Capítulo 138:

“Dadas las circunstancias, tal vez permitirle encontrar a otra persona y romper una pequeña regla no sería algo tan terrible, ¿No?”, pegunto con cautela.

Sé que a pesar de que las reglas son inviolables para todos los lobos, los alfas a veces pueden hacer excepciones e influir un poco en las personas en momentos de necesidad, como que Sierra pudiera tener un amante, una pareja estable, a pesar de estar unida a otra persona.

Nadie la juzgaría por reemplazar a ese cabrón de Juan después de lo que le hizo. Colton suspira y me mira a la cara, su expresión es seria y niega con la cabeza.

“Incluso si pudiera justificar que tuviera un amante, un lobo que no sea oficialmente su compañero, con quien criar, con quien vivir… ella nunca estaría de acuerdo. Mi mamá toda su vida ha respetado las leyes y su vínculo con mi papá siempre se interpondrá en su camino. Lo he pensado”, dice.

“Demonios, veo la forma en que mira a Radar cada vez que está con él, y con toda mi alma felizmente lo dejaría tener un romance con ella. Radar ha sido una figura paterna para mí desde que regresó de la guerra, pero él también es muy estricto y nunca cruzaría esa línea, por lo que ni siquiera vale la pena pensar en ello”, continúa diciendo.

“Ni siquiera puede mirarla a los ojos, porque una vez fue su Luna. Es una linda idea, pero completamente inútil. Nunca sucederá para ninguno de ellos”, su desánimo extingue mi esperanza, pero no por completo. Cuando tengo algo en mente, es difícil olvidarme de ello.

“Tal vez no como amantes, ni como pareja… tal vez como compañeros. Podrías reincorporarlo como guardia, para que siga a su Rema. Ella necesita a alguien con quien pasar el tiempo y Radar está enamorado de ella. Siempre lo ha estado. Tal vez con la proximidad algo podría nacer”, los engranajes en mi cabeza giran, pero Colton frunce el ceño y me dirige una dulce mirada en la que leo un ‘No’.

“Él es demasiado tímido con ella. Se congela, sus palabras se atropellan al hablar y cada vez que ella le dirige la palabra, le responde de forma áspera y abrasiva, lo cual hace que parezca que no le gusta en absoluto”, Colton suspira y alborota mi cabello con el ceño fruncido.

“Entiendo lo que dices, de verdad. No estoy en desacuerdo, es solo que esos dos no tienen remedio y, como compañeros, creo que se pararían en silencio a cada lado de la habitación, evitando el contacto visual y haciendo declaraciones penosamente forzadas; nunca se relajarían realmente”, le digo.

“Radar aún ve en ella a su Luna, y nunca traspasará los límites del respeto. Mi mamá ve a un guardia tímido que una vez arriesgó su vida para salvar la de ella. Algunos lobos están destinados a nunca estar juntos”, resoplo con fuerza y él sigue conduciéndome por el camino.

“No eres romántico”, señalo con desánimo, sabiendo que lo que dijo es verdad, pero ¿no vale la pena intentarlo?

“¿Me estás diciendo que debería esforzarme más, que no te estoy enamorando lo suficiente?”, su tono inexpresivo y serio me hace mirar hacia arriba, sorprendida de que haya interpretado así nuestra conversación.

Me doy cuenta de que está sonriendo con suficiencia. Es un idiota y nada más me está molestando.

“Cállate. Me haces perder la cabeza un millón de veces al día”.

“Sí, es algo en lo que sé que soy bueno, ¿No?”, se agacha, pasa su brazo por debajo de mis piernas y me levanta como si fuera una princesa.

Doy un grito de sorpresa ante su veloz maniobra. El corazón se me sube a la garganta con la misma velocidad con la que me levantó.

“¡Esto no es lo que quise decir!”, me río y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello para acurrucarme.

Me gusta esta nueva altura y posición, ya que puedo ver su mandíbula sensual y mirar el perfil más hermoso que he visto. Colton sonríe y sube las escaleras más rápido, llevándonos hasta el rellano y por los próximos tres tramos de escalera en poco tiempo.

Sierra reside en el otro extremo del edificio, en sus propias habitaciones. La colocamos en un lugar tranquilo y acogedor donde pudiera vigilar el pueblo desde su balcón todos los días. No queríamos que se sintiera sola aquí arriba, así que nos aseguramos de que estuviera acompañada las veinticuatro horas del día por mujeres que la atienden.

Sierra ya está en la mesa junto a las puertas del balcón cuando entramos, mirando el bosque junto a la granja, hacia la densa oscuridad enmarcada por las montañas distantes.

