Capítulo 112:

Esperaba que el aire azul fuera frío, pero era casi como estar sumergida en un baño de burbujas caliente, y solté una risita al sentir cosquillas.

“No tengas miedo, Alora… es magia. Especial, suave, y sin embargo tan hermosa, y amable, cuando se usa de la manera correcta. ¿Te gustaría hacer un poco de magia conmigo mientras te cuento una historia?”, me pregunta.

Sus ojos seguían siendo de un deslumbrante azul celeste y yo miraba de sus manos a sus ojos, asombrada por la vibración de esa luz mística que ella era capaz de crear. Mi curiosidad mató el último de mis miedos y asentí con el entusiasmo de una niña que quiere descubrir más. Mi inocencia hacía que tuviera una valentía ingenua.

Claro que no debía tener miedo, era la Luna de los Santos y yo la conocía. Venía a la biblioteca a leernos cuentos y a veces jugaba con nosotros.

Bueno, lo hacía, antes de que todos los mayores se fueran a la batalla. Igual que mi mami, mi papi, mi hermano mayor Jasper, mis abuelos y la mayoría de la manada Whyte.

Me quedé con una amiga de mamá mientras ellos no estaban, Aisha Munroe, miembro de nuestra manada, que era grande y redonda porque decía que Iba a tener cachorros. Sierra tenía un hijo más o menos de mí edad, pero a mí no me gustaban los niños y no me gustaba jugar con los Santo.

Siempre eran prepotentes y agresivos, y yo prefería a mis amigos de mi propia manada. Éramos más suaves, nos divertíamos con juegos menos bruscos y rudos que las peleas y la caza. Ellos eran simplemente estúpidos.

“¿Cómo puede un lobo hacer magia?”, pregunté, parpadeando con confianza y acomodándome para verla en esa penumbra, apoyándome en la cabecera de mi cama y arrastrando el trasero para poder sentarme correctamente.

El azul era nuestra fuente de luz, y todo lo que tocaba quedaba matizado con tonos fríos, lo que añadía aún más magia a la atmósfera que nos rodeaba. Sonreí al ver cómo la luz envolvía mi mano y se extendía por mi brazo. Era una sensación extraña, pero agradable, como si un suave viento cálido soplara sobre la superficie de mi piel.

“Bueno, esa es una historia que me gustaría contarte. ¿Recuerdas cómo leíamos en la biblioteca, cuando todos se acostaban en el suelo y cerraban los ojos para perderse en las imágenes que creaban sus mentes? Podemos hacer eso ahora si quieres, para que puedas escuchar y vaciar tu mente de cualquier distracción. Necesito que te concentres en mis palabras y no en mi luz”, su voz era relajante, grave y bonita.

Siempre me había gustado su voz, era tan tranquilizadora, como una ola cálida que te acaricia en un día fresco. Era ronca y profunda, un poco más grave que la de la mayoría de las mujeres, pero melódica.

“Me encantan tus historias”, respondí con un entusiasmo desenfrenado, y volví a acostarme a toda prisa en mi cama, ansiosa por escucharla.

Brinqué y me deslicé sin dejar de sujetar su mano y me retorcí como una oruga entre las sábanas una vez más, empujando la cabeza contra el cojín y hundiéndome en él.

No me importaba por qué había entrado por la ventana y no por la puerta. O por qué había venido de noche, quería ser una niña buena y escuchar sus aventuras mágicas. En la que un lobo aprendía magia. Eso era una locura, ¡Y hasta yo sabía que no podían hacer tal cosa!

Mi mami solía leerme cuentos en la cama, y tal vez porque no podía estar aquí ahora, ella había venido a hacerlo en su lugar.

Ella era una Reina, así que podía regresar a casa cuando quisiera, pero mi mami era una guerrera, y tenía que permanecer lejos y protegernos de los hombres malos que venían a la montaña a lastimar a los lobos.

Mami era muy fuerte, rápida, y una muy buena luchadora para ser una loba granjera, así que me dijo que era importante que fuera con los demás para ahuyentar a la oscuridad.

Sierra me arropó cuidadosamente, subiendo la manta hasta mi pecho, pero mantuvo mi mano entre las suyas y apretó el agarre que tenía sobre mí.

Se hizo un poco hacia atrás y apoyó mi muñeca en su rodilla, lo que hizo que mi palma se separara de la suya, de modo que pudo tocar mi mano sin sujetarla bien, y con suaves caricias empezó a hacer círculos en el centro con un movimiento rítmico.

La sensación me produjo escalofríos y me puso la piel de gallina, pero me devolvió la somnolencia y tuvo el mismo efecto que si me meciera.

“Aprendí a hacer magia siendo muy pequeña, más o menos a la edad que tienes ahora, No fue fácil, pero cuando descubres un don dentro de ti que ansía ser liberado, nada puede retenerlo para siempre. Abre la boca, Alora, tengo una baya de sabor dulce que te ayudará a dormir cuando termine de contarte mi historia”. Su voz era baja, como si me estuviera contando un secreto.

Abrí la boca obedientemente cuando metió en ella un objeto pequeño, redondo y semi blando, y automáticamente empecé a masticarlo.

La jugosa bolita explotó con un primer chasquido entre mis dientes, como una deliciosa bomba de néctar dulce y pegajoso, dejando un maravilloso residuo de frambuesas, fresas y otras bayas silvestres, que parecía mezclarse en mi boca y cubrirme la lengua como si acabara de beberme un vaso entero de jugo de bayas.

“¿Qué fue eso? ¿Puedo comer un poco más?”, le pregunté mientras abría un ojo para mirarla, era tan sabroso que podría comerme un cuenco entero de lo que fuera aquello.

Ella estaba inclinada sobre mi mano, mirándome, y negó con la cabeza con una suave sonrisa en su bonita cara.

“Calla ahora y escucha. Cierra los ojos. No, con una es más que suficiente, porque verás, una pequeña baya tiene el poder de hacer que esta noche se desvanezca más allá de un sueño olvidado, donde nadie sabrá dónde buscar para encontrarlo. Es muy especial, solo se encuentra en grietas de lugares mágicos, en bosques caprichosos, y con mi ayuda tiene un pequeño condimento añadido”, ordena.

Ella tomó un mechón de mi cabello y lo hizo girar con su mano libre, sin romper nunca el contacto de la primera y yo volví a sumirme en el oscuro vacío mientras cerraba los ojos una vez más, para concentrarme solo en su voz.

El aire de la noche era tranquilo y silencioso y, por una vez, no oía a los búhos en los árboles ni el susurro de las hojas al viento fuera de mi ventana.

No había otros ruidos a nuestro alrededor, ni siquiera los de la casa crujiendo, o los de Munroe tosiendo entre sueños, lo cual era un poco extraño, pero quizá como yo solía dormir toda la noche, no sabía que el mundo a veces se quedaba en silencio.

“Puede que mi historia no tenga sentido cariño, pero algún día lo tendrá, y cuando la recuerdes, recuerda esta noche y este momento… todo encajará. Sabrás por qué he venido”.

Tocó suavemente mi frente con una mano, en una caricia sencilla pero maternal, y yo asentí, sin querer interrumpirla más, deseosa de que empezara la historia aunque no entendiera lo que quería decir. Me encantaban los cuentos de brujas, magia y héroes valientes, y esperaba que esta fuera una buena historia.

Yo lo percibía ya que ella estaba jugando con mi pelo, como si fuéramos a empezar una gran aventura. La sentí flaquear y suspirar contra mi muslo antes de que su voz llenara el aire, aún en voz baja, pero de forma clara y sincera.

“Érase una vez una niña especial llamada Danya, que vivía cerca de unas montañas muy hermosas en una tierra llena de inmortales. Era pequeña, apenas una niña. Sin embargo, era inusual, ya que antes de ella ningún individuo había sobrevivido más allá del vientre materno. Dicen que el destino bendijo su creación con un propósito en mente”, cuenta.

“Que ella era la unión de dos razas, que habían vivido en la tierra lado a lado durante siglos; su madre, una loba, caminante diurna, se enamoró de una criatura oscura que nunca podría enfrentarse al sol, un vampiro. Con su unión crearon una hija de dos mundos que podía caminar tanto en el sol como en la luna y aprovechar lo mejor de ambos”, dice.

“Ves estas dos razas; una vez fueron aliadas, coexistiendo juntas. Una en la noche y la otra en el día, protegiendo las guaridas de cada una para que otros inmortales y cazadores humanos nunca les hicieran daño en su momento más débil, pero un terrible rey las separó de la peor de las maneras”, comenta.

“Creyó que, si las razas se unían, creando una nueva especie, esta dominaría a todos los inmortales, superando a sus lobos, y esta chica, con sus dones especiales, podría mostrarles el camino. Verás, ella no era una niña híbrida cualquiera, tenía poderes diferentes a los que habíamos visto antes, y solo quería la unidad entre su gente. Ese era su destino”, termina de contar Sierra.

Jadeé un poco y me tapé la boca enseguida, para no molestarla, y sólo pronuncié un guau sin aliento mientras me sumergía en ese relato. Mi corazoncito se aceleró con la maravilla de este. Ella sonrió suavemente y continuó.

“El rey alfa se enfureció con la audacia de la niña, creyendo que un día ella se rebelaría y lo derrocaría, arrebatándole el reino de los lobos. Así que hizo lo que pensó que salvaría su reinado y asesinó a Danya cuando no era más que una niña. Y también a su madre, que trató de protegerla, por lo que terminaron yaciendo en un charco de sangre”, dice Sierra.

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