El destino de la huerfana -
Capítulo 119
Capítulo 119:
Veo que se apaga el fuego salvaje en sus ojos.
Levanta la mano y acaricia con el pulgar mi labio inferior, con la delicadeza de una mariposa revoloteando. La calma se impone a sus hormonas enloquecidas, lo cual hace que yo también me cocine a fuego lento.
“Un poco”, admito.
No me gusta que esta suavidad esté apagando las llamas de la pasión y que haga salir el miedo. Creo que preferiría perderme en el instinto y que él simplemente lo haga mientras estoy nerviosa y loca por él, incluso si me duele de esa manera.
Hazlo de una vez, para que pueda saber cómo se siente después y experimentarlo otra vez en el futuro, ya que mejora cuanto más se hace. Mi estómago se sacude con un ataque de nervios y reprimo mi aprensión.
“Trataré de no lastimarte. Podemos ir despacio, hacerlo con suavidad. Marcar no tiene que ser algo loco y agresivo, y hacerlo sobre todos los muebles. Tu primera vez debe ser especial. Además, si no me calmo, solo puedo durar cinco segundos máximo”.
El corazón de Colton late tan rápido como el mío, pero mientras pronuncia estas palabras tranquilizadoras puedo sentir que comienza a estabilizarse físicamente; su pasión y deseo hierven a fuego lento porque está atrayendo la emoción en lugar de la lujuria, y nos está impregnando a ambos, pues nos alimentamos el uno del otro.
“Creo que no quiero esperar… estoy lista para hacerlo”, frunzo el ceño y mi inocencia queda al descubierto. Él se ríe suavemente. Me acaricia la mejilla, y hay una adoración obvia en la forma en que me mira.
“Claramente no sabes lo que son los juegos previos o, ya sabes… el placer de llegar hasta ese momento”, él sonríe y me besa rápidamente.
Me sonrojo y él se inclina y me besa con un poco más de intensidad. Frota su erección contra mis partes íntimas, piel contra piel, y jadeo extasiada por las ondas de placer que provoca en mi estómago y que suben por mis piernas.
“Mira… el se%o es algo más que meterlo allí. Confía en mí. No voy a hacer que nuestra primera vez juntos sea incómoda porque no estás lista”, Colton acaricia mi garganta y mi pecho y enciende mi placer al acariciar mi piel hasta que casi se quema bajo su tacto.
Esa pulsante sensación de calidez entre mis piernas se agita de nuevo hasta alcanzar su punto álgido. Nunca se relaja por mucho tiempo, incluso cuando él está tomando un respiro. Con un toque aviva el fuego justo donde debe estar, y dejo de preocuparme por ir lento.
Desciende por mi cuerpo y besa primero mi garganta, luego se desliza hacia abajo y lame mi pezón. Juega con él entre sus dientes y casi arqueo mi cuerpo, levantando mi columna de la cama y gimiendo como loca con el contacto.
Colton no cede y baja por mi cuerpo besándolo, lamiéndolo, acariciándolo. Desliza la mano entre mis muslos, con cuidado, esperando un segundo por si emito alguna negativa antes de frotar suavemente la fuente de mi anhelo. Sus dedos se arrastran entre los pliegues, humedeciendo mi interior…
Casi tengo un espasmo con la sensación alucinante que provoca. Esa simple caricia ahí abajo casi me lleva al límite.
Agarro su cabello y me aferro a él mientras se mueve hacia abajo. Colton lo toma como una señal de que me gusta y continúa acariciándome, esta vez en círculos. Casi me hace gritar lo bien que se siente.
Cierro los ojos y cedo a la sensación cuando Colton empuja suavemente mis piernas a la altura de las rodillas para acceder con mayor facilidad, y levanta una de ellas para abrirme completamente.
Me tenso, esperando el dolor punzante, porque creo que va a entrar en mí, y me he esforzado por creer que sucederá como me dijeron que sería; una agonía aguda y un empuje incómodo y seco.
Dejo salir un g$mido de sorpresa cuando, en vez de eso, una lengua caliente y suave me recorre. No esperaba que pusiera la boca allí y, a pesar de mi asombro, casi me derrito, porque, sinceramente, es la mejor sensación del mundo.
“Oh, Dios”, la sensación no es como la imaginé, ni siquiera se acerca.
Colton me chupa y me lame allí abajo, y se siente cálido y húmedo, e increíblemente bien. Algo que debería sentirse asqueroso, extraño o incluso insoportablemente vergonzoso, está haciendo que los dedos de mis pies se doblen y que yo jadee por más. Me aferro a él para instarlo a que lo haga más fuerte.
