Capítulo 147:

Al punto se dispersó como un velo, empujando la niebla hacia el fondo. Meadow me observó con silenciosa expectación y luego vimos que se formaba una especie de cúpula, mientras la niebla se replegaba rápidamente hasta el fondo, como si alguien le hubiera lanzado un soplo bastante brusco.

Era más suave de lo que esperaba, pero yo desconocía la naturaleza de ese hálito verde y había usado una fuerza innecesaria.

Por fin se despejaron los alrededores, dando paso a una claridad repentina, y los lobos se quedaron inhalando el aire fresco mientras nosotras conteníamos la respiración. Ahora, a la luz de la mañana y a tan corta distancia, advertimos que los que estaban en primera línea nos miraban con ojos asesinos.

Los demás se amontonaban detrás, rodeando al alfa como si esperaran algo. Todos los lobos atrapados en ese repugnante vaho verde se habían apiñado frente a nosotras, y ni uno solo tenía los ojos color ámbar.

Estaban esperando a que Colton hiciera un movimiento, respetando la jerarquía de la manada a pesar de encontrarse bajo los efectos del hechizo.

Entonces él levantó la vista y observó cómo la niebla se disipaba, retirándose como la marea y el aire volvía a la normalidad, luego inclinó la barbilla y me miró fijamente. Sus ojos seguían siendo pozos negros y venenosos, mientras echaba a correr hacia mí a través del claro.

Dio un salto enorme, con tal ferocidad que todo su cuerpo se estremeció contra el velo invisible.

El muro de aire frente a nosotras vibró, ondulándose terriblemente mientras el impacto lo llevaba al límite. El efecto se extendió en cascada por todas partes, como si hubiera sido golpeado por un estampido sónico.

Afortunadamente, resistió, y vimos a Colton caer de espaldas al otro lado, aterrizando sobre sus patas traseras.

Me eché hacia atrás del sobresalto, al ver que Colton se incorporaba para golpear la barrera por segunda vez, a la altura de mis ojos. Los demás le siguieron, en un intento desesperado por atravesar la barrera mágica que nos separaba.

Supuse que esperaban derribarla con un esfuerzo conjunto, y mi respiración se volvió agitada mientras un terror frío me paralizó. Si conseguían atravesarla, ¿Entonces qué?

De pronto, oí el pavoroso crujido de los dientes de todos, mientras se transformaban en lobos, e inmediatamente comenzaron un ataque frenético. Se convirtieron en un amasijo de cuerpos peludos, bloqueando la luz, en un intento de trepar juntos hasta lo alto para alcanzarnos.

“¡Vamos, tenemos que ir con Sierra! ¡Ahora! Ella podrá decirnos qué demonios está pasando, Chica. Esto es aterrador, carajo. ¡Ellos no nos reconocen!”, Meadow le lanzó una última mirada desesperada a Cesar, con los ojos llenos de lágrimas.

Miré a Colton, temerosa de hacer contacto visual, me dolía mucho verlo así. Mi corazón se partió en dos, era como un extraño y parecía como si todo su amor y humanidad hubieran desaparecido.

No lo reconocía porque nunca se había comportado de esa manera. Retrocedí mientras él arremetía una y otra vez contra esa barrera de cristal irrompible, parecía tener una necesidad insana de acabar conmigo. La sed de sangre los consumía, como si fueran vampiros en busca de alimento.

“Váyanse a la mi%rda!”, les grité a todos, con las emociones a flor de piel y un fuego ardiendo en lo más profundo de mi vientre.

Todo aquello hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas; el corazón se me partió mientras estampaba con rabia mi mano contra la pared en un último intento por detenerlos.

El muro de lobos y niebla se dividió justo por el centro, como si una fuerte ráfaga de viento los hubiera atravesado, recorriendo kilómetros y creando algo así como un túnel enorme.

Colton, Cesar y algunos de los demás salieron despedidos gracias a mi certero movimiento y se dispersaron entre la maleza del bosque entre aullidos de asombro, antes de caer de pie y voltear a verme.

Estaba claro que mis dones no estaban limitados por la frontera, así que sin duda eran ellos los que no podían entrar; la niebla les había hecho algo que significaba que ya no eran reconocidos como miembros de nuestra manada, de nuestra sangre O como nuestros compañeros.

Me di la vuelta y la seguí a toda velocidad, ya no dudé en alejarme de lo que mi corazón ya no soportaba ver. Cuando nos topamos con algunos de nuestros centinelas, los cuales caminaban por el sendero, se veían tan confundidos como nosotras.

