Capítulo 137:

“Tenemos que ir a comer con tu mamá. Lo más destacado de su día es que comemos con ella. Y no voy a ir a su habitación con el aspecto de que acabas de acometer contra mí… otra vez”, intento liberarme de sus brazos musculosos, pero no lo logro; es demasiado fuerte y yo no estoy tan dispuesta a soltarme.

“Hace que te veas muy bien, sonrojada y satisfecha. Relajada, como si hubieras tocado el cielo y aún no hubieras bajado de las nubes. Me gusta cómo te ves después del se%o… es mi imagen favorita”, finalmente da un paso atrás para admirarme mientras mantiene nuestras manos entrelazadas.

“Me he visto, ¡Y más bien tengo la cara roja, sudorosa, y luzco poco atractiva y sin aliento!, como si me hubieras perseguido por el piso superior durante cuarenta y cinco minutos y fuera a desmayarme en cualquier momento. Odio que tu mamá sepa lo que hemos estado haciendo. Entonces, ¡No! Primero la cena, después la cama”, necesito ser firme cuando se trata de esto, o de lo contrario nunca me dejaría bajar de la cama.

“Dios, qué mandona eres. ¿Sabes? Mi mamá es consciente de que, como somos pareja, umm… nos emparejamos. Es una especie de ventaja de estar juntos y lo dice el título”, se inclina para tocar mi pecho, pero alejo su mano con un golpe.

“Compórtate. Si empiezas con eso, puede ser que no lleguemos a la cena. ¡No estoy jugando!”, lo empujo, consciente de la facilidad con la que siempre me doblega a su voluntad cuando se trata de juegos sensuales, y de alguna manera siempre se las arregla para obligarme a subir las escaleras para hacerlo rápido durante el día.

No es que no disfrute lo que me hace, pero me siento cansada la mayor parte del día, por su culpa, lo cual reduce mi productividad diaria. Tengo que ser más asertiva y aprender a rechazarlo de vez en cuando. Mi descanso lo exige.

“No tengo hambre de todos modos”, dice y sonríe con satisfacción.

De nuevo golpeo la mano que desliza hacia mí. Realmente tenemos que apurarnos o estaremos aquí toda la tarde.

“Bueno, me muero de hambre, de hecho, y podría desmayarme por falta de alimento si no me dejas comer primero”, le advierto con una ceja levantada y mantengo mi mano en alto.

Él me ignora e intenta acariciarme los pechos. Aparentemente, mis senos son su parte favorita de mi cuerpo, además de la parte obvia entre mis muslos.

“¡Está bien! ¡Bien! ¡Joder, mujer! Entiendo… la comida primero, convivir con mi mamá, ocuparme de los deberes con los que tengo que lidiar esta tarde y luego… eres toda mía. Sin embargo, es posible que a la hora de acostarte te arrepientas de no haber accedido a este pequeño revolcón de diez minutos, nena”, dice y sonríe de esa manera deliciosa y me pellizca la nariz para molestarme.

Suspiro. Sé que tiene razón; que esta negativa provocará un efecto dominó más adelante.

Con él nunca son diez minutos, nunca, así que ‘Rápido’ ni siquiera es un adjetivo que describa lo que quiere hacer. Rápido para Colton son como treinta minutos. Si no subimos durante el día significa que esta noche le tomará horas quedar satisfecho.

No es que me queje, solo necesito dormir en algún momento de mi vida. Últimamente eso me está afectando: estoy cansada todo el tiempo. Parece que él no necesita descansar, mientras que yo no lo hago lo suficiente.

“Ya veremos”, bostezo casi para enfatizar que estoy agotada.

Él frunce el ceño y me observa durante un largo momento. Pasa de lucir como un lindo adolescente que se burla de su chica, a convertirse repentinamente en un esposo maduro que se preocupa porque su esposa realmente necesita acostarse.

“Tal vez podría dejarte tener una noche libre para descansar. Te ves agotada. ¿Te sientes bien?”, con el dorso de la mano intenta tocarme la cabeza, esta vez con seriedad, pero yo me encojo de hombros y trato de apartarlo con una sonrisa.

“Soy una loba… me curaré pronto. Estoy bien, solo que muy cansada. Creo que con toda la diversión matutina, la rutina diaria que no para y nuestro ‘apareamiento’ nocturno, no estoy descansando lo suficiente. Después de seis meses, finalmente me está perjudicando”, digo y Colton me mira con expresión sombría durante lo que me parece mucho tiempo.

Finalmente frunce el ceño, me jala y me estrecha con fuerza, esta vez sin ninguna intensión se%ual; es solo un tierno abrazo.

“Sabes que si me dices que no, no herirás mis sentimientos. Sé que no es que no sea bueno, sino que a veces no tienes tanta resistencia como yo. Solo dime cuando no quieras, y no lo haremos. El se%o no lo es todo. Me gusta estar a tu lado en la cama, acurrucarme y que duermas en mis brazos. Es la mejor sensación del mundo y mi parte favorita de cada día”, su tono amable y sincero hace que me derrita.

