Capítulo 105:

Colton no suena como él mismo, sino como un hombre, ya no como un niño, como un líder confiado y extremadamente hábil en el manejo de personas como Deacon. Es como si lo viera bajo una nueva luz.

Nunca tuve que enfrentarme cara a cara con el feroz Colton o ver su actitud agresiva fuera del orfanato. Me pregunto cómo se vería derrotando a su padre.

No voy a mentir; a mi loba interior le gusta, y casi estoy babeando por él; mis entrañas están revueltas y tengo que dar un paso atrás y respirar profundamente para calmar las hormonas enfurecidas una vez más.

El destino definitivamente eligió al tipo correcto de hombre para mí. No podría quererlo más en este momento y me enciende su comportamiento dominante.

“Yo… eh… nos matará si no llevamos… eh… no sé qué pasó, pero tengo que ver qué dice Juan sobre esto”, Deacon no tiene palabras y puedo sentir que su bravuconería se desvanece.

Deacon reprime una expresión de confusión que recorre su rostro y se da cuenta de que acaba de cuestionar a su posible líder, y juro que casi tiene que sentarse en el suelo porque, por un momento, le temblaron las piernas.

“Yo te mataré si la tocas. Así son las cosas”, Colton reitera asintiendo con la cabeza y encogiéndose de hombros.

Yo niego con la cabeza hacia Deacon, disgustada por la debilidad que veo frente a mí y cubierta de confianza, al tiempo que mi temperamento empeora.

“No eres tan rudo cuando no me tienes inmovilizada, atrapada y sola en una habitación de cristal, ¿verdad?”, gruño, saliendo por completo de detrás de Colton, medio esperando que me haga callar y me diga que me marche, pero no lo hace.

Se gira un poco hacia mí, me mira con sus brillantes ojos color ámbar y luego se desliza hacia un lado para animarme a acercarme.

Se relaja un poco, supongo que porque sabe que Deacon no es una amenaza real para mí. Al igual que un lobo salvaje animaría a su pareja a participar en una cacería, o para enseñarle cómo hacerlo, me insta a acercarme.

Quiero decir; dejó que sus compañeros retaran a los lobos de Deacon, así que supongo que es mi turno. Mi loba se enciende ante la invitación, sus ojos arden, y sé que brillan de un color rojo, así como los de Colton se ponen ámbar, con la tensión en el aire que nos rodea.

“Qué carajo”, Deacon casi tropieza hacia atrás al apartarse un paso y fija sus ojos humanos normales, sorprendidos y alarmados en los míos. Está impactado por lo que ve.

“Extrañas a esas bellezas, eh. ¡Supongo que porque estabas ocupado disparándole por la espalda!”, Colton se burla de manera cruel, y tira de mí con una mano, de la parte superior del brazo, y me coloca cerca, al frente, de modo que quedo entre Deacon y él.

Me acerca a él porque quiere que me enfrente a este imbécil, pero necesita saber que estoy a salvo.

“¿Qué diablos pasa con sus ojos?”, Deacon no puede ocultar su miedo, y esta vez se tropieza al intentar escapar y aterriza sobre su trasero, Se revuelve en el suelo con un ruido sordo al tratar de alejarse de mí.

“Nada… creo que son sensuales. Sin embargo, significan que escapaste por suerte, y que si mi princesa no hubiera estado más preocupada por alejarse de ti, podría haber derrotado a todo tu equipo con un mínimo esfuerzo. Tal vez debería dejarla emparejar las cosas, si crees que puedes con ella”, Colton desliza su mano por mi espalda y se pone a mi lado de modo que su cadera toca la mía.

Pasa perezosamente su brazo alrededor de mis hombros y lo deja colgar de manera casual, adoptando la actitud del adolescente que se burla de alguien que considera inferior. Deacon duda y puedo ver las preguntas formándose en su cabeza mientras mira de

Colton a mí, y otra vez a él. Se pone de pie y retrocede. Es obvio que está nervioso y sigue observándome boquiabierto; luego mira a su manada, como si estuvieran comunicándose.

Veo la inquietud cuando ellos también comienzan a mirarse entre sí y se acercan a los vehículos. Nuestra manada secundaria se acerca y no los deja avanzar ni un centímetro más.

“¿Por qué no lo hacemos divertido? Si él te vence, su manada puede irse. Si no lo logra, pues… los matamos”, Colton se gira hacia mí con una expresión sombría y una sonrisa irónica.

Sus palabras hacen que mi sangre se hiele. Su enlace mental se activa de inmediato.

‘Nunca dejaré que nadie te lastime. Es obvio que no aceptará esa oferta, así que relájate. Está casi listo para correr. Realmente no voy a matar a nadie… solo estoy jugando con él, nena. Es divertido’.

