El destino de la huerfana -
Capítulo 103
Capítulo 103:
Nuevamente odio no estar conectada a ellos para escuchar su comunicación. Es obvio, por la forma silenciosa en la que se posicionan y asienten unos a otros, que se ponen de acuerdo para colocarse donde sea necesario. Se están preparando para la batalla porque no saben cómo se desarrollarán las cosas.
“El doctor dijo que había diecinueve lobos en las instalaciones, así que supongo que dejó algunos para mantener a raya a los humanos”, añado una idea tardía y me acerco a Colton mientras unos cuantos cuerpos cálidos se colocan detrás de nosotros.
Son lobos que no conozco bien, pero de todos modos estamos flanqueados por más de una docena, y me pregunto dónde está la manada secundaria.
Colton comienza a caminar de lado alado. Su adrenalina y sus niveles de hostilidad son tan altos que también me afectan, y mi cuerpo comienza a temblar un poco.
Observo el camión que se aproxima, me erizo intensamente, y todo lo que puedo hacer es mirar y esperar, conteniendo la respiración. El nerviosismo aumenta porque no sé cómo va a salir esto, y aunque los superamos en número, todavía no soy una loba que haya luchado contra otro lobo.
No cuenta la vez que Colton me provocó, y ni siquiera recuerdo que haya sucedido. Siento náuseas, incluso cuando sigo muy enojada con Deacon, y empiezo a retorcerme las manos para calmar mis estúpidos nervios.
Colton camina dos metros hacia la izquierda, gira y camina de regreso, como un animal enjaulado. Puedo percibir su impaciencia por querer lidiar con esto.
Parece rígido y listo para saltar, y puedo sentir la cercanía de su lobo: está a punto de transformarse. Es como una mina sobrecargada, y mi loba comienza a retorcerse internamente: necesita dar la cara.
Está muy agresivo. Su olor de alfa se vuelve tan embriagador que mi loba comienza a gruñir en respuesta, y tengo que respirar profundamente y contar hasta diez para mantenerla bajo control.
Él está alterando a la manada, y el murmullo de gruñidos inquietos a mí alrededor me dice que están preparados y listos para pelear, que se alimentan de la necesidad de atacar de su líder. La manada tiene un vínculo psíquico, de modo que cuando su alfa va a pelear, todos se agitan y acuden a él, listos para morir por el bien del grupo.
Esto se está volviendo insoportable e invasivo, ya que nos envuelve como un humo oscuro y apenas puedo respirar por la presión latente.
Cuando pasa junto a mí por décima vez, le toco el hombro para distraerlo delo que viene. Se detiene, gira la cabeza hacia mí y reacciona como si le hubiera disparado con una pistola de descarga eléctrica; así de concentrado estaba en sus instintos y sus sentidos.
“Deacon es un cobarde y no es rival para nosotros. Quédate quieto. Estás agitando a la manada y provocas su sed de sangre”, digo y trato de calmarlo con un pequeño apretón.
Colton inhala lentamente, estira la mano y pasa el pulgar sobre mi labio inferior con suavidad, removiendo una gran cantidad de mariposas en mi estómago con el más simple de los toques.
Fija sus ojos brillantes en los míos.
“Él se atrevió a ponerte la mano encima y mantuvo encerrada a mi mamá. No me importa si se niega a pelear o si corre… lo derrotaré de todos modos”, es una respuesta violenta, letal y protectora y solo le dedico una mirada suave.
No puedo discutir con él cuando lo impulsa su instinto, solo puedo dejarlo en paz y que maneje esto como crea conveniente.
“Muchos de estos lobos nunca han estado en una batalla. Piensa en los más vulnerables. Queremos que se sientan seguros aquí, no traumatizados por una guerra que se avecina. Sé un líder. Olvídate de la venganza, por su bien. Aquí hay niños”, le recuerdo con suavidad, y mis palabras tienen el efecto de una ola tranquilizante; es suficiente para calmar su ira.
Exhala con fuerza para liberar algo de tensión. Sabe que tengo razón, así que asiente, me suelta y se gira para mirar el camino una vez más. Veo que su nivel de agresividad decrece gracias a mis palabras.
La jerarquía de los lobos no es tan compleja; tienen ciertas características que solo debes aceptar. Una de ellas es que un macho es mortalmente posesivo y protector con su pareja, incluso si ella no es técnicamente suya, y tal vez hayan pasado por la imprimación.
La necesidad es la misma. Colton es un alfa, lo que significa que sus instintos protectores son más intensos de forma natural, aproximadamente un quinientos por ciento más que la mayoría.
