Capítulo 145:

“Van a darle algo para que pueda dormir. Pienso que deberíamos turnarnos para montar guardia a su lado hasta que esté mejor. Voy a avisarle a Sierra, tal vez durante unos días podamos rotar y cambiar a las mujeres para consolarla y apoyarla. Así no estará sola”, no sabía qué más hacer, porque este caso era diferente al mío.

En aquel entonces yo era muy joven y además, estábamos acostumbrados a vivir en paz desde hacía muchos años, así que el pesar me abrumó totalmente cuando mataron a mi familia.

Pero ahora, el horror de perder a alguien era más frecuente que una década atrás. No tenía experiencia de cómo consolar a otra persona por algo así, porque yo nunca recibí consuelo alguno cuando me ocurrió.

De pronto, un lobo irrumpió en la enfermería, sobresaltándonos.

“¡Luna Alora, Luna Alora!”, enseguida, di un salto ante la urgencia de su voz. Nos volvimos hacia él, mirándolo con enojo por habernos asustado de esa manera.

“¿Qué sucede?”, pregunté con aspereza, detestando la zozobra en sus palabras y lo asustado que se veía.

Mi estómago se revolvió con inquietud ante esta súbita aparición y por instinto supe que algo andaba mal.

“Venga rápido, hay algo… en el aire”, balbuceó confundido, levantando las manos para hacerme señas.

“¡¿Qué?!”, Meadow y yo intercambiamos miradas, pero igual lo seguimos a toda velocidad, dejando a Carmen al cuidado de los médicos. Nos apresuramos hasta la entrada principal del camino para ver de qué estaba hablando el hombre.

Y tal como él había dicho, vimos con asombro que había una especie de niebla verde en el aire, a lo lejos en la montaña, que parecía rodar hacia abajo y hacia el bosque a gran velocidad, como un pesado palio deslizándose sobre el paisaje.

Era como humo, o más bien, una nube densa moviéndose con alarmante rapidez y tragándose a su paso todo lo que estaba la vista.

Llamé a Colton rápidamente, sintiendo un miedo sobrecogedor.

‘¡Colton! Algo viene hacia la manada… una especie de niebla verde, ¡Vuelve aquí ahora mismo!’, quizá el aún no había levantado la vista, puesto que estaba ocupado en el bosque, en cuyo caso no podía haberla visto venir hacia ellos.

No sabía lo que era, pero mis sentidos me alertaron de que deberían alejarse de aquello, fuese lo que fuese, y volver aquí, a la seguridad de la frontera marcada por las runas.

“¿Qué diablos será eso, chica?”, preguntó Meadow, mirando fijamente lo mismo.

Observamos con horror como se extendía de lado alado a través del bosque, expandiéndose a medida que se movía y abarcándolo todo.

En la distancia, notamos que la niebla comenzó a curvarse alrededor de la granja y continuó en esa dirección. Parecía aumentar de tamaño, volviéndose más y más densa y ganando velocidad.

La respuesta de Colton me llegó enseguida.

‘¡La vemos! Nos estamos moviendo, pero es rápida como el inferno y casi está aquí. Estamos regresando’, sus palabras calmaron en parte mi ansiedad, pero sea lo que sea, no era un fenómeno natural y la forma en que bajaba de la montaña era verdaderamente alarmante, Hacía mucho tiempo que sospechábamos que los vampiros usaban la montaña para permanecer lo bastante cerca y para lanzar ataques.

Tal vez hayan hecho un túnel atravesándola, aunque seguramente la usan como puntos de observación para escudriñar las tierras circundantes. Sabíamos que entre sus filas había brujas, y eso no me gustaba, incluso si no se trataba de otra cosa que una inofensiva niebla de color extraño,

‘¡Colton, escucha! ¡Se está extendiendo, apoderándose del bosque y rodeándonos!’, mi enlace mental no ocultaba el pánico en mi voz trémula, al tiempo que mi corazón se aceleraba, porque lo único que podía hacer era ver este monstruoso hálito denso engullendo el paisaje sin esfuerzo.

‘Quédate dentro de la propiedad. Puede ser un nuevo truco de los vampiros para poder moverse a plena luz del día. ¡Quédate detrás de las runas! Nosotros vamos en camino’, respondió.

Me aferré a la mano de Meadow. Por la manera en que ella tenía los ojos fijos en la niebla, supe que estaba enlazando a César para prevenirlo, mientras aquella cosa seguía avanzando hacia nosotros con una rapidez mortal.

