Capítulo 143:

“Carmen, lo siento…. lo siento mucho”, Colton trató de silenciarla, pero su voz se quebró cuando sus propias lágrimas comenzaron a caer sobre su cabeza inclinada, como gotas de lluvia.

Él le acarició el cabello y la apretó con fuerza, entre tanto yo observaba aturdida y con incredulidad la tragedia que no pudimos evitar. Ahora, debía cargar en mi corazón el peso de la culpa, un peso que Colton ya comenzaba a soportar.

No sabía cómo arreglar esto.

Los vampiros habían hecho esto y dejaron a Tawna a propósito para que la encontráramos. Su sangre era fresca, podía olerla, y la presa aún estaba caliente. En las inmediaciones quedaban rastros de su calor y aroma, como si su alma todavía perdurara.

Sentí el desvanecimiento de sus emociones y miedos en el aire circundante, porque eran demasiado recientes, y mis facultades se encerraron, atormentada por lo que estaba percibiendo. Ellos sabían que la estábamos buscando y, sin embargo, esperaron hasta que estuvimos muy cerca para acabar con ella. No podía entender el motivo.

¿Qué juego macabro era este? Parecía como si los vampiros nos hubieran atraído hasta aquí por diversión. Examiné los alrededores con cuidado, tratando de discernir si era una trampa, después de todo, habíamos acudido en gran número.

Pero no encontré nada, ellos se habían ido, dejando solo el caos. No había indicios o rastros de que estuvieran cerca, y ni siquiera tenía la sensación de que nos observaran.

“¡Meadow! Lleva a Carmen y a Lorey de regreso a casa. No es necesario que se queden aquí”, Colton hizo que mi atención se centrara en él nuevamente, para darme instrucciones, y Meadow apareció detrás de mí como una sombra repentina.

Observé que los demás venían hacia nosotros, así que volvimos a agruparnos como una unidad. Obviamente, Colton los había convocado, y el grito de Carmen los condujo inmediatamente al lugar.

Entonces él se levantó al mismo tiempo que alzaba a la temblorosa muchacha. Volví la mirada rápidamente, mientras él seguía abrazándola con dulzura, dejándola apoyarse totalmente sobre él.

Un remolino de desagrado creció como una brasa caliente en mi interior, aunque sabía perfectamente que él solo se mostraba compasivo, como debía ser un alfa, y que no había motivo alguno para sentirme amenazada.

“¡Ven, vamos!”, dijo Meadow, inclinándose para hacerse cargo de Carmen y apartarla de los brazos de Colton. Las lágrimas aún corrían por mi rostro, refrescando mi piel, y los miré de nuevo con estupefacción.

Al ver que Carmen se alejaba de Colton, me disgusté conmigo misma, sonrojándome de vergüenza por sentir aquellos celos egoístas. A veces era estúpidamente posesiva con él, y eso no era nada encomiable.

Inevitablemente, volví a fijar la atención en el caos, y el impacto me asaltó de nuevo, pero procuré calmarme mientras Meadow se acercaba con Carmen.

Ella pareció quebrarse ante la repentina liberación de los brazos de Colton y una vez más se lanzó hacia los restos de su madre en ciega histeria. Un sollozo doloroso escapó de sus labios, pero en esta ocasión yo fui más rápida, ya que ella estaba más cerca de mí que de él.

Meadow se sobresaltó ante su brusco cambio de dirección y no tuvo oportunidad de sujetarla, pero yo alcé mi mano, la levanté en vilo y la atraje con firmeza en el aire, para traerla de vuelta con un movimiento fluido.

Gracias a mi don, que nunca fallaba, hice que tocara suavemente el suelo y la mantuve a mi lado. Carmen se quedó inmóvil, con los ojos muy abiertos, asombrada ante lo que yo acababa de hacer.

La sorpresa la había dejado sin palabras, entonces la solté y Meadow enseguida la agarro por la muñeca, para que no pudiera escapar por segunda vez.

“¡Carmen! ¡Vuelve a casa con Meadow inmediatamente!”, resonó el comando alfa de Colton.

Sin más oportunidad para un segundo intento, ella giró de mala gana sobre sus talones para obedecer. Su piel se veía blanca y húmeda, sus ojos vacíos y nublados y todo su cuerpo hundido de pura miseria. En su aura se reflejaba el más profundo pesar.

“¡Lorey, espera! Ven aquí, cariño”, Colton se movió hacia mí y me tomó en sus brazos para acariciarme.

Con un gesto de afecto, disipó todos mis celos, abrazándome como nunca lo haría con alguien más.

Era un abrazo que gritaba a voces ‘te necesito’, capaz de fundirnos en uno y muy diferente al abrazo que le dio a Carmen. Enterró su cara en el pliegue de mi cuello y calentó mi piel con una profunda exhalación antes de alzar de nuevo la cara para mirarme a los ojos.