Una característica del alfa es que le da lo mejor de sí a la manada, pone a su gente por encima de todo, y esto se vuelve mil veces más intenso una vez que un dominante asume su papel de líder. Puedo ver que Colton está motivado por esto y que lo pone inquieto, agitado e iracundo.
No soy solo su compañera predestinada, para él también soy parte de su manada, y Deacon me faltó al respeto; y también a su madre. La lealtad de Colton hacia ella es tan fuerte como su amor por ella, y por mí. Como alfa, quiere restablecer el equilibrio y lidiar con el insulto y la ofensa de esta manera.
Los faros llaman mi atención cuando destellan bruscamente, girando alrededor de los dos vehículos al tiempo que entran y nos encuentran a todos parados aquí, esperando.
Escucho el ligero zumbido de dos grandes camiones militares verdes que ya había visto en la bahía. Ambos tienen tiendas de campaña en la parte de atrás y parecen mucho más grandes en la oscuridad. El primer camión gira a la izquierda y derrapa hasta detenerse.
Obviamente no esperaban esta fiesta de bienvenida enfrente de la casa y tuvo que desviarse. El segundo pisa los frenos de inmediato y se desliza sobre la grava unos cuantos metros de forma dramática. Se detiene en seco en la entrada, cubierto de una nube de polvo revuelto.
Hay una pausa en la que nadie se mueve, y el zumbido de los camiones es el único ruido que resuena con fuerza en el inquietante silencio.
Los lejanos hurras de los lobos que vienen desde atrás nos avisan de la presencia de nuestra manada secundaria, la cual regresa y está detrás de ellos. Parecen estar alegres al haber atrapado a estos insectos en su red, desde todos los ángulos.
Es como si todos contuvieran la respiración y esperaran a que alguien diera el primer paso. Colton se queda quieto, sigiloso, completamente concentrado en el primer camión, mirando el asiento del conductor a través del espejo lateral. Emite un gruñido grave que vibra a través de mi estómago.
Es Deacon, puedo olerlo. Colton me sorprende con su grave y ronca hostilidad a través del vínculo entre nosotros y parpadeo, el estómago se me hace un nudo cuando me doy cuenta de lo que acaba de decir.
Trato de ignorar el tono asesino en el trasfondo, porque sé que Colton es un guerrero experimentado, y estoy a punto de verlo por mí misma por segunda vez.
‘¿Cómo sabes a qué huele Deacon?’, pienso.
Palidezco, mirando de Colton al camión y tratando de averiguar cómo podría saber eso, a menos que lo conociera. No pudo haber captado el olor de mis recuerdos proyectados.
Quiero decir, Deacon es un Santo, pero estuvo en las instalaciones durante anos, así que supuse que Colton lo habría visto cuando era un niño, pero que no lo conocía. Deacon es mayor que él, tal vez por diez años, y no recuerdo que lo mencionara.
Ese idiota y su manada se escabulleron Dios sabe a dónde después de que su padre murió, pero sí lo conozco. Intentó derrotarme frente a su manada cuando era un niño, para establecer su dominio y humillarme, y le pateé el trasero.
Odio a ese hijo de p%ta. Sabiendo que su manada retuvo a mi mamá, y que ahora viene por las dos, juro que voy a desmembrarlo.
Trago saliva, pongo los ojos como platos y reprimo un pequeño temblor al darme cuenta de que esto va más allá de que Colton esté enojado por mí y su madre. Él ya odiaba al idiota que nos siguió hasta aquí. Su ira surge de nuevo y me atraviesa; sé que debo tranquilizarlo una vez más.
Aquí hay niños, mujeres embarazadas y lobos ancianos. Hay familias, y cien ventanas dan hacia afuera. Necesitamos proteger a estas personas de los horrores y demostrarles que este lugar es un santuario.
Tengo que calmar a Colton y llevar esta pelea fuera de nuestros límites, lejos de los ojos que nos miran. No quiero que irrite a la otra manada y haga trizas a una docena de lobos aquí, de esta manera; incluso si se trata de Deacon.
Alguien abre la puerta de la camioneta y se baja. Viste ropa oscura, como Colton, y de inmediato reconozco el alto y arrogante hombre que se pavonea; esa actitud imbécil le queda tan bien.
Deacon echa un vistazo a su alrededor, se da cuenta de que está rodeado de lobos y mira fijamente a Colton, buscando a la persona con la que debe tratar. Parece hundirse. Obviamente lo recuerda muy bien.
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