El destino de la huerfana -
Capítulo 127
Capítulo 127:
“Anoche. Decidí contárselo a las dos al mismo tiempo y así ahorrarme la agonía de tener que repetirlo”, su mirada pasó de su madre hasta mí y el sutil ceño fruncido que apareció en su frente me hizo preguntarme qué tan malo sería.
Por ahora, mi punzada interna de traición hervía ferozmente. Colton era un hombre que rara vez se inmutaba ante algo, mucho menos por los sueños, ni aunque creyera que se trataba de visiones del futuro, así que esto tenía que ser algo perturbador.
“Cuéntamelo”, pidió Sierra, acercándose para cubrir la mano de Colton con la suya.
En aquel momento, brilló ese dulce amor maternal con el que ella nos asfixia a veces, pero esta vez, también había inquietud. Colton suspiró pesadamente, se inclinó un poco hacia atrás sin romper el contacto y giró los hombros.
Para mí, era una señal de que estaba empezando a estresarse y mis nervios aumentaron, así que también me incliné hacia él. Sentí el dolor, mientras sus emociones se mezclaban con las mías, y me puse igualmente ansiosa al entrar en contacto con su desesperación interior.
Enseguida, me estiré impulsivamente y busqué su otra mano, que reposaba sobre su muslo, debajo de la mesa, y enredé nuestros dedos como una forma de consolarlo de algo que ni siquiera sabía todavía.
Él me miró suavemente en sus labios se dibujó un atisbo de sonrisa y con un leve entrecerrar de ojos pareció decirme ‘Te amo’, mientras arrugaba la nariz con ternura. Sentí que me sonrojaba, porque nunca era inmune a las caras y mensajes que me enviaba, incluso en un momento serio como este.
“Comenzó en un bosque. Creo que tal vez el lado norte de la montaña. El lugar me era familiar, pero no era aquí. Estaba solo… quizás… no sé. No vi a nadie, pero no estaba tan tranquilo como si hubiera estado realmente solo. Sentía que había otros en las sombras”, exhaló Colton luego de aclararse la garganta.
Volvió a suspirar, estremeciéndose y esta vez sus ojos cambiaron sutilmente a una tonalidad ambarina, señal de que sus emociones bullían.
Apreté su mano con más fuerza para mantenerlo calmado. El lobo Colton no sería nada bueno explicando algo, ya que guardaba demasiada hostilidad en esa forma peluda.
“Adelante…”, lo animó Sierra, pero Colton vaciló, arrugando la cara en una mueca y resoplando, como si las palabras mismas le dolieran.
Pude sentir cómo emanaban el malestar y la angustia, al tiempo que lo escuchaba atentamente, aferrándome a todo lo que tuviera que decir,
“Estaba quieto, en forma humana, pero mis manos eran como garras a medias, como si no tuviera la intención de transformarlas por completo. Había sangre, estaba cubierto de sangre, a pesar de no estar herido, y sabía que esa sangre no era mía”, continuó.
“Tal vez fue una visión del pasado, a fin de cuentas nos hemos enfrentado a los vampiros y hemos tenido su sangre en nuestras manos muchas veces en los últimos meses”, lo interrumpí, mientras sentía como si sus emociones me arañaran las entrañas.
Su ansiedad se contagiaba, poniéndome nerviosa, por lo que me retorcí en mi asiento.
“¡No!, esto era diferente. No me sentía yo mismo, me sentía… no puedo explicarlo, pero era como si me estuviera mirando desde arriba. ¡Ese no era yo! Estaba en blanco… sin emociones y desconectado. Nada pasaba por mi cabeza, aunque traté de animarme para obtener algún tipo de respuesta. Solo estaba esta especie de caparazón de mí, moviéndose, pero sin poder verme, ni oírme. ¡Y luego…! Luego… te vi”, Colton bajó la vista.
Posó los ojos en su regazo y apartando la cabeza de mí, negando con un gesto. Su tristeza y dolor me golpearon directamente, como si me hubieran propinado un puñetazo en el estómago. Yo lo veía todo, tal como él lo hacía con el ojo de su mente, y supe que no era una buena señal.
“¿Qué estaba haciendo yo?”, pregunté impulsivamente, temerosa de lo que vio, ya que pareció haberlo herido tanto.
Colton se quedó en silencio durante un largo rato para recomponerse y Sierra y yo intercambiamos miradas de preocupación.
“Tal vez sería mejor si lo compartes conmigo y puedo verlo por mí misma”, intervino ella.
“¡No! ¡No lo quiero dentro de ustedes!”, Colton se volvió bruscamente hacia ella, exclamando con ferocidad.
Me pareció que la hostilidad en su dura respuesta estaba un poco fuera de lugar.
“Entonces cuéntanos qué fue lo que pasó…” dije, ignorando su arrebato y procurando engatusarlo. Sabía que tenía que ser algo grave para haberlo puesto de esa manera.