Colton está haciendo lo que debe hacer un compañero: enseñar, guiar, infundir confianza en su mujer, y puedo sentirlo empujándome para que recupere el poder que Deacon me arrebató. Enciende un fuego en mí que pulsa a través de mis huesos, mis músculos y mis terminaciones nerviosas.

Tal vez sea la rabia que sentí desde que llegó este imbécil, o tal vez se debe a que Colton está a mi lado, persuadiéndome, animándome suavemente, apoyándome. Pero no puede ser lo que me agita y me empodera con violencia.

“No estoy de humor para destrozar mi ropa así que. Si él llega a su camioneta antes de que yo lo haga, me olvidaré de todo. Que se vaya y ya está”, levanté una ceja, el sarcasmo exudaba por cada uno de mis poros y Colton sonrió por completo, mirando a nuestra presa.

Sabía que iba a hacer que Deacon corriera hacia su camioneta como un cobarde y lo humillaría delante de todos sin siquiera intentar seguirlo.

Empezaba a entender por qué a su círculo interno le gustaba burlarse y atormentar a sus enemigos, se sentía como una descarga de poder.

“Cariño. No estoy en contra de que le dispares por la espalda. Ojo por ojo”, me dijo para después inclinarse hacia mí y besarme en la sien, mientras ese cobarde seguía observándonos y palidecía visiblemente, para luego empezar a tartamudear.

Alzó las manos, listo para salir corriendo, tropezó con sus propios pies y cayó épicamente de rodillas delante de todos. Colton soltó una carcajada y arruinó la atmosfera que había creado. Fue una verdadera carcajada, la cual dejó escapar aquella juvenil, entretenida, dulce y ronca melodía.

“Lo siento, no puedo… es demasiado divertido. Vete a la mi%rda, Deacon, ninguno de ustedes es bienvenido. Aquí es donde mi madre y mi mujer se quedarán. Si te vuelvo a ver por aquí, con gusto te arrancaré la garganta. Tómalo como una advertencia amistosa y dile a mi padre lo que te de la p%ta gana. ¡Lárgate!”, Colton no perdió el tiempo esperando una respuesta.

Soltó mi brazo, se dio la vuelta y tomo mi mano para que lo siguiera de vuelta a la casa, dejando que sus subordinados expulsaran a ese imbécil.

Él estaba haciendo lo que le pedí, asegurándose de que los vulnerables no estuvieran expuestos a la violencia. Se estaba marchando antes de hacerles algo estúpido a estos idiotas. Me giré más despacio y de reojo vi su furiosa mirada, y que su mano izquierda tenía unas garras afiladas como cuchillos,

Se puso de pie de un salto, extendió su mano y apuntó directamente a la parte posterior del cráneo de Colton. Esa acción, con suficiente fuerza, era un golpe mortal, así que impulsivamente grité.

Alcé mi mano para intentar detenerlo de algún modo. Por impulso extendí la palma y le apunté a ese hijo de p%ta para proteger a mi amor y salvarlo de cualquier daño. El instinto se apoderó de mi cuando mi corazón se aceleró y todo mi cuerpo se paralizó de asombro e incredulidad, mis venas se helaron.

Tenía que proteger a mi pareja predestinada a toda costa, así que no pensé ni dude. Mis propios instintos se pusieron en acción. Colton era mi alma gemela, la mitad de mí, y no permitiría que ese pedazo de mi%rda lo apuñalara y acabara con él de una forma tan cobarde.

Era como ver una pelota de béisbol empapada, siendo lanzada con fuerza, la cual iba perdiendo su contenido acuoso a medida que avanzaba, dejando rastros en el aire mientras giraba velozmente.

De alguna manera, le lancé algo parecido a un orbe transparente. Fue rápido, recto y certero, y ralentizó el tiempo y el espacio, de modo que vi lo que sucedía con facilidad. Le dio de lleno en el pecho, con tanta fuerza que produjo un ruido sordo que retumbó en el claro.

Tuvo un efecto similar al del oso, solo que con menos velocidad y rabia detrás, más impactante, más focalizado y reactivo.

Deacon pasó de saltar hacia Colton con determinación, a ser embestido por mi ‘orbe’ y lanzado unos metros hacia atrás contra el lateral de su vehículo, con tal fuerza que su cuerpo chocó estrepitosamente y lo abolló como si yo acabara de golpearlo con una roca de acero. Él se detuvo en seco, gimiendo de dolor.

La atmósfera a nuestro alrededor enmudeció estrepitosamente mientras él se deslizaba torpemente por el lateral de la camioneta, sin aliento, jadeando y totalmente conmocionado mientras su propia manada se agazapaba junto a él, observando esta demostración de fuerza. El aire crepitaba mientras todos los que acababan de presenciar aquello nos veían incrédulos y conmocionados.

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