige.

Incluso después de todos estos años, nunca lamenté su pérdida por completo. Trato de jamás pensar en ello y lo reprimo cada vez que sale a la superficie.

“Lo tengo. Nunca regresó de las guerras”, es una audible y rápida dolorosa respuesta, mi voz vacila, mientras sacudo la cabeza para expulsar la visión de él, con una apariencia tan parecida a la de mi padre, y vuelvo mis ojos hacia suelo para observar mis pasos.

El comentario sobre su edad significa que Matteo es mayor que Colton por al menos cinco años, si no más, por lo que es extraño que Colton sea el sub alfa y no Matteo. Aquello me da algo más en lo que concentrarme y no en el recuerdo de un hermano, al cual nunca volveré a ver.

“Lo siento, no tenía la intención de molestarte. Supongo que estaban equivocados al decir que el tiempo todo lo cura”, parece momentáneamente inquieto y sonrío en su dirección, volviendo mis ojos hacia los suyos mientras encojo mis hombros en un gesto compasivo. Nunca es el momento adecuado para tener ese tipo de incómodas conversaciones.

“No estoy acostumbrada a que otras personas digan su nombre. En nuestro hogar estaba prohibido hablar de nuestros seres queridos, porque son vistos con vergüenza. Le han fallado a nuestra gente al morir”, digo con los dientes apretados, a la vez que mis extremidades se tensan, mientras pronuncio las palabras que escuché en muchas ocasiones.

Matteo frunce el ceño, un sombrío destello en las profundidades de sus ojos, una reacción que insinúa que no entiende, y luego desaparece.

“Por aquí”, Matteo cambia de tema y señala un corredor que se desvía a la derecha desde donde estamos, sacándonos de la aglomeración de personas y llevándonos a un silencioso pasaje vacío.

Se queda de pie por un momento mientras observa a su alrededor y puedo decir que está hablando mentalmente, probablemente diciéndole a la manada hacia dónde nos dirigimos. Le toma un minuto, más o menos, y luego regresa su atención a mí.

“Los demás están en camino, por lo que podré mostrarte el lugar antes de que lleguen aquí”, dice y continúa su camino por el oscuro pasillo y abre una puerta al final con el uso de un teclado.

Se abre una pesada maciza puerta de madera de cerezo y revela una habitación ya iluminada en el interior. Tiene luces que funcionan, por lo que supongo que primero comenzaron a reemplazar las ampolletas aquí abajo, y entramos, dejando que la puerta se cerrara detrás de nosotros.

Era como un gran estudio de la época del viejo mundo, con enormes sillones de cuero y una enorme pared que abrazaba la chimenea a un costado.

Hay un gran escritorio de nogal con una pesada silla acolchada de color verde oscuro detrás, ubicado en el centro. Sofás de cuero verde oscuro a juego junto a dos de las paredes; estanterías que cubrían otra y lo que parecía un mini bar en el hueco que dejaba la puerta.

Una gruesa alfombra de piel de animal se extendía por debajo de nuestros pies, creo que podría ser un oso pardo, o algún animal enorme de pelo áspero, y, absolutamente, no había ventana allí.

“Cada manada tiene una sala común para pasar el rato, vincularse y hablar sobre negocios. La nuestra es obviamente la mejor debido a que tenemos la suerte de que nuestro Alfa sea el hijo de Juan Santo. Es una ventaja a medida que obtenemos favores”, no puedo determinar si está hablando en serio o siendo sarcástico, y no percibo ninguna malicia real en su tono.

Es algo extraño de decir si no está tratando de ser un idiota. Me indica un asiento mientras camina hacia la chimenea, presiona un botón y llamas se encienden al instante. Pensé que eran reales, pero asumo que es gas.

Me siento cerca de él en uno de los sillones, no hace mucho frío, pero mirar las llamas siempre me ha traído una sensación de calma y me hace recordar otro tiempo y lugar cuando mi madre cepillaba mi cabello junto a nuestra chimenea.

Un tiempo en el que no tenía preocupaciones en el mundo, cuando me sentía segura y amada, acurrucada en el regazo de mi familia. Trato de no detenerme en ello y miro fijamente hacia las profundidades, vaciando mi mente.

“¿Quieres beber algo?”, Matteo atrae mi atención hacia él, quien ahora está en la barra de madera oscura y vidrio y niego con la cabeza.

Lo último que necesito es adormecer mis sentidos y emborracharme con un tipo, o manada, que no conozco y tiene muchas razones para tratarme cruelmente. Ya estoy nerviosa por su llegada, haciéndome imposible relajarme, incluso si parece más tolerante conmigo que la mayoría de esta manada.

‘¿Te encuentras bien?’, la voz de Colton llega fuerte y clara, controlándome, y por un segundo me reconforta que lo haga, ya que tal vez sintió mi nerviosismo.

Su voz es como ese sonido hogareño que nunca supe que necesitaba, y me encuentro exhalando, como si hubiera estado conteniendo la respiración, mientras me recuesto en la silla con menos rigidez.

‘Solo espero a los demás, mientras estoy sentada junto al fuego’, respondo, tranquilizándolo y esperando sonar lo más cómoda posible de la misma manera en que pretendo estarlo.

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