Por un momento me pareció que había transcurrido una eternidad y no los pocos segundos que fueron en realidad. Ambas nos quedamos inmóviles, en silencio y a la espera.

‘¿Dónde estás ahora, Colton?, ¿Cuánto les falta para llegar?, lo apremié.

Golpeé el suelo con mi pie humano y desnudo sobre la grava, sin embargo, permanecí ajena al dolor. Únicamente podía enfocarme en ellos, así que mi corazón y mi alma estaban puestos allá afuera, con la esperanza de que Colton y los demás vinieran a mí a salvo.

‘No muy lejos, casi…’, esperé en vano a que terminara la frase y luego miré a Meadow, quien me devolvió la mirada arrugando el semblante, para darme a entender que su vínculo con César también se había roto.

Pude sentir como la preocupación se arremolinaba en nosotras y algo así como un amago de pánico, mientras esperábamos en medio del silencio interminable.

‘¿Colton? ¿Qué tratabas de decirme?’, pregunté, esperando pacientemente a través del enlace una respuesta que no llegó.

En cambio, me asaltó una soledad espeluznante, como no había experimentado en mucho tiempo, no desde que Colton me rechazó tantas lunas atrás.

Angustiada, mi ansiedad interna empezó a relucir, mientras me obligaba a establecer de nuevo la conexión, pero todo lo que sentí fue que estaba frente a un espeso y negro muro.

En eso, Meadow dio unos cuantos pasos adelante, mirando fijamente la línea de los árboles, tratando de concentrarse intensamente en recobrar su vínculo con César. No podía ser una coincidencia.

“Él ya no responde”; le dije, con la angustia subiéndome por la garganta, pero ella siguió acercándose hasta llegar al borde de la arboleda.

Noté que su rostro se puso rígido y sus húmedos ojos se desorbitaron, mientras la zozobra crecía en ella. Entonces señaló hacia delante de repente con un dedo tembloroso.

“¡Creo que puedo verlos venir por el bosque…! Se mueven rápido, pero la niebla les pisa los talones… ¡Ya está a su alrededor!”, inmediatamente, me puse a su lado, con el corazón dándome un vuelco, y me esforcé por atravesar con la mirada la neblina en el bosque, a la tenue luz del amanecer.

Los árboles se apiñaban, pero ella tenía razón, porque vi sombras oscuras semejantes a lobos moviéndose en nuestra dirección como relámpagos. Entonces suspiré de alivio, exhalando con fuerza, y sintiendo que las extremidades se me aflojaban un poco. Estuve a punto de reír por la alegría.

“Tal vez la niebla bloquea nuestros poderes, como hace la frecuencia”, dije.

Pero Meadow negó con la cabeza y señaló hacia las sombras.

“¡No lo creo! Juraría que algunos venían hacia aquí en forma de lobo, así que seguramente sus facultades siguen intactas, Necesitamos acercarnos al límite y ver qué les impide llegar. Ha pasado demasiado tiempo… ¡Ya deberían estar aquí!”, dejé de regocijarme interiormente y me di cuenta de que ella tenía razón.

A pesar de que los vimos muy cerca, tanto como para alcanzarnos en menos de un segundo, no conseguían llegar más allá de las runas del borde. ¡Algo los detenía al otro lado!

Entonces la aparté.

“No hay necesidad de acercarnos. ¡Mira!”, me dispuse a usar de nuevo mis habilidades, levanté mis manos, presionando palma con palma y señalé hacia adelante, como si quisiera cortar el bosque con ellas.

Después, con lentitud, las separé, dividiendo los árboles y empujando el follaje y las ramas hacia atrás, para que pudiéramos ver el camino que se extendía hasta los límites.

A través de este túnel, pudimos ver que la neblina ya se encontraba en el borde y trepaba por nuestra pared protectora invisible, elevándose más y más para sobrepasarla. Había sofocado todo a su paso, y el vaho espeso no nos dejaba ver otra cosa.

Era obvio que la antigua magia de los ancestros de Sierra lo detenía, pero nuestros lobos no conseguían pasar a través de la densa niebla, y ya no los veíamos venir hacia nosotros.

“¿Por qué no llegan? ¿Por qué no responden?”, pregunte aturdida, el miedo esparciéndose lentamente a mi alrededor una vez más.

Sabía que si Colton pudiera vincularme, sin duda ya lo habría hecho. Por lo tanto, algo se lo impedía. Nuestra comunicación se había interrumpido porque aquello, sea lo que sea, la había interrumpido, obligándolos a quedarse ahí fuera.

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