Lo abrazo con fuerza colocando mis brazos alrededor de su pecho y lo acaricio con la nariz de forma infantil.

“No creo que exista otro lobo con tu resistencia. Estaré bien después de la comida y un poco de tiempo libre con tu mamá. Podemos ir a la cama temprano para divertirnos y dormir; dejemos lo demás para la mañana… te amo”, apoyo mi oído contra el latido constante de su corazón y él acaricia el pelo sobre mi espalda con suavidad, encendiendo esa parte de mí que anhela sentirse segura a su lado.

“Yo también te amo, nena, tanto que a veces es una locura. No sé qué habría hecho si nunca te hubiera recuperado. Mi vida habría sido vacía e interminable. Sabes lo mucho que significas para mí, ¿Verdad? Que te amo más que a la vida misma y que haría cualquier cosa por ti, sin importar lo que me pidas”, su tono es más grave, más áspero.

Me abruma su repentino acceso de cursilería, la cual nos inunda a los dos.

“Lo sé. Yo haría lo mismo por ti. Eres todo lo que no sabía que quería o necesitaba, y la vida contigo estos últimos meses ha cambiado todo lo que sabía y sentía antes. Haces que mi mundo sea más brillante, mejor… incluso a pesar de los ataques. Me haces estar segura de que vamos a estar bien”, le digo.

“Eres el alfa que todos necesitábamos, y eres lo mejor no solo para mí, sino para todos los que estamos aquí. Espero que sepas cuánto te respetan y valoran, lo agradecidos que están de que hayas tomado tu lugar antes de tiempo y los hayas traído aquí”, no le digo esto con suficiente frecuencia y siento que necesita escucharlo más a menudo.

Él hace mucho por todos nosotros y, sin embargo, nunca pide nada a cambio. Colton se queda en silencio por un momento. Levanto la cara y lo veo mirando al frente, con los ojos vidriosos por la humedad.

Me atrapa mirándolo y sonríe. Puedo sentir sus emociones mezcladas con las mías, ese pozo de dolor feliz y agobio emotivo. Puede parecer fuerte y rudo, pero Colton sigue siendo ese niño dulce por dentro que carga con muchas inseguridades por culpa de su padre.

“A veces dudo de mí mismo. Tengo solo diecinueve años y dirijo una manada completa, una granja, soy responsable de todos aquí… odio admitir que a veces quiero correr y esconderme y ser un adolescente normal, solo por un día”, suspira y también exhalo al sentirme exactamente como él.

“Pronto cumplirás veinte años… en pocas semanas, así que tal vez deberías recompensarte con un día libre y actuar como eras antes de convertirte en alfa, antes de la pelea en la montaña. Relájate y disfruta lo último de tu adolescencia, aunque solo sea por un momento”, lo animo con una sonrisa.

“Sabes que lo que haría sería mantenerte todo el día encadenada a la cama, así que tal vez no…”, me sonríe y me besa en la parte superior de la cabeza cuando emito una risita.

“No tienes remedio”, le respondo.

“¡Contigo, no!”, me lanza estas palabras cursis y un guiño.

Yo pongo los ojos en blanco, pues muy rápido volvió a ser ese chico enloquecido por el se%o, de quien no puedo tener suficiente.

“Arruinas el ambiente romántico con las peores declaraciones. Vamos, alfa Santo, lo más probable es tu mamá nos esté esperando para cenar. Quita esa mirada o ella sabrá exactamente en qué estás pensando”, le digo.

“Ella es mi mamá, sabe en qué estoy pensando en todo momento, así que no tiene sentido tratar de ocultarlo. Dio a luz a un niño alfa. Ella sabe lo que eso implica”, se ríe y lo empujo del abdomen.

Exhalando un suspiro debido a su mente predecible, lo empujo hacia atrás para que se mueva. Colton cede y desliza su brazo alrededor de mis hombros, me abraza y camina a mi lado. Me besa la cabeza mientras nos dirigimos hacia la puerta.

“¿Nunca se te ha ocurrido que tu mamá quiere otro hijo, para compensar todos esos años que se perdió de tu infancia?”, le doy un codazo mientras caminamos. Salimos del salón principal y nos dirigimos a las escaleras.

“Desearía que mi mamá pudiera separarse de mi papá y que encontrara a alguien para comenzar de nuevo, que tuviera a otro, tal vez más de uno; pero ambos sabemos que esa no es una posibilidad. El vínculo de pareja solo lo rompe la muerte… si pudiera, ya lo habría hecho por ella, Que escoja otro y que recupere esos años”, me guía por los escalones, controlando su velocidad para no hacerme tropezar.

Aprieto un poco mi brazo alrededor de su cintura.

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