Cada vez que contemplo la vista desde aquí arriba acuden a mi mente tantos recuerdos de cuando estuve sola allá afuera, lo cual interrumpe por completo lo que estaba pensando. Colton me deposita en el suelo y vamos a sentarnos con ella. Zanjamos el tema, ya que Sierra no estaría muy contenta de saber que estábamos hablando de emparejarla.

“Oye, mamá, ¿Qué hay de cenar?”, Colton vuelve a ser un niño cada vez que está en presencia de su madre.

Se desliza a su lado y se inclina para besarla en la sien antes de acercarme una silla. Me coloca al lado de ella y se sienta junto a mí, de modo que queda frente a ella.

“Los cocineros prepararon filete a la Diana, con sus guarniciones. Espero que tengan hambre”, sonríe suavemente, con un gesto radiante de amor maternal por sus dos adolescentes.

Sé que ella no es mi mamá, pero a veces siento que me ama como si lo fuera y yo también soy parcial con ella.

“Muero de hambre”, sonrío ligeramente y le doy una palmadita en la mano: nuestro habitual gesto de afecto.

Sierra esboza una sonrisa radiante y todos nos acomodamos.

“Hoy fui a ver a Tawna, como me pediste. Fue algo… emotivo”, Sierra me mira a los ojos; es una mirada lejana y tiene un brillo húmedo.

Me concentro en las olas de tristeza que emite. A veces, percibir las emociones de los demás es una maldición y, como estoy cansada, no tengo la energía para hacerlo.

“¿Cómo te fue?”, Colton interrumpe al percibir que su estado de ánimo se ensombrece ante la mención de la mujer. Debe estar captando esto de mis emociones, ya que las compartimos.

“Fue agradable verla de nuevo, pero… Tawna está destruida, le duele el corazón y habla como si tuviera que pagar por los actos de su pareja. No sé, no era muy coherente y, al final, hice que el doctor Miago subiera a darle algunos sedantes y pastillas para ayudarla a aliviar su angustia. Carmen dice que ha estado así desde que recordó lo que pasó en la montaña”, Sierra coloca su servilleta en su regazo.

Nosotros dos hacemos lo mismo; hoy somos muy civilizados a la hora de comer. Tener una figura materna ha mejorado nuestros modales en la mesa.

“¿Crees que mejorará con el tiempo? Con cuidados y tal vez algo de terapia con Anya”, pregunto mientras los camareros entran rápidamente a la habitación y comienzan a colocar las entradas frente a nosotros.

Un poco de melón y jamón preceden el platillo principal y todo se ve y huele increíble, tanto que empiezo a salivar al instante con un hambre voraz.

Nos quedamos en silencio mientras llenan nuestros vasos de agua, colocan la ensalada en la mesa y se retiran rápidamente.

Anya es la compañera del chamán y quien es considerada la terapeuta de la manada. Es buena para conversar y ayuda a aclarar los pensamientos y sentimientos. Sospecho que tiene habilidad para manipular las emociones a corto plazo, pero como solo la usa para el bien nunca pensé en preguntarle al respecto.

“Creo que se siente responsable por no desviar a su pareja de ese camino hace años. Y ahora ella no sabe cómo darle fuerza, como debe hacer una pareja”, Sierra está inusualmente decaída, y puedo decir que está resumiendo lo que debe haber sido una visita dolorosa entre ella y Tawna.

“No entiende que una pareja solo puede influir un poco y no dictar las elecciones de alguien… ella no hizo nada malo, especialmente porque no lo sabía”, agrego con un suspiro, sintiéndome mal por Tawna y su infelicidad.

Sé que al final del día los compañeros no son responsables de las elecciones de sus parejas.

Tenemos la prueba sentada aquí con nosotros.

Sierra y Juan no podrían ser más diferentes, aunque lo intentaran, y ella no tenía ninguna influencia sobre él.

“Tawna siempre fue amable y tranquila, casi sumisa. Necesitaba un compañero que la tratara con delicadeza y alimentara su amoroso corazón. Lo que obtuvo fue un bruto de corazón frío que la descuido y la encerró en esa casa, para que nunca fuera parte de su vida ni de sus decisiones”, dice Sierra.

Le dije que él no es mejor que Juan. Nunca tuve ningún control sobre las acciones de Juan y ella nunca tuvo control sobre las de él. Necesita ser más fuerte, por Carmen, ya que sin ella la muchacha estará sola. Creo que Carmen es lo único que la mantiene viva”, Sierra jala su plato y lo hace a un lado rápidamente, como si hubiera perdido el apetito.

Colton se da cuenta con su ojo observador. Su tono es tenso e incluso yo puedo sentir que está tratando de ocultar cierta emoción.

“Hay algo que no nos estás diciendo”, Colton señala y Sierra parpadea hacia la mesa en una actitud casi culpable.

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