El placer sube por mis extremidades calienta mi estómago y su movimiento hace que me retuerza en la cama en segundos, haciendo ruidos como un animal moribundo. Todo lo que puedo hacer es aferrarme a su cabello y tratar de no explotar.
Colton no deja de hacer lo que está haciendo y algo firme, largo y rígido se desliza un poco dentro de mí con suavidad, y casi experimento mi primera explosión interior.
Asumo que es el comienzo de un orgasmo, debido a que esta es la primera vez que me enciendo se%ualmente y que me tocan allí; pero como no tengo idea de lo que significa eso, solo puedo asumir.
Me orilla a jadear y soltarlo para agarrar las sábanas de la cama mientras me concentro en no hacer nada más que sucumbir a lo increíble que se siente.
Levanto la cadera al ritmo en el que él me está explorando. Si hubiera sabido que el se%o era así, tal vez no habría sido tan sutil con Colton estas últimas semanas. Simplemente lo habría empujado contra una pared y hubiera abusado de él.
“Bien, ¿Eh?”, escucho su tono de suficiencia, pero no puedo responder, solo emito jadeos cortos y ásperos mientras siento olas de calor creciente y un hormigueo en los dedos de mis pies, el cual comienzan a subir por mis extremidades y mi pelvis, haciéndome temblar incontrolablemente.
El continúa deslizando lo que se siente como un dedo dentro y fuera de mí con suavidad, solo un poco.
Su lengua vuelve a la parte frontal, y succiona y lame mi cl!toris. Yo gimo fuertemente en respuesta a su pregunta. Levanto las rodillas, pues mi cuerpo no puede quedarse quieto por el éxtasis extremo que recorre mis miembros.
“Oh, dios, oh, dios… márcame. Te juro que si no te levantas y haces esto, podría comerte”, es un g$mido loco y sin aliento, ya que la necesidad me consume, y algo grande se acumula en mi estómago y mis terminaciones nerviosas, lo cual va en aumento.
Aunque lo que está haciendo se siente divino y estoy muy cerca de un extraño precipicio, quiero sentirlo a él en vez de a su mano. Si esto me puede conducir a un desastre viscoso, entonces quiero lo real y experimentar lo que puede hacer.
Al diablo con los juegos previos… márcame ya.
Colton se rio de mí, pero mi enfermiza necesidad debió estremecerlo y abrumarlo también, ya que se detuvo solo para ponerse el condón sin vacilar. Decidió dejar de lado esa conducta calmada y tranquila, para obtener una satisfacción instantánea.
“La próxima vez el juego previo será más largo. Ya estás lo bastante mojada como para que no te duela mucho, así que quizá deberíamos hacerlo de una vez. La próxima podemos ir más despacio… y disfrutarlo sin tanta tensión”, se puso encima de mí y se inclinó para acariciarme con la nariz, así que abrí los ojos y me encontré con unos brillantes ojos ámbar.
El hombre más guapo que jamás había conocido estaba apretando su cuerpo contra el mío.
No dijo nada, solo me besó la punta de la nariz mientras me tomaba desprevenida deslizando suavemente su pelvis y p$netrándome por completo. No me dio tiempo ni de tensarme ni de imaginarlo, simplemente pum, estaba dentro de mí y agradecí que lo hiciera así.
Jadeé, primero por el placer de que me dilatara y me ensanchara de formas que nunca había imaginado. Estaba tan asombrada por mi propio cuerpo, pero entonces sentí una aguda punzada de dolor cuando se enterró completamente dentro de mí.
Me faltó el aire mientras me sacudía y estremecía debajo de él. Una punzada, algo así como un estallido, recorrió mi vientre, no era más intenso que un calambre menstrual, pero sí lo suficiente como para dejarme sin aliento y hacerme palidecer.
Mi g$mido se convirtió en un aullido, mi cuerpo se puso rígido y me hundí entre sus brazos al instante, temerosa de moverme o de respirar. Se detuvo por completo, antes de salir poco a poco y recostarse. Sus ojos se clavaron en los míos intensamente.
“¿Estás bien?”, se inclinó hacia mí y me besó tiernamente en la boca, examinándome para asegurarse de que lo estaba.
Me retorcí e intenté recuperarme rápidamente de aquella sensación de ardor que me subía por el vientre y me recorría.
Solo conseguí moverme hacia abajo, de modo que él volvió a deslizarse hasta donde estaba y el dolor fue sustituido por un calor tranquilizador cuando volvió a llenarme. G$mí en voz baja al experimentar de nuevo ese placer.
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