Capítulo 125:

Nos habíamos sumado a las patrullas, nos aseguramos de saber todo lo necesario sobre los enfermos, la escuela, los problemas de la comunidad, y rectificábamos los errores lo mejor que podíamos.

Ciertamente, la madre de Colton era una excelente mentora, pero se había tornado un tanto inquieta durante su permanencia aquí.

Ahora se recuperaba muy bien del tiempo que pasó sumida en el sueño, y sus dones volvían lentamente a ella, aunque dejó claro su deseo de regresar al laboratorio junto al doctor y continuar su trabajo con él.

Me pareció que se sentía perdida aquí, como si ya no hubiera nadie en quien concentrar su tiempo y esfuerzo. No la culpaba por eso, puesto que su vida dejó de ser lo que era después de quedarse dormida.

El laboratorio había pasado a nuestra jurisdicción, después de que la manada Santo lo abandonara y regresara a la montaña, bajo el mando de su alfa.

Con Sierra fuera de él, no le darían ningún uso, ni tendrían interés alguno, Además, sabían que Colton enviaría a algunos de los suyos para reclamarlo y mantener a salvo a todas sus madres, así como al trabajo de los médicos, tal como en efecto sucedió.

De esta forma, Doc pudo regresar junto a una manada nueva, más fuerte y más amable, que lo protegería mientras continuaba su trabajo en favor de nuestra especie.

Venía aquí cada pocas semanas para hablar sobre sus necesidades, sus hallazgos y mantener a Sierra al día. ¡Quién iba a decir que alguna vez tendríamos aliados humanos en este nuevo mundo!

Cuando la madre de Colton despertó, encontró a su hijo ya adulto y apareado, mientras su esposo era un traidor que la retenía cautiva en su hogar, defendiéndolo ferozmente. Había dejado de ser la Luna de la manada, y ya no era necesaria para criar a un niño.

No existía la posibilidad de ser una pareja real, a pesar de que seguía siendo capaz y estaba en la flor de la vida. Pero le desagradaban los avances modernos de nuestro mundo y encontraba ruidosos y caóticos los asuntos de la manada. Por lo tanto, le era difícil soportarlos.

Pasaba la mayor parte del tiempo a solas en su habitación y rara vez veía a alguien, excepto a Colton o a mí, con excepción de las doncellas que él le había asignado para satisfacer todas sus necesidades. Doc venía a verla siempre, pero ella se había transformado casi en una ermitaña, recluida en la esquina oeste de la granja.

Este solía ser su hogar ancestral, al que visitaba de vez en cuando. Fue gracias a ella que encontramos los túneles secretos debajo de la finca, los cuales nos condujeron a la botica que perteneció a sus parientes olvidados.

Allí estaba una biblioteca con grimorios y libros que contaban historias de las que nunca habíamos tenido idea. Aquello abrió nuestro conocimiento sobre muchas cosas y el chamán se mostró sumamente emocionado con la perspectiva de aprender todas las cosas que por largo tiempo anheló saber.

Durante generaciones, la granja perteneció a las brujas, pero cuando su padre se apareó con una loba, fue expulsado y tuvo que marcharse a vivir lejos con su esposa y su descendencia mestiza. Se establecieron cerca de la manada de ella, pero también fueron rechazados.

Sus antepasados no tenían más herederos y el lugar quedó vacío cuando el último miembro de la familia resultó asesinado en las antiguas guerras vampíricas. De modo que, aunque suyo por herencia, este nunca fue su hogar, si bien solía venir aquí a lo largo de los años.

Le ocultó a su pareja la existencia del emplazamiento y usó la protección colocada en la tierra para mantenerla libre de invasores.

Y ahora, esos hechizos funcionaban a nuestro favor, ya que todavía se mantenían en su sitio, tal como fueron establecidos sobre el suelo durante generaciones, con el fin de mantener fuera la sangre que llegara sin ser invitada, lo que también se aplicaba a los vampiros. Nuestro refugio estaba protegido de muchas maneras.

Por supuesto, Colton podía entrar e invitar a su manada porque era de la misma sangre y la casa había pasado a ser de su propiedad. Nadie podía cruzar el umbral, a menos que el heredero le diera la bienvenida. Colton, al ser un brujo, mantenía seguro el santuario interior sin saberlo, simplemente negándole la entrada a cualquiera que quisiera acceder.

Estableció el hechizo cuando entró por primera vez en la casa, y más tarde, su madre lo renovó para ocultarla de todos los fugitivos de la montaña que encontraron el camino hacia nosotros. Y eso también significaba que ningún vampiro lograría entrar.

Ella nos había asegurado que funcionaría para cualquier otro ser al que no le diéramos la bienvenida a nuestra morada. Es una magia inquebrantable. Solo la manada Santo podía cruzar el umbral interior con nuestra invitación, ahora que Sierra había ajustado el hechizo para hacerlo más preciso en ese aspecto.

‘¡Tierra llamando a Lori!’, exclamó Colton de pronto, irrumpiendo en mi mente.

Enseguida abandoné mis reflexiones para ver cómo se abría la puerta de la entrada principal, cuando los guardias de la manada nos dieron la bienvenida a casa.

‘Lo siento, solo estaba pensando’, exhalé pesadamente, suspirando ante la idea de irnos rápidamente a la cama.

Había sido una noche larga, con una extenuante patrulla y demasiadas carreras. Estaba exhausta, sucia y con unas ganas terribles de acostarme y descansar.

‘Sí, bueno, menos pensamientos y más acción. Estabas prácticamente inmóvil con ese ritmo lento que llevabas’, bromeó Colton, dándome un codazo con el costado que me hizo tambalear un poco.

‘¡Oh, perdón!’, lo seguí al interior, asintiendo con la cabeza a los guardias en forma humana mientras pasábamos.

Me produjo un cálido cosquilleo el hecho de que bajaran los ojos al acercarnos, como una señal de respeto por su Alfa y su Luna. Iba detrás de Colton por la escalera principal, subiendo precipitadamente a nuestro piso.

No lograba acostumbrarme a esta norma según la cual nadie podía mirarme directamente, excepto los que fueran dignos; el segundo al mando, mis amigas y compañeras elegidas, Sierra y, desde luego, mi pareja, el alfa.

Lo mismo sucedía con Colton, ya que solo unos pocos elegidos podían mirarlo, mientras que los demás tenían que bajar la mirada en señal de sumisión. Desde luego, era una vieja tradición que se daba por sentada y nunca la habíamos cuestionado.

Como la aldea ya estaba terminada, disponíamos de todo el piso superior del ala oeste de la casa para nosotros. Ahora, solo la manada principal, nosotros, Sierra, algunos guerreros solteros que recorrían el perímetro de la casa durante la noche.

Sin embargo, los guardias cambiaban cada pocas horas afuera, por lo que siempre se veían caras diferentes yendo y viniendo. El salón principal se había acondicionado como aula, mientras se construía un edificio anexo destinado a ser un centro educativo.

Por su parte, el ala del hospital todavía funcionaba en el primer piso, así que a todas horas había movimiento en este vasto lugar. Pero a pesar de eso, ahora parecía inquietantemente silencioso, al menos en comparación con los meses previos a que la gente ocupara las casas de la villa.

Colton me adelantó rápidamente y cuando logré alcanzarlo, ya se encontraba en la suite interior del dormitorio, caminando desnudo en forma humana, sacudiéndose el polvo y los escombros del bosque.

En cuanto lo vi, yo también adopté mi apariencia humana y él de inmediato hizo que me derritiera con esa hermosa sonrisa suya, llena de hoyuelos. Sus ojos habían vuelto a ser de un castaño oscuro profundo, y su cabello estaba desordenado en la parte superior de la cabeza.

Mi hermoso y bronceado amante latino se irguió orgullosamente frente a mí en toda su perfección, con una mirada diabólica en sus ojos y pasando distraídamente una mano por sus abdominales… la visión de aquel cuerpo alto y musculoso, en toda su gloria, me debilitaba las rodillas.

“¿Nos vamos a la ducha?”, preguntó con una sonrisa descarada, que me hizo sonreír a mí también.

Sabía que no era una invitación, sino una orden. Así de simple.

“Por cierto, ¿Se te olvidan las brujas problemáticas que hay en el bosque y solo piensas en la ducha? Ambos sabemos que eso no es exactamente lo que pretendes”.

Pasé a su lado como si no tuviera intención de obedecer, y de inmediato lancé un chillido en cuanto me agarró por detrás, levantándome en sus brazos como si yo fuera una princesa.

“Las preocupaciones se mantendrán por un tiempo, pero los impulsos me vuelven loco. Ya sabes lo caliente que me pones después de ir al bosque a perseguir vampiros”, entonces me plantó un beso en la sien, y supe que luchar era inútil.

De todas formas no ¡iba a negarme, porque me excitaba todo lo que él me hacía.

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