El destino de la huerfana -
Capítulo 114
Capítulo 114:
“Si algo sucede y ya no me pueden encontrar, y no los puedo ayudar a deshacer la atadura, entonces la consumación de tu unión con mi hijo restaurara este recuerdo y los dones que estoy a punto de sellar en ti. Se romperá el hechizo y brillarás, dulce niña, con mi hijo a tu lado. Mi aura se desvanecerá a tu alrededor y a través de ti, y se abrirá camino con mis palabras. Nuestras almas se han entrelazado completamente con mi magia. Mira”, termina de decir.
Abro los ojos despacio, con su permiso, y veo a lo que se refiere, con una silenciosa inhalación de sorpresa. Me envuelve un resplandor azul que también está dentro de mí, levanto mi mano libre y veo que no hay una sola parte de mí que no esté iluminada; la luz palpita en cada uno de mis poros y deja trazos en el aire con mis pequeños movimientos.
Sierra toma mis manos entre las suyas, sujetando mi pequeño puño dentro de sus palmas y apretando firmemente de modo que no puedo liberarme. Sus ojos brillan más, la habitación se ilumina con el poder del resplandor que ambas emitimos, y me quedo paralizada viendo su rostro mientras me mira a los ojos.
“Estoy atando mi vida a ti… voluntariamente nuestras almas se entrelazan”.
“Mi aire es tuyo, nuestro corazón late en sincronía, somos una hasta el final de los tiempos”.
“No compartimos la misma sangre, pero estamos mágicamente sincronizadas en nuestro amor y nuestros lazos”.
“Ahora vamos a morir como una sola. Para ti, hija mía, hago este hechizo”.
“Ligo a ti dones, hasta un tiempo determinado, cuando el mundo y todo lo que hay en él deba cambiar”.
“Cuando el amor rompa las ataduras que coloco en ti, tu mente y tu poder serán liberados”.
“Nos volveremos a encontrar en el momento y el lugar que decrete el destino”.
Sierra pronuncia estas palabras casi como si fueran una canción, y todo entre nosotras late y zumba. Hay una estática que electrifica la habitación, y nuestro brillo es increíble. Cierro los ojos con fuerza, y siento el cuerpo revitalizado y casi a punto de estallar con la repentina ráfaga de adrenalina que me recorre.
Siento que estoy parada en un túnel de viento, pero nada se mueve, y casi tan rápido como me abruma, se detiene en seco y vuelve a caer en un tenue brillo, mientras solo las manos de Sierra permanecen azules y sus ojos penetrantes vuelven a ser oscuros y marrones, su color natural.
Parpadeo ante la repentina oscuridad de la habitación, acostumbrándome a ella mientras vuelvo a enfocarlo todo. La miro interrogante. Sus ojos están llenos de lágrimas y pequeños riachuelos manchan sus pálidas mejillas mientras me dirige una suave sonrisa.
“El ya viene y pronto esta familia también morirá. Están matando a los que quedan de la manada Whyte mientras hablamos, y les dirán a los de la montaña que persiguieron a los vampiros hasta nuestras tierras y no pudieron llegar a tiempo”,
“Serás una piedra en su zapato, como yo, y no tendrá más remedio que ponerte en algún lugar con la esperanza de que te olviden. El decidirá mi destino, pero dudo que deje que me quede aquí, con mi gente. Si tú mueres, yo muero y él también. Ese será mi homenaje a tu madre, para que su muerte no haya sido en vano”, explica Sierra.
“Duerme ahora, dulce niña… antes de que los horrores lleguen a esta habitación. No quiero que recuerdes la desaparición de esta familia inocente. Me quedaré aquí hasta que él sepa que no puede tocarte, ni ahora ni nunca, si desea vivir, Mi baya para el sueño tiene un efecto fuerte”, dice también.
“No sabrás nada más, ángel mío, tendrás un sueño apacible hasta mañana, cuando te partan el corazón al contarte lo más triste que tendrás que vivir durante los próximos diez años. No soy una guerrera, soy una sanadora, de lo contrario habría hecho más por ella, por todos ustedes. Lo siento mucho, de verdad. Sin embargo, mi hijo… tiene tanto fuego dentro de él, esperando a ser liberado”, continúa Sierra.
“Algún día será un gran guerrero, tu protector, tu amor, y tú le mostrarás el camino. Tuve que sellar sus dones de brujo cuando era un bebé por temor a que otros se dieran cuenta, o que Juan lo considerara una amenaza”, dijo Sierra.
“Pero él posee la visión y habilidades de las que no tiene idea. Lo sellé y, al igual que tú, él liberará sus dones cuando te marque como su pareja, o regresaré con ustedes para hacerlo yo misma. Lo que suceda primero. Ustedes dos son nuestro futuro”, Sierra me acaricia la cara una vez más.
El sueño se vuelve abrumador, y aunque las palabras que dice me alarman y hacen nacer un miedo en mi corazón, y un dolor muy profundo porque dijo que mi madre está muerta, los efectos de la baya me están hundiendo en la oscuridad y no puedo luchar contra ella.
Las lágrimas brotan de mis ojos y hago un sonido doloroso en respuesta, el cual parece una exhalación y se desvanece cuando sucumbo a este poder.
“Quiero a mi mamá”, pronuncio esta expresión suavemente mientras hago todo lo posible por resistirme a los efectos, pero mis ojos se cierran y la voz de Sierra es todo lo que escucho; su tono es grave, ronco y desgarrador, pues llora al hablar.
“Lo siento mucho. De verdad. También quisiera que regresara. Eres todo lo que me queda de ella… ojalá pudiera tomar su lugar y protegerte, pero él no me dejará estar contigo. Llegará nuestro momento y te volveré a ver, dulce, dulce, Alora”, solloza un poco, muy quedo, y luego parece volver a calmarse.
“Te cantaré la melodía del lobo, una canción de cuna tan bonita que te ayudará a dormir. Tu madre dijo que solía cantarla cuando te amamantaba, y era la favorita de Colton para dormir… ahora shhh”, ordena Sierra.
Sierra comienza a cantar suavemente. Su voz tiembla por la emoción, pero aun así es encantadora, tranquila, y tiene un volumen bajo, para no molestar a nadie.
Son las palabras de la antigua canción nórdica que cantamos en las ceremonias del Despertar, según mi madre; a mí todavía no me han permitido asistir. Son para los lobos adultos que tienen un comienzo especial, y espero que algún día esa sea yo también.
Las notas y la melodía llenan el aire, como el hermoso eco fantasmal de una serenata, llamando a nuestros antepasados para que me ayuden a dormir. Me hundo en una completa oscuridad cuando las voces comienzan a invadir la habitación en la que estoy acostada.
Jadeo, inhalando con brusquedad, mientras la realidad me golpea de nuevo, estremeciendo mi cerebro. Me despierto sobresaltada en la enfermería, de vuelta donde comencé, agarrando la pierna de Colton como si mi vida dependiera de ello.
Estoy desorientada y mi visión regresa poco a poco a la normalidad. Por un momento apenas puedo respirar; tengo que esforzarme por introducir aire a mis pulmones mientras me oriento y sacudo la cabeza para aclarar mi visión borrosa.
“¿Qué demonios?”, digo con aspereza, de forma automática, al tiempo que trato de recuperar el aliento y el brazo de Colton alrededor de mi cintura se afloja un poco.
Me estaba sosteniendo, supongo, así que me desplomo cuando me suelta. Pongo las manos en mis rodillas para inclinarme hacia adelante e intentar recuperarme. El recuerdo comienza a desvanecerse, y los ruidos y los olores me traen de vuelta a la realidad.
“Ese fue un recuerdo… yo también lo vi”, la voz de Colton es grave, como si estuviera tan conmocionado como yo.
Me alejo de él y me pongo de pie. Siento un indeseable hormigueo en el cuerpo y sensaciones que no puedo contener. Muchas cosas pasan por mi cabeza.
Supongo que, de alguna manera, nuestras mentes se vincularon cuando los tres estábamos conectados, y él vio mis recuerdos y lo que hice. Mis emociones están descontroladas, como si acabara de experimentar algo traumático. Él se levanta y me sigue alrededor de la cama, pues siente que no estoy tranquila.
“¿Estás bien?”, él puede percibir mi extraño estado de ánimo.
Yo envuelvo mis brazos alrededor de mí misma para evitar los fríos sentimientos que me arañan y se elevan para estrangularme. Siento como si me hubieran golpeado mentalmente.
Solo necesito un momento para recuperarme y descubrir por qué mi corazón late con fuerza y me siento enferma y agitada. Esto va más allá del recuerdo que invade mi cerebro; es lo que Sierra me dijo.
“Todo lo que recuerdo antes de eso es que estaba durmiendo en esa habitación y luego desperté en otro lugar, con otros niños, en el orfanato. No había nada en el medio, y ahora sé por qué. Él debe haberme llevado allí, y cuando me dormí lo olvidé todo”, espeto.
“Me dijeron que la familia Munroe se había ido, pero nunca entendí realmente lo que querían decir con eso, hasta después, cuando me dijeron que llegaron los vampiros. Luego me dijeron que mi familia estaba muerta, y nunca me detuve a cuestionar nada más allá de eso”, terminé expresando.
Se me quiebra la voz, me duele la garganta por el esfuerzo y me doy cuenta de que ahora entiendo que los mataron por culpa de mi madre y mis dones. ¡A todos ellos!
Mi madre, mi familia, los Munroe, toda mi manada murió por nuestra culpa y lo que somos… Los vampiros nunca fueron unos monstruos; éramos nosotros, los lobos, y aquellos entre nosotros que masacraron a mujeres y niños en nombre del poder.
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