El destino de la huerfana -
Capítulo 118
Capítulo 118:
Si todo esto se parece al resultado final, entonces no deseo seguir esperando. Solo mis quejas y las preocupaciones en el fondo de mi mente me impiden quitarme la ropa para alentarlo a que vaya más rápido.
He oído que puede doler. Había historias de terror de otras chicas en el orfanato, incluso de aquellas que se habían emparejado y habían sido marcadas Dijeron que la primera vez no siempre es agradable, que puede ser doloroso e incómodo, especialmente si tu pareja también es virgen
Trato de sacar estos pensamientos de mi cabeza incapaz de ver cómo algo que se siente increíblemente bien puede terminar siendo horrible, Colton no es virgen, incluso yo lo sé y a juzgar por sus habilidades para besar, sabe algo sobre el cuerpo de una mujer y cómo darle placer.
Me aferro a él, envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y deslizo una mano entre nosotros para frotar la er%cción que puedo sentir a través de sus pantalones, en un intento por hacer que se apresure.
Sonrío cuando Colton g!me ante mi caricia. Ambos alcanzamos niveles de excitación febril. De pronto, él se quita de encima de mí sorprendiéndome con la partida repentina, que me hace pasar de una enorme excitación a un frío instantáneo al perder el calor de su cuerpo.
“¿Qué estás haciendo?”, jadeo alarmada, sorprendida e indignada, todo al mismo tiempo. Se lo suelto con brusquedad y le lanzo una mirada de asombro.
“Voy a terminar haciéndotelo en la cama y dejándote embarazada la primera vez si no consigo algo. Confía en mí, vuelvo enseguida. No te atrevas a mover ni un musculo. En la enfermería hay algunos. Quédate aquí, exactamente así”, Colton se inclina, agarra mis rodillas y las separa un poco con un guiño y una sonrisa descarada, antes de agacharse y besarme en los labios rápidamente.
Me provoca una risita al ser tan directo y lindo. Tan pronto como sale corriendo de la habitación, me dejo caer en la cama, exhalando con fuerza, tratando de calmar mi corazón acelerado y recuperar el aliento.
Tiene mi cuerpo completamente enloquecido: mi pulso está fuera de control y a mis pulmones les cuesta trabajo respirar debido a sus caricias.
Pongo una mano sobre mi vientre palpitante, para tratar de apagar parte de este fuego que crece dentro de mí, antes de que me incendie y me desmaye. Muevo mi mano libre sobre mi cara para enfriar un poco el intenso rubor que me quema las mejillas y la frente.
Agradezco al destino que tuve la previsión de ducharme antes. Tengo un anhelo insaciable y no puedo quedarme quieta; mis niveles de energía aumentan y de repente experimento cierta ansiedad.
Me siento y termino arrastrándome fuera de la cama para quitarme el camisón, pero él regresa en cuanto me pongo de pie. Obviamente regresó a toda velocidad, igualmente desesperado por hacer esto. Me sorprende su regreso.
“¡Oye!… ¡Así no es como te dejé!”, se posiciona detrás de mí y pasa una mano por mi abdomen, hasta mi pecho, para darle otro apretón suave por detrás.
Me besa el cuello, debajo de la mandíbula, del lado derecho. Dentro de mi vientre otra vez siento hormigueo y mariposas.
“Me iba a quitar esto”, tiro de mi camisa para demostrárselo y grito cuando Colton me hace girar, casi derribándome; pero me atrapa en sus brazos.
Sostiene un paquete de condones y los sacude con un brillo travieso en sus ojos que hace que me sonroje y desvíe la mirada en un arrebato de vergüenza. Los arroja sobre la cama antes de volver a besarme suavemente en los labios. Su beso es adictivo y quisiera que me besara cada segundo de cada día.
“Déjame hacerlo”, se inclina y tira de la orilla de mi camisón hacia arriba en un movimiento fluido, mientras mis brazos se levantan automáticamente; lo desliza por encima de mi cabeza y lo tira a un lado como si no fuera más que un obstáculo endeble.
Se toma un segundo para recorrer mi cuerpo con la mirada y se prende a mi boca de nuevo, besándome de una manera tan venenosa como la de la primera reunión.
Me empuja de nuevo hacia esa necesidad febril. Las manos de Colton son calientes y fuertes, y rozan mi cuerpo, buscando mis curvas, y se deslizan detrás de mí para desabrocharme el sostén, en una maniobra suave y rápida.
Se separa de mí para poder quitármelo, expone mis senos y lo tira a un lado. No siento timidez, pues realmente necesito estar desnuda con él. Le permito que se tome un momento para acariciar mis pechos antes de que deslice sus manos por mi cintura.
Este respiro ha permitido que algunos de mis nervios entren en acción, y reprimo un miedo sutil. Mi cuerpo tiembla mientras desliza mis bragas de encaje hacia abajo, lentamente, de manera sensual, desnudándome por completo.
“Eres hermosa en todos los sentidos, mi chica perfecta. No podría desearte más de lo que te deseo”, Colton susurra en mi oído en un tono ronco, justo cuando se endereza y nos vuelve a juntar.
Chupa el lóbulo de mi oreja y mis rodillas casi ceden con esta sensación er%tica. Su aliento roza mi mejilla y mi hombro y me pone la piel de gallina.
“Te amo”, le digo, porque eso es lo que siento, mientras se consume cada poro de mi cuerpo, y mis terminaciones nerviosas explotan de una manera deliciosa; experimento una necesidad insaciable por él.
El perdón, las ganas de olvidar el pasado, todo se mezcla con el deseo y la pasión, y con tantas emociones; las palabras tiran de mi garganta, formando un nudo, pero no es tristeza, es una adoración completa y una felicidad incomparable porque finalmente él va a ser todo lo que yo quería, todo lo que todavía necesito.
Colton se echa hacia atrás para apoyar su nariz contra la mía con suavidad, aparta el pelo de mi cara y me dedica esa sonrisa con hoyuelos que me debilita las rodillas, disminuyendo el ritmo y exhalando lentamente conmigo al tiempo que sus caricias se suavizan.
“Quiero escuchar eso varias veces al día, por el resto de mi vida. Estoy locamente enamorado de ti. Nunca te decepcionaré de nuevo, nunca, lo juro. Eres mi prioridad; la Luna que la gente necesita, la Luna que yo necesito. Nunca dudaré de nosotros ni te pondré en segundo lugar otra vez. Necesitaba perderte para darme cuenta de lo estúpido que era eso, de lo jodidas que estaban mis prioridades. Mi pareja siempre debe ser lo primero; tú siempre serás lo primero”.
Colton me besa en la frente, con una ternura que me hace sentir delicada, especial y mariposas en el estómago, lo cual estimula mi lado más sensible, que no es consumido por la lujuria.
“¡A menos que te conviertas en un psicópata enloquecido por el poder!”, bromeo y obtengo un destello blanco de su hermosa sonrisa por mi esfuerzo; incluso si fue un comentario irónico que podría haberlo molestado. Esto aligeró el intenso momento.
“En ese caso, te doy permiso para que me des una descarga en el trasero y me mantengas encadenado a la cama, para darte placer. Felizmente viviría así tantos años como hiciera falta para curarme de mi locura”, se abalanza hacia mí y atrapa mis labios, al mismo tiempo que me levanta del trasero hacia él, de modo que termino a horcajadas sobre él, con las piernas alrededor de su cintura una vez más.
Agarro sus hombros para evitar caerme hacia atrás.
El me lleva a la cama sin dejar de besarme y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, sin intensiones de dejarlo ir nunca más. Casi lo tuve muchas veces, pero se me escurría entre los dedos; esta vez no. Es mi cautivo y lucharé con uñas y dientes para conservarlo aquí.
Esas semanas de estar separados, la tristeza y el dolor de estar impresa en él y, sin embargo, ser siempre rechazada, todo esto se convierte en polvo a nuestro alrededor, como si ya no importara. Su toque es un bálsamo que cura las heridas y ahuyenta las emociones dolorosas.
La confianza de saber que nunca más me rechazará me da nueva vida. Él tiene el control, y no hay señales de que vaya a hacer nada más que marcarme y finalizar la unión con el se%o. Él es mío, finalmente, y esta vez nada se interpondrá entre nosotros ni nos detendrá.
Colton me deja sobre la cama suavemente y da un paso atrás. Mientras se quita los pantalones, los calzoncillos, los calcetines y los zapatos, yo me quito los calcetines y los arrojo a su lado.
Somos dos personas desnudas con ojos brillantes. Nuestros lobos despiertan y nos instan a unirlos también. Durante un segundo silencioso, admiramos la belleza del otro, en todo nuestro esplendor, y a ambos nos gusta lo que vemos.
La forma en que devora cada centímetro de mi cuerpo con los ojos me hace sentir se%y y deseable, y ese cosquilleo de necesidad me invade una vez más, apagando los nervios y las dudas.
Le extiendo mi mano; él la toma y sube a la cama, empujándome contra los cojines, y se acomoda sobre mí de una manera menos hostil que la primera vez. Acaricia mi cabello hacia atrás y coloca su cuerpo contra el mío; todas las curvas y ángulos coinciden. Se desliza entre mis muslos para encontrar una posición cómoda.
“¿Estás nerviosa?”, pregunta bajando la voz, pues se da cuenta de mi ansiedad.
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