El destino de la huerfana -
Capítulo 128
Capítulo 128:
Yo lo había atribuido al cansancio, o tal vez que pasaba por uno de sus días tranquilos y de reflexión, cosa que a veces sucedía. Nunca imaginé que estaba albergando tantas preocupaciones mientras intentaba descifrar el significado de su sueño.
Desde el comienzo, Colton supo que el don de las visiones podía ser tanto una bendición como una maldición y, a menudo se sentía frustrado con la confusión críptica que podían causar.
A veces le era difícil separar una visión de un simple sueño sin significado alguno, de allí que comenzara a cuestionar cada uno de los terrores nocturnos que tenía. Sus poderes iban en aumento, pero sentía que, en lugar de aprovecharlos, se estaban volviendo más caóticos e invasivos y, definitivamente, más frecuentes en los últimos meses.
También estaba aprendiendo a sanar con su toque, al igual que Sierra. Ya era capaz de cerrar heridas y curar enfermedades leves, aunque no podía decirse que tuviera demasiadas cobayas para practicar, porque los lobos son demasiado buenos curándose a sí mismos y los niños casi nunca sufría alguna dolencia grave.
Colton pasó algún tiempo en la sala médica, bajo la supervisión de Sierra, adiestrándose en curar cortes, magulladuras y virus infantiles, y viendo lo que era capaz de hacer.
Resultó que era bastante bueno en una onda azul brillante de perfección curativa, si bien los peores casos que había tenido que atender trataban sobre algún que otro hueso roto, causado por la torpe caída de un cachorro.
“Tal vez fue solo un sueño sin sentido, y no una visión”, señalé.
Pero el ceño de Colton se frunció todavía más.
“Yo nunca solía soñar… ¡Nunca! Ni siquiera de niño. Estos sueños comenzaron después que se desencadenaron mis dones”, replicó evidentemente irritado, encogiéndose de hombros.
Enseguida se desplomó sobre su asiento frente a la mesa y tomó su tenedor distraídamente. Él me lo había contado varias veces antes, así que no pude decir nada más y miré mi comida, sintiéndome derrotada. No sabía qué más decir para tranquilizarlo.
“Sin embargo, tal vez Alora tenga razón. Podría ser que. Al vincular tus dones, se haya limitado tu habilidad natural para soñar y resolver tus problemas en el estado de sueño, lo cual es normal para todas las personas. Tal vez esto no signifique otra cosa, más allá de que Alora apareció como un símbolo de todo tu mundo, tu gente, nuestro hogar, yo, tu responsabilidad, esta tierra…”, dice.
“Y el hecho de que te sientes responsable de todo. Quizá, tu estado de desconexión estaba resaltando de alguna manera que te sientes abrumado por la gran responsabilidad y tal vez sientes que un pequeño desvío resultará en un golpe para tu corazón…”, continúa diciendo.
“Tu mundo, resumido por la presencia de ella en tu sueño. Los sueños no necesariamente tienen que ser más que eso, aunque a veces sean visiones”, seguramente Sierra también debió sentir su inquietud, pero lo bueno fue que su suave sonrisa y su expresión confiada parecieron traerle algo de paz.
“¡Sí! Sé que mis dones no son exactamente estables o claros. Sueño esporádicamente y nada tiene sentido… pensé que sería más como ver una película, diciéndote exactamente qué hacer”, respondió suspirando.
Entonces se inclinó hacia mí y puso su palma sobre mi muslo, mientras que yo, instintivamente, tomé su mano.
“¡Así es! En ocasiones los sueños vienen a ti y, con total claridad, cuentan una historia. Pero la mayoría de las veces, son un desastre al descifrarlos y adivinar lo que se supone que quieren decir. Recuerdo que cuando estaba embarazada de ti, veía una paloma blanca, cargando una hoja… Ocurrió varias veces. Ni una sola vez me di cuenta de que era el símbolo de una nueva vida y un nuevo camino, con el más puro de los amores, ¡mi hijo!” Sierra brilló al decir eso.
Aunque por un momento dolió, sabiendo que se le había negado compartir una década en la vida de ese niño y que ahora está atrapada aquí, sin una pareja, ni esperanzas de poder tener otro hijo.
Incluso en sus circunstancias, le estaba prohibido encontrar otra pareja, ya que eso no finalizaría su vínculo con Juan. Ni siquiera despreciando todo lo que él hizo, dejaba ella de llorar por la forma en que su corazón sangraba ante la separación.
Aquello era, en parte, lo que impulsaba su tristeza y la forzaba al aislamiento para tratar de resolver y comprender su propio conflicto interno. Ciertamente, era posible amar y odiar a alguien al mismo tiempo.
