El bebe del millonario
Capítulo 68

Capítulo 68:

Según el doctor, había tenido suerte de que la bala salió de su cuerpo y no tocó ningún órgano importante. Nerea no se había sentido tan afortunada cuando despertó con un dolor agudo en el costado. Afortunada habría sido si no la habrían secuestrado para comenzar. Claro que no lo había dicho en voz alta.

Piero había estado a su lado cuando abrió los ojos y las únicas veces que se había movido desde entonces fue para ir a ver a Alba algunas horas durante la tarde. Cada noche, él regresaba después de haberle dado de comer y llevado a la cama. De no ser por su hija, él no se habría ido a ningún lado. Todavía nadie le había dicho que es lo que había sucedido con Victor después de que ella se desmayó.

Había considerado preguntárselo a Piero, pero lo había descartado casi de inmediato al ver la culpa en sus ojos cada vez que veía la herida al ayudarla a cambiarse. Él no tenía por qué sentirse así y ya se lo había dicho; sin embargo, él necesitaba tiempo para procesarlo.

Su mamá se puso de pie aun con una sonrisa por su última historia.

“Iré por algo de comer”, anunció ella.

“Piero debería acompañarte”, sugirió antes de que su padre se ofreciera a ir con ella.

Tenía que hablar con él.

“Casi no sale de esta habitación. Necesita estirar las piernas y respirar aire fresco”, acotó antes de que Piero pudiera negarse.

“Me parece una buena idea, aunque no creo que haya nada parecido a aire fresco en un hospital”.

Su madre hizo una mueca. Ella siempre había odiado los hospitales.

“¿Vamos?”

Piero se puso de pie con un suspiro y salió de la habitación, no sin antes darle una mirada sobre el hombro. Nerea le sacudió una mano para que se fuera.

“¿Qué es lo que quieres saber?”, preguntó su padre apenas se quedaron solos.

Giró la cabeza hacia él para nada sorprendida por su intuición. Estaba acostumbrada a que siempre estuviera un paso por delante de ella. Había sido algo molesto cuando estaba creciendo. Nunca había podido ocultarle nada, él siempre se había dado cuenta cuando le estaba ocultando algo.

“¿Cómo sabías que quería preguntarte algo?”, preguntó de todas formas.

Su padre la miró como diciendo: “¿Es enserio?”

“Tienes razón, pregunta tonta”, hizo una pausa antes de continuar.

“¿Qué sucedió con Victor?”

“No tienes que preocuparte más por él”.

Era una respuesta demasiado vaga.

“No fue eso lo que pregunté. ¿Papá, tú… lo mataste?”

Su padre se tomó su tiempo para responder y para cuando lo hizo Nerea estaba tan segura de que diría que sí.

“No, aunque tenía tantas ganas de hacerlo”, declaró su padre con vehemencia.

“Solo me aseguré de enseñarle un par de lecciones importantes. Él no volverá a hacer nada parecido. Y eso es todo lo que te pienso decir al respecto”.

Inhaló profundo y luego soltó todo el aire contenido.

“Está bien, no pienso insistir más”.

A Nerea le bastaba saber que nunca más tendría que volver a ver a Victor y que su vida y la de sus seres queridos no estaban en riesgo.

“Piero estaba muy preocupado por ti”, soltó de repente su padre.

“Cuando me enteré que ustedes dos estaban saliendo tenía mis dudas sobre él”, confesó.

“Lo vi crecer y siempre fue un buen muchacho, pero pareció perder el rumbo durante los últimos años. Él no sabía lo que quería y me preocupaba que te rompiera el corazón en el proceso de descubrirlo. Obviamente le habría partido un par de huesos, si te hubiera hecho daño”.

Soltó una carcajada al escuchar esa última parte.

“Es el hijo de tu ex jefe y amigo”.

“Alessandro tiene una hija, me habría entendido”.

Su padre se puso de pie y se sentó en el asiento junto a su cama.

“El día que Piero vino a decirme que te propondría matrimonio”, continuó él.

“Supe que él estaba muy seguro de lo que quería. Jamás habría imaginado que terminarías con él. Si soy honesto, habría preferido que fueras para siempre mi pequeña. Sin embargo, de todos los hombres que hay allí afuera, me alegro que fuera él quien se ganó tu amor”.

Sus ojos se empañaron. Su padre no era un hombre de muchas palabras, pero cuando soltaba un discurso así de largo, se aseguraba de llegar a tu corazón.

“Papá…”

Su padre se puso de pie y se acercó a ella. Envolvió sus enormes brazos en torno a ella con una suavidad que contrastaba con su tamaño y fuerza.

“Te amo”, musitó él y depositó un beso en su cabeza.

Nerea tragó el nudo en su garganta.

“Y yo te amo a ti, papá”.

Se quedaron así mientras los segundos pasaban. En algún momento alguien carraspeó y ambos se separaron.

“¿Está todo bien?”, preguntó su madre entrando a la habitación.

“Mejor que nunca”, musitó Nerea.

Su madre los miró a ambos y luego ella se acercó a su esposo con una sonrisa. Él se alejó de la cama para encontrarse con ella a medio camino, estiró la mano y la pasó por su cintura tan pronto estuvo a su alcance.

Nerea desvió la mirada hacia Piero.

“Mi papá dice que le agradas”, comentó divertida.

“¿Con que así es?”, preguntó Piero mientras se acercaba a ella.

“Todavía pienso matarte si le haces daño a mi hija”, dijo su padre.

“Lo sé, señor”.

Los dos hombres más importantes de su vida compartieron una mirada y luego una sonrisa se extendió en el rostro de ambos.

El doctor entró a la habitación en ese momento y saludó a todos.

“¿Ya me puedo ir?”, preguntó antes de que él tuviera tiempo de decir nada más.

“En serio, estoy muy bien”.

“Te voy a revisar y seré yo quien lo decida ¿Qué te parece?”

“Solo me dará la razón”, replicó.

Piero soltó una carcajada.

“Es tan parecida a alguien que conozco”, comentó su padre.

“¿Tratas de decirme algo?”, fue la respuesta de su madre.

“Nada, cariño. Tan solo fue un comentario”.

Piero sonrió al ver la escena que ocurría delante de él. Nerea estaba regando de besos el rostro de Alba mientras la pequeña reía encantada. Su pequeña hija había soltado un grito parecido a un chillido en cuanto vio a Nerea. Después había intentado brincar de los brazos de Ava para alcanzarla. Había ayudado a Nerea a acomodarse en el sofá antes de pasarle a la pequeña traviesa. El encuentro entre ambas había sido bastante emotivo. Nadie podría dudar jamás del amor que existía entre ambas.

“¿Cómo ha estado la bebé más hermosa del mundo?”, preguntó Nerea.

“¿Disfrutaste pasar tiempo con tus abuelos?”

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