Colton apartó sus manos de nosotras y se las pasó por el cabello con agitación, inclinándose hacia atrás y balanceando precariamente su silla en dos patas. Me las arreglé para contener el impulso de corregirlo. Era preferible dejarlo en paz, mientras se frotaba la cabeza y suspiraba ruidosamente.
“Estabas acostada en el suelo del bosque a unos diez pies de mí, parcialmente oculta, como si te hubieras arrastrado para esconderte. Tenías forma humana y todavía llevabas puesta la ropa, como si ni siquiera hubieras intentado convertirte… ¡Estabas sangrando!” Colton se atragantó con su propia emoción, inclinándose bruscamente hacia adelante, sobre la mesa, y cubriéndose el rostro con las manos.
Su silla golpeó contra el piso, entonces se frotó las sienes y se pasó la palma de la mano por la cara como para sacudirse aquella visión y continuar.
“Me estabas mirando, llorando… estabas asustada. ¡De mí! Y yo caminé hacia ti, sintiéndome tan vacío, tan… sin sentimientos… pude ver que estabas herida y, sin embargo, no parecía importarme ni reaccionar. Y tú me pediste; ‘Por favor… no lo hagas’, como si aquello hubiera sido a causa mía, o como si creyeras que iba a hacerte daño. Entonces me desperté”, Colton se tensó, estremeciéndose visiblemente y enseguida se levantó para sacudir el recuerdo.
Palidecí, mirándolo con aprehensión, al tiempo que Sierra fruncía el ceño con severidad. Colton se dirigió directamente a las puertas que daban al patio y abrió una para que entrara el aire, apoyando un hombro contra el marco para sentirse más cómodo, aunque era obvio que no lo estaba.
Pude sentir su confusión y su dolor, dejándome momentáneamente muda, mientras el caos se arremolinaba en mi mente, tratando de digerir el significado de esta visión.
“¿Crees que fuiste tú quien la hirió?”, preguntó Sierra, al tiempo que negaba con la cabeza cuando vio que me disponía a levantarme y consolarlo.
Con ese gesto me hacía saber que él necesitaba espacio. Había notado el brillo ambarino en sus ojos, un indicio de lo nervioso que estaba. Era preferible dejar que lo manejara a su modo, así que tomé su consejo y me tranquilicé, sabiendo que a veces, cuando está irritado, su lobo detesta que lo toquen, ni siquiera yo.
“¡Yo nunca….! Pero, ¿Por qué ella tenía miedo, por qué yo no reaccionaba? ¡No estaba ayudándola! Y ella, ¿por qué no se transformaba? ¡No tenía sentido! Era como si no pudiera convertirse en lobo”, Colton comenzó a pasear de un lado a otro.
Lo observé con el corazón apesadumbrado, sin saber qué decir, mientras trataba de descifrar el sueño y encontrarle alguna lógica. Si él era mitad lobo, entonces no había ninguna razón por la que yo no pudiera convertirme.
¡En verdad no tenía sentido! Entonces traté de buscarle una explicación racional a lo que vio:.
“Tú mismo has dicho que no todos los sueños y visiones son literales, ¿recuerdas? Tal vez lo que viste sea más bien simbólico. Quizá, en algún lugar dentro de ti, sientes que no me estás protegiendo lo suficiente. O tal vez percibir a las brujas anoche, de alguna manera te hace sentir que hay un nuevo peligro acechando, y tienes miedo de que yo no esté a salvo. Fíjate que, de alguna manera, estás mirando, impotente, mientras estoy herida”, dije.
Posiblemente, al decir esto me aferraba a un clavo ardiendo, y quizá él lo percibió, porque se volvió a mirarme con los ojos entrecerrados, pensativo. Su semblante cambió ligeramente, cuando se aferró a la lógica de mi interpretación.
“Tal vez… eso tiene sentido”.
“A veces, nuestras intenciones se manifiestan como visiones, pero son advertencias acerca de un camino que podemos tomar, y los posibles resultados. Tal vez sentir a las brujas despertó en ti emociones caóticas y, como dice Lorey, tus sueños formaron esta imagen como un modo de expresarlas. Tienes miedo como líder, de fallar contra una nueva amenaza y que tu pareja quede herida e incapaz de defenderse”, le dijo Sierra, haciendo eco de mi razonamiento para fortalecerlo.
Enseguida, Colton se relajó aún más al ver la lógica en nuestras palabras. Supuse que él también intentaba buscar una explicación para lo que vio, y convencerse de que no fue él quien me lastimó.
“Supongo que es así”, dijo Colton distraído, sin creérselo del todo aunque aparentaba estar de acuerdo. Pero yo lo conocía bien y la preocupación en sus ojos delataba que esta explicación le resultaba incompleta.
Ahora entendía por qué me pareció que estaba un poco callado cuando nos despertamos y me hizo el amor esta mañana, en lugar del desenfrenado se%o matutino que acostumbraba. De hecho, parecía un tanto apagado antes de que llegáramos a desayunar comportándose demasiado sensible y atento.
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