“La niebla le ha hecho algo a la manada, no pueden entrar. Asegúrate de que nadie cruce la línea rúnica o se acerque demasiado al límite hasta que yo diga lo contrario. Comunícalo a través del enlace. Que todo el mundo se quede en casa, a salvo hasta que resolvamos esto. Es una orden. El alfa no es de fiar, aunque se pare en la frontera… ¿Entendido?”, espeté con agresividad.

Las lágrimas empezaban a cegarme, pero tuve que aguantarme y recomponerme para aparentar que tenía el control. Meadow se había tornado melancólica y taciturna, pero sus emociones se filtraron y pude percibir que su angustia era igual a la mía.

Los guardias asintieron y voltearon a verla como si esperaran que dijera algo, parecían igual de asustados dado que no eran de nuestros centinelas habituales, sino algunos de los machos de la aldea. Todos nuestros luchadores, guerreros y nuestros hombres más fuertes estaban ahí fuera, en la niebla, con nuestro alfa.

No podríamos estar en una posición peor si lo intentáramos. Los habíamos perdido a todos de un solo golpe. En un abrir y cerrar de ojos, una tragedia nos había arrebatado literalmente a todos nuestros protectores.

Llegamos a la puerta principal rápidamente y nos dirigimos al cuarto de la madre de Colton, subiendo las escaleras sin detenernos, pero nos la encontramos a mitad de camino, justo cuando venía corriendo a nuestro encuentro.

“¿Lo viste?”, pregunté con brusquedad mientras acortábamos la distancia, y tomé con pánico sus pequeñas y frías manos.

La preocupación y la confusión estaban escritas en su delicado rostro. Ahora mismo, no parecía una figura materna, sino una joven y asustada mujer que buscaba que yo le diera respuestas.

“Lo hice. Algo trepó por las paredes de la frontera y se puede ver desde todas las direcciones de la casa. ¿Qué está pasando? Hay tantas emociones horribles en el aire y ruidos de lobos aullando en el bosque”, Sierra estaba pálida y temblorosa, las palabras se le atoraban en la garganta y casi no había podido pronunciar lo último; yo la miraba con el ceño fruncido.

Nosotras no los habíamos oído de nuestro lado, lo cual significaba que había algunos detrás de la valla y alrededor de la frontera, el viento había mantenido sus aullidos ocultos. En este momento, debían de estar rodeándonos, buscando cómo entrar.

“No lo sabemos. La niebla atrapó a más de un tercio de nuestra manada, es decir, a más de la mitad de los lobos adultos, y Colton, está con ellos; se comportan de manera diferente. Creo que es una especie de maldición, un hechizo o algo así”, balbuceé mientras las lágrimas quebraban mi voz y enronquecían mi garganta.

Meadow estaba pálida y miraba por encima de la cabeza de Sierra hacia la ventana del pasillo, observando como la niebla ascendía y llegaba hasta la mitad de donde estábamos. Se me encogió el estómago y recé para que no llegara más alto de lo que lo hacía nuestra magia. No sabía de qué otra forma podríamos detenerla si no teníamos las runas.

“¿Diferente cómo?”, preguntó la Rema y Meadow no dudó en poner sus dedos en su sien para mostrárselo, Pensé que ella estaba en estado de shock y no sabía qué hacer o decir.

Ver a Cesar de esa manera, la había conmocionado porque sabía que, a pesar de su naturaleza fogosa y fuerte, él era su mundo y ella se desmoronaría sin él. Habían sido pareja desde su adolescencia, y con los años se habían convertido en uno solo. Ahora mismo, ella parecía no saber cómo funcionar.

Yo solo llevaba seis meses vinculada a mi compañero y, a pesar de lo mucho que lo amaba, seguía sabiendo que podía ser fuerte por mí misma, ya lo había demostrado en el pasado. No estaba tan acostumbrada a depender de él en todos los sentidos como para estar tan perdida como ella.

A medida que los recuerdos se iban filtrando, sus ojos se abrían horrorizados al ver lo que habíamos hecho, por lo que cubrió la mano de Meadow con sus dedos temblorosos mientras inhalaba bruscamente.

Su piel, ya de por sí pálida, se volvió aún más blanca, su cuerpo se debilitó y se tambaleó, de modo que estiré la mano para sostenerla.

“No puede ser. Incluso con múltiples ejecutantes, ese tipo de magia oscura es casi imposible de activar a tal escala. Esto no lo hizo una bruja normal ni es un simple hechizo. Esto va más allá de mis conocimientos o habilidades”, se agarró a mis brazos extendidos para estabilizarse mientras flaqueaba y yo la miré parpadeando, con la boca seca al darme cuenta de que se trataba de algo grave.

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