Me derretí ante su tacto y dejé que me secara las lágrimas con sus suaves dedos. Sentía claramente su propia desesperación por lo sucedido, y aquello me afligió sobremanera.

“Tenemos que enterrarla. No podemos dejarla asi. Ve a casa y espérame allí. Asegúrate de que Carmen esté a salvo en un lugar cálido, y mira si puedes ayudarla… de alguna manera. Aunque no sé cómo. Tú has sufrido la pérdida de tu madre, quizá puedas…”, Colton se quedó sin palabras y me apretó con fuerza.

Luego me besó suavemente, secándome el resto de las lágrimas mientras yo le devolvía el abrazo. Me percaté de que la mayoría de los lobos se iban acercando para ver lo ocurrido y unos cuantos tuvieron que correr a los arbustos para vomitar.

No todos eran capaces de soportar un espectáculo semejante, y a decir verdad, me sorprendió que yo pudiera. Quizá todo lo que había vivido hasta entonces me dejó más insensible de lo que creía.

“Te amo”, dije respirando apresuradamente, con mi inseguridad asomando, porque en ocasiones yo volvía a ser esa chica indigna que él una vez rechazó.

Le di un segundo beso, apenas un roce de labios, y él apoyó su frente en la mía, como lo hacía siempre que quería calmarme. Pero esta vez sería yo quien lo tranquilizara a él, porque sus emociones eran definitivamente más frágiles y desesperadas que las mías.

“No sé cómo pude permitir que esto pasara. Siento que le he fallado a ella… pronto amanecerá, así que haremos esto bien para que Tawna pueda descansar en paz. La trataré con el respeto que se debe a la manada, se lo debo a Carmen y a su madre…”, dice apenado.

“Llévate a dos lobos como guardias, alcanza a Meadow y vete a casa. No te quedes por aquí, especialmente tan lejos de las fronteras, ni siquiera para ayudar, no es conveniente… te quiero, cariño, vete a casa, hazlo por mí”, suspiró pesadamente, abrazándome con fuerza una vez más, deseándome, pero sabiendo que debía alejarme.

Pude sentir sus sentimientos contradictorios y traté de hacerle las cosas más fáciles, despidiéndome con una simple inclinación de cabeza.

Colton me soltó e hizo un gesto a dos de los guardias para que se acercaran, los mismos que habían tenido que alejarse precipitadamente para vomitar.

Sin duda intuyó que ninguno de ellos sería de mucha ayuda en el trabajo que le esperaba. Permanecieron de pie, paciente y obedientemente, esperando a que me moviera bajo la tenue luz del amanecer.

“Con tantos lobos cavando debería ser rápido y entonces…”, Colton hizo una pausa, sabiendo que tenía que sepultar ese desastre de forma respetuosa. Yo asentí comprensivamente.

No envidié la tarea de tener que limpiar todo eso y poner cada pedazo de ella junto a su sangre en la tierra, y así honrar nuestras costumbres. Quizá habría que chamuscar el paisaje y quemar los alrededores, para enviar adecuadamente su alma a los hados.

Nos dimos un último y necesario abrazo para calmar mi angustiado corazón, pero entonces volví a detenerme. Sabía que tenía que alcanzar a Meadow y a Carmen, y quedarme cerca de ellas, aunque mis poderes me hicieran más capaz que a la mayoría. Pero una idea me había pasado por la cabeza.

“Le pediré al chamán que prepare una ceremonia. Eso ayudará a Carmen con el proceso de aceptación y le dará un tiempo para el duelo. También le ofrecerá a la manada un servicio funerario para llorar apropiadamente a un miembro de la comunidad… ¿Qué hay de la pareja de Tawna?”, pregunté distraídamente, intuyendo que Carmen tal vez tendría que llorar a dos padres en vez de uno.

Era nuestro deber darle eso a ella, aunque él no fuera tan digno de ser recordado. El rostro de Colton se tensó y apenas movió la cabeza para asentir, lo cual hizo que mi ánimo se desplomara.

“Muerto. Casi al mismo tiempo en que el corazón de ella dejó de latir. Mi padre también estará consternado en la montaña, después de perder a su segundo al mando. La muerte de Tawna no fue en balde, pero…”, respondió Colton.

“Daría cualquier cosa porque ella estuviera aquí con nosotros, aun sabiendo lo perjudicial que ha sido para mi padre. Pídele al chamán que los mencione a ambos, pero que solo honre a Tawna. El servicio será para ella y nadie más”, nuevamente los ojos de Colton se anegaron de lágrimas contenidas y solo pude morderme los labios y asentir con la cabeza.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar