Capítulo 104:

Su lenguaje corporal refleja que su confianza se desvaneció. Duda, luego camina hacia nosotros con las manos levantadas en señal de sumisión, y Colton se endereza, levanta la cabeza y parece crecer unos centímetros mientras le clava una mirada penetrante.

Se coloca frente a mí, dando un paso al costado y me empuja hacia atrás con una mano que se desliza firmemente sobre mi abdomen. Sé que es un movimiento de protección instintivo, y no puedo enojarme cuando es una respuesta automática ante una amenaza.

La manada de Deacon baja de los camiones, observa lo que la rodea y permanece dentro del círculo de lobos.

Puedo ver las miradas vacilantes e inquisitivas que se lanzan entre ellos, pues reconocen a ciertos miembros, y es obvio que esto es una sorpresa para quienes siguieron mis huellas hasta una guarida de Santos. Se quedan quietos y miran a Deacon en busca de instrucciones. No muestran signos de hostilidad.

“Solo estoy haciendo lo que me ordenaron, Colton. No vine aquí a pelear, ni siquiera sabía que te habías separado de ellos y tenías un grupo de Santo aquí. Solo necesito recuperar a mi paciente y a mi prisionera. Tu padre fue muy claro al respecto”, Deacon ya no actúa con presunción, de hecho puedo notar su nerviosismo y oler su miedo en el aire cuando se acerca a metro y medio.

Claro, en el momento en el que se dio cuenta de que estaba entrando en el dominio de los Santo, se cagó en los pantalones.

‘¿Qué diablos está pasando? Me muevo un poco detrás de Colton, para poder lanzar una mirada desagradable a la cabeza engreída de Deacon y captar el parpadeo de sus ojos cuando me ve y mira de nuevo a mi alfa’, pensó Deacon.

Colton responde con un resoplido.

Su cuerpo se eriza con un deseo palpitante de desgarrar a Deacon. Impulsivamente pongo una mano sobre su espalda, para recordarle que debe mantener la calma. Puedo sentir sus emociones, las cuales agitan las mías, y ese loco deseo de morder la cara del idiota.

Tengo que inhalar con fuerza, respirar profundamente y contar hasta diez para que pase, esperando que Colton extraiga de mí esta energía tranquilizadora.

“¿Tu prisionera? ¿Tu paciente? ¿Te refieres a mi mamá y a mi mujer? Estoy bastante seguro de que no puedes estar hablando de entrar aquí sin ser invitado, pensando que voy a hacerme a un lado y dejar que toques a cualquiera de ellas”, Colton se acerca a él y cierra la brecha por completo.

Es un humano recto y alto, con la agresión palpitante, y está cara a cara con Deacon. Es más alto que él por solo un par de centímetros, pero parece mucho más dominante. Deacon duda, pero se mantiene firme.

Después de todo, es el líder de la manada, y los suyos lo están observando de cerca, por lo que necesita dominar su debilidad para mantener la dignidad. Colton está gruñendo, tan quedo que reverbera a través de mí, y mi loba se está excitando.

Intento dominarla con todas mis fuerzas. Es muy extraño, pero verlo y sentirlo de esta manera me pone muy caliente, de una manera inapropiada, y maldigo a mis hormonas y esa condenada confusión que me acomete.

Mi loba quiere jugar con él, de todas las formas sucias posibles, y está dividida entre arrancarle la cabeza a Deacon y desnudar a Colton, debido a su demostración de fiereza.

Tengo que esforzarme por frenar esos impulsos. Está extasiada y necesitada en un momento en el que debe callarse y quedarse quieta.

“A tu padre no le importará. Solo estoy haciendo lo que me dice… como debo hacerlo, Esto no le gustará ni un poco. Habla con él cuando nos vayamos y tú mismo lidia con esto”, Deacon realmente no parece estar entendiendo.

Me doy cuenta de que, como me pasó a mí, él no sabe que Colton es su alfa legítimo, y que al cuestionarlo está rompiendo las reglas y le está faltando al respeto.

No se da cuenta de que la manada está dividida. Cree que Colton se fue para comenzar una manada diferente y que aún está bajo las órdenes de su padre. Cuando los machos se vuelven impacientes por obtener poder, se les permite establecer un campamento en otro lugar, pero aún deben obedecer órdenes.

Grandes manadas como los Santos dominan regiones enteras debido a que las generaciones anteriores se dividieron y establecieron en todo el país, para asegurarse de que no surjan desafíos y disputas cuando los machos jóvenes crecen. Sin embargo, siempre hay un solo líder alfa, y Deacon asume que sigue siendo Juan.

“¡Mi padre ya no es el alfa! ¡Soy yo! Ahora retrocede y escucha lo que va a pasar”, Colton le grita, haciendo que Deacon se estremezca con la locura de esa respuesta; y parece encogerse un poco.

Colton tenía razón, Deacon es un cobarde, y cuando no tiene una pistola de dardos y una instalación donde mantener a raya los dones de los lobos, gruesas prisiones de plexiglás, es solo un omega débil el nivel más bajo en nuestra manada

“Juan es mi alfa, no sé qué te hace pensar lo contrario. Por lo que sé, podrías estar mintiendo”, Deacon es realmente un idiota de proporciones épicas.

Para mi sorpresa, Colton no le da un puñetazo en la cara, sino que se ríe; es un sonido desquiciado, y aun así un poco infantil. Levanta la cabeza y mira los camiones detrás de Deacon.

“¿Oíste eso, Meds? ¡Debo estar mintiendo!”, Colton mira hacia los vehículos.

Entrecierro los ojos para ver dónde está, pero no puedo distinguirla. Puedo oler a la manada secundaria en el viento que sopla suavemente, pero no hay nada más que sombras y oscuridad más allá del área iluminada en la que estamos parados.

“Entonces supongo que lo que vimos fue un espejismo, ¿Eh?”, Meadow aparece sigilosamente sobre el techo del primer camión, saliendo de las sombras y pavoneándose por la gruesa lona, como una supermodelo.

Coloca la mano en su cadera mientras mira hacia acá. La manada secundaria también emerge de la nada.

Algunos llegan de repente de los lados de los camiones, como escarabajos, y casi matan a la manada de Deacon de un susto. César aparece detrás de Meadow, sobre el toldo, y Matteo, en el techo del otro camión, como ninjas, como por arte de magia.

Saben cómo dispersarse y parece que hay más de ellos. Y tienen una fuerza que es difícil pasar por alto.

“Déjame a este. ¡Es lindo y quiero jugar con él!”, Jesús se desliza detrás de uno de los hombres que está un poco más alejado.

Éste da un salto, gruñe en su dirección y regresa corriendo con su manada, para escapar de la sonrisa burlona y los besos lanzados con las manos. Los gemelos se ríen entre dientes mientras los rodean, y hacen guiños y tiran besos, susurrándoles a los machos con picardía.

Los están humillando mientras permanecen parados de manera casual, relajándose como si estuvieran en un campo de juego, esperando a que comience un torneo deportivo; ni rastro de miedo, cautela o rabia, solo la burlona confianza de una manada que sabe que todos juntos son feroces.

“No creo que seas su tipo. Le gustan las mujeres suaves y sumisas, así puede sentirse como todo un hombre”, Radar se burla del miembro que intenta esconderse detrás de su manada, y Colton sonríe ante lo graciosos que son sus intimidantes compañeros.

Es obvio que está acostumbrado a este tipo de comportamientos cuando se encuentran con un enemigo, y no parece enfadarse en absoluto. Ahora tiene sentido que llegaran vitoreando y haciendo ruido, como si se dirigieran a una fiesta.

Son cómicos de una manera psicótica y aterradora, y se nota que cada uno de ellos ha probado la sangre en el campo de batalla, Solo obtienes ese tipo de audacia con la experiencia.

Las bromas y la presencia de sus compañeros parecen haber calmado a Colton considerablemente, y puedo sentir que las oleadas de furia se desvanecen cuando se da cuenta de que esta manada no vale la pena.

Ninguno de ellos está intentando iniciar una pelea, y Deacon, a pesar de que sus ojos brillan un poco, parece estar tratando de calmar las cosas en lugar de provocar un conflicto. Son lo que pensé cuando los conocí; cobardes omegas. Ni siquiera sería honorable luchar contra ellos.

“Si no quieres pelear, por mí está bien. Mi gente no necesita un derramamiento de sangre en su puerta; aquí hay niños. Pero no te irás con ninguna de estas mujeres sin pasar por encima de mí, así que tal vez deberías dar media vuelta, meterte la cola por el trasero, donde corresponde, y decirle a mi papá que dije que se fuera a la mi%rda, que lo sé todo”, gruñe.

“Él entenderá lo que significa. Tal vez en el camino de regreso a la montaña, tú y tu gente deberían evaluar de qué lado del grupo Santo van a estar de ahora en adelante, porque el futuro no será agradable si se van con él”, continúa gruñendo en la cara, intimidante, sin vacilación ni nerviosismo.

Colton está a un segundo de orinar a Deacon y marcar su territorio, tal es su abrumadora hostilidad cuando el otro lobo se desmorona.

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