“Tal vez tengas razón y le estoy dando demasiada importancia a un sueño. Solo necesito que todos estemos unidos y concentrarnos en un día a la vez. ¡Nunca te lastimaría, Lorey!, no así. Sé que no lo haría, así que eso no puede ser real o una visión futura. Seguramente es un símbolo… y lo resolveremos”, Colton pareció más tranquilo y relajado después de decir esto.
Rápidamente, tomó un bocado de panqueque con una media sonrisa, y yo me incline para besarlo suavemente en la mejilla.
“¡Sé que nunca lo harías!”, le aseguré.
Me apreté contra su costado por un segundo, mientras él deslizaba su brazo sobre mis hombros, en lugar de tomarme de la mano. De esta forma me dio un abrazo, asegurándome que era la única persona en el mundo que nunca me lastimaría. Colton me amaba y ese sueño había sido algo sin importancia.
“¡Alfa, Luna, Rema…! Lamento interrumpir su desayuno, pero debo hablar con el alfa”, escuchamos una voz llamándonos.
De pie, en el umbral, estaba Radar, con los ojos fijos en el suelo, como siempre hacía en presencia de Sierra.
A pesar de que ella cambió su título a ‘Rema’, cuyo significado era ‘Madre del alfa’ y ya no era más una Luna, él nunca había perdido el hábito.
Como delta de Colton, Radar tenía autoridad hasta para mirar al alfa a los ojos, así que siempre me pareció extraño que nunca dejara de mostrar este gesto respetuoso por ella. Supuse que, en parte, se debía al profundo afecto que siempre sintió por Sierra, aunque sin duda, su natural timidez también contribuía.
“¡Voy!”, respondió Colton levantándose a toda prisa, después de besar mi sien antes de deslizarse de su asiento y dejando el desayuno a medio comer.
De inmediato pasó por detrás de su madre y la besó en la coronilla. En nuestra vida, esto era algo normal. Él se encargaba de todo y siempre estaba listo para la acción, en caso de que surgiera un imprevisto. Ningún momento del día estaba exento, excepto tal vez, nuestros instantes de tranquilidad antes de acostarnos.
Teníamos un acuerdo, según el cual él se ocupaba de la seguridad, las cuestiones militares y el funcionamiento de la infraestructura y, en cambio, yo cuidaba de las necesidades diarias de la gente, como educación, comida, amor y asuntos de la comunidad.
Yo prefería dedicarme a eso, en vez de participar en las reuniones tácticas y en la coordinación de las patrullas y los centinelas para proteger el territorio. Desde luego, ayudaba con las patrullas cuando Colton se unía a ellas, pero aparte de eso, la seguridad no era mi tarea favorita.
Sierra observó a Radar por el rabillo del ojo, sentándose un poco más erguida y dibujando una cálida sonrisa, antes de volverse hacia él por completo. Él no lo advirtió, ya que seguía con los ojos obstinadamente fijos en el suelo de mármol. Por mi parte, desearía que él hiciera contacto al menos una vez. Obviamente, a ella le gusta él.
“¡Qué bien te ves! Me agrada ese nuevo corte de pelo”, afirmó, sonriendo con timidez.
En respuesta, Radar se puso rígido y un toque de rubor apareció sorpresivamente en sus pómulos. Pareció más empeñado que nunca en empujar sus pies con la nariz.
“Gracias, Rema Santo”, Radar fue cortante, su respuesta fue un poco precipitada y sus mejillas se sonrojaron más, se volteó y exhaló aliviado cuando Colton le dio una palmada en el hombro para indicarle que podía retirarse.
Ambos se marcharon y cerraron la puerta para que pudiéramos comer en paz. Ni siquiera miraron en nuestra dirección cuando desaparecieron tras la abertura.
Entonces, miré el rostro cabizbajo de Sierra mientras seguía con su comida, no era la primera vez que veía una ligera decepción durante las breves interacciones que tenía con su ex guardia, así que esta vez no pude contenerme.
“Te gusta”, sonreí alentadoramente mientras su cara se ponía carmesí y dejaba caer el tenedor con torpeza.
“Yo… emm, estoy agradecida… él era mi… no, no puedo, quiero decir, no, sí… por supuesto que sí. Él es realmente impresionante como hombre, lobo, guardia, tipo, tipo de persona, es joven. No tan joven, es decir, es casi de mi edad, agh… le debo la vida. Es solo que… es muy… distante. Para ser alguien que solía ser mi sombra y hacerme sentir segura”, se sonrojó por completo y yo sonreí más.
Conocía demasiado bien esa torpe auto-guerra. Se quedó sin aliento, se le trabó la lengua, jugueteó locamente con el plato y el tenedor y fue incapaz de mirarme a los ojos. El calorcito que recorrió mi corazón me dijo que había dado en el clavo.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar