El bebe del millonario
Capítulo 67

Capítulo 67:

Piero no tenía idea de que es lo que Giovanni iba a hacer con Victor, pero estaba seguro de que él pagaría muy caro haberse metido con Nerea.

Acomodó a Nerea en el asiento de atrás antes de subirse a su lado. Acomodó su cabeza sobre sus piernas y le acarició la cabeza. Una de sus mejillas estaba marcada por lo que pronto se convertiría en un gran moretón y la palidez de su rostro persistía.

Se inclinó y rozó sus labios.

“Te amo”, musitó.

Mientras la casa quedaba lejos en el espejo retrovisor, recordó los eternos minutos que habían pasado revisándola. Recordó la sensación de opresión en el pecho cada vez que había abierto una puerta solo para encontrarla vacía mientras la misma pregunta acudía a su mente otra vez. ¿Qué demonios iba a hacer si ella no estaba allí?

La maldita casa era demasiado grande y les había tomado tiempo revisarla toda. Y al final no había servido de nada. No habían encontrado ni a Victor, ni a Nerea.

Piero no se había dado por vencido ni siquiera entonces. Había regresado a las habitaciones intentando encontrar que es lo que habían pasado por alto. La casa tenía las luces encendidas cuando habían llegado, así que alguien debería de estar allí… incluso si no era Nerea.

Entonces habían escuchado un disparo. Su corazón se había detenido por unos segundos pensando en las posibilidades. Un sudor frío le había recorrido la espalda mientras pensaba que Victor había matado a Nerea. Podría haberse derrumbado en aquel momento y había estado tan cerca de hacerlo.

“El sonido vino de aquella dirección”, había dicho Giovanni con fría determinación antes de dirigirse hacia una de las habitaciones.

Piero lo había seguido. La habitación en cuestión era una oficina, la cual ya habían revisado antes y al igual que la primera vez estaba vacía. Giovanni había empezado a revisar la habitación moviendo muebles y palpando cada superficie mientras todos hacían lo mismo.

Luka había encontrado entonces una especie de botón oculta debajo de lo que parecía una reliquia familiar. Al presionarla una puerta escondida en la pared se había revelado a ellos. Tal vez nunca la habrían descubierto de no ser por el disparo, probablemente el mismo que había causado la herida en el abdomen de Nerea.

La puerta llevaba hacia una especie de un sótano amueblado como una sala de estar y más allá un pasadizo con una puerta al final de donde provenían algunas voces, una de ellas bastante familiar.

Regresó al presente y recordó que sus padres y la madre de Nerea, Mia esperaban alguna información. Pidió su celular a Luka y marcó el número de su padre. Él contestó después de que él celular timbrara un par de veces.

“La encontramos”, informó.

“Pero ella recibió un disparo y la estamos llevando al hospital en este momento”.

“Contactaré a un amigo, te estarán esperando listos para atenderla”.

“Gracias, papá. ¿Cómo está Alba?”

“Se despertó hace una hora y volvió a quedarse dormida luego de comer. Tu madre y Mia la están vigilando de cerca”.

Soltó un suspiro. Su hija había estado irritable desde que la vacunaron, pero se había puesto peor en la noche como si presintiera que algo malo estaba sucediendo. Estaba seguro que, si no veía a Nerea pronto, ella empezaría a llorar sin parar. Las dos estaban demasiado unidas.

“Tengo que irme”, le dijo a su padre.

“Está bien. Tu madre, Mia y yo llegaremos al hospital tan pronto como sea posible”.

Su padre terminó la llamada y él guardó su celular el bolsillo de su chaqueta. Miró a Nerea, Tenía miedo de que, si alejaba la mirada por mucho tiempo, ella desaparecería. Nerea tenía que estar bien, no podía ser de otra forma. Imaginar un mundo donde ella no estuviera…

No, eso no iba a pasar. Giovanni no se habría alejado de su hija, si pensara que su herida era demasiado grave.

El viaje pareció durar aún más que cuando habían ido en busca de Victor.

“Estamos por llegar”, informó Luka.

El auto se estacionó en la entrada de emergencia del hospital y Piero casi brincó fuera. Sacó a Nerea del vehículo y avanzó hacia las puertas apresurado. Un médico, que se le hizo vagamente familiar, y una enfermera aparecieron al poco rato con una camilla, Piero colocó a Nerea en la camilla, pero mantuvo su mano unida a la de ella.

“Recibió un disparo en el abdomen, la bala entró y salió. El sangrado se detuvo, pero perdió algo de sangre antes de eso. No ha despertado en un poco más de dos horas”, informó Luka siguiéndolos muy de cerca.

“Tenemos algunos paquetes de sangre listos para ella. Evaluaremos el daño y los mantendremos informados. Ustedes deben permanecer aquí”, terminó el doctor.

Soltó la mano de Nerea y la vio alejarse. Quería luchar para que lo dejaran ir con ella, pero no iba a desperdiciar minutos en los que podían atenderla.

Luka le dio un apretón en el hombro.

“Ella estará bien”, le dijo.

“Mi sobrina es una luchadora. Nunca se ha rendido y no comenzará ahora”.

Sus padres y la madre de Nerea llegaron a la sala de espera en ese momento y Luka tuvo que dar algunas respuestas ya que Piero no se sentía capaz de concentrarse.

Mia tenía los ojos rojos, pero se mantuvo firme mientras decía que su hija estaría bien.

Giovanni llegó media hora después y abrazó a su esposa.

“Dime que te encargaste de él”, musitó ella.

Él asintió con la cabeza.

Nerea soltó una risa, pero se calló cuando el dolor punzante en lado izquierdo del abdomen volvió a aparecer para recordarle su herida, Recibir un disparo era una completa m!erda y esperaba nunca más volver a experimentarlo. No podía reír, toser o, para el caso, moverse sin sentir ese maldito dolor.

Se dio cuenta que su madre se había quedado en silencio y que ahora ella, su padre y Piero la miraban preocupados.

“¿Estás bien?”, preguntó Piero con el ceño fruncido.

Nerea le dio su mejor sonrisa antes de hablar.

“Sí, tranquilo. Solo siento un poco de dolor”.

“Debería llamar a una enfermera para que te revise”.

“No es necesario”.

“¿Estás segura?”

“Muy segura”.

Su madre retomó su anécdota donde la había dejado y Nerea le dio una mirada de agradecimiento.

Piero apretó su mano y mantuvo sus ojos sobre ella durante algunos segundos más, luego regresó su atención a su madre que estaba contando una historia vergonzosa sobre Nerea y sus hermanas.

Había pasado casi tres días desde que la habían hospitalizado y ya estaba aburrida de estar en aquella habitación tan tétrica. Lo único que hacía durante todo el día era estar en cama perdiendo el tiempo.

Ni siquiera podía trabajar para pasar el tiempo. Piero estaba seguro de que eso podía afectar su recuperación y sus padres habían estado de acuerdo con él.

Como si no fuera suficiente tortura, tampoco había podido ver a su hija durante ese tiempo. Eso por su propia decisión. La primera vez que le había preguntado al doctor si su hija podía visitarla, él había mencionado que no era lo más indicado para una niña pequeña estar en un hospital por el riesgo que corría de contraer alguna enfermedad. Sí, no había manera de que la fuera a exponer a eso, incluso si la extrañaba demasiado.

En serio esperaba que ese día el doctor ya le diera el alta para poder regresar a casa con Alba. Después de todo, ya se sentía mucho mejor. No es que Piero pareciera escucharla cuando se lo decía. Él no desaprovechaba cualquier gesto de malestar para decirle que era mejor si se quedaba algunos días más en el hospital.

Le habría dicho lo que podía hacer con su opinión, si no fuera porque lo encontraba demasiado tierno. Tres días atrás había llegado inconsciente al hospital. Nerea había recibido una transfusión y además le habían realizado una cirugía para que no volviera a sangrar.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar