El bebe del millonario
Capítulo 66

Capítulo 66:

El maldito la había disparado. Los segundos que le tomó recuperarse del impacto fueron suficientes para que él se levantara y se acercara a ella por detrás.

Victor la tomó del cabello y tiró de ella con fuerza hasta que su espalda se estrelló contra su pecho.

“Ese fue un movimiento estúpido”.

“Eres un maldito imbécil”, gruñó con dolor.

“Fuiste tú quien decidió hacer esto por el camino difícil. Mi intención nunca fue lastimarte”, susurró él cerca de su oído.

“Tú me obligaste a hacerlo”.

“Vete a la m!erda”.

Victor tiró de su cabello con más intensidad obligándola a inclinar su cabeza hacia atrás.

“Escuchas eso. Se fueron”.

Imposible. Debían de haber escuchado el disparo.

El ruido se había detenido por completo. Victor podía asumir que su padre y Piero se habían rendido y se estaban yendo. Ella los conocía mejor. Guardó silencio y escuchó. Silencio, completo silencio.

Esperó y entonces la puerta se abrió con un fuerte estruendo. A primera vista fue difícil ver a su padre gracias a la luz que llevaba sujeta en la cabeza, pero incluso en la oscuridad ella podría reconocerlo. Sonrió.

“¿Decías algo?”

Su padre entró a la habitación y le dio una evaluación de pies a cabeza.

“Baja el arma”, ordenó él con voz mortal.

“No estás en posición de hacer demandas. Si das un paso más, le dispararé”.

“Maldito hijo de p%ta”, dijo Piero desde detrás de su padre.

“Pagarás por esto”.

Victor sonrió al escucharlo.

“Y he allí el príncipe azul. Debería haberte matado hace tiempo, me habría ahorrado algunos problemas”.

“Baja el arma”, repitió su padre ignorando las divagaciones de Victor.

No te lo volveré a repetir”.

Tenía que quitarse de la línea de fuego. Aunque su padre podía disparar a Victor desde donde estaba, no creía que su intención fuera matarlo…no aún.

“Ya te dije que no estás en posición de ordenar nada. Soy yo quien tiene a tu hija y si tengo que matarla, lo haré. Sin embargo, puedes evitar que eso suceda. Saca a tus hombres de aquí para que podamos irnos de aquí. Asegúrate de…”

Nerea se había desconectado de lo que sucedía a su alrededor y había aprovechado la distracción de Victor para atacarlo. Su costado le dolía como el infierno, pero aun así había reunido las fuerzas que le quedaban para levantar el brazo izquierdo y darle un codazo a la altura de las costillas.

Él soltó un gruñido y aflojó el agarre en su cabello.

Nerea no se detuvo allí. Inclinó la cabeza un poco hacia adelante y luego golpeó hacia atrás con fuerza. Esta vez Victor la soltó y ella se hizo a un lado.

Su padre aprovechó la oportunidad. Un disparó se escuchó en la habitación seguido por el alarido de dolor de Victor.

Nerea se tambaleó, la habitación estaba dando vueltas. Piero estuvo a su lado en un segundo y la sostuvo en brazos.

“Ya te tengo”, dijo acariciándole la mejilla.

“Está herida”, informó mirando alguien sobre el hombro, luego regresó su atención a ella con su rostro marcado por la preocupación.

Se llevó la mano hasta el lugar en su cintura que no había dejado de doler. Estaba húmeda al tacto.

“¡Oh, rayos!”, dijo al ver sangre en su mano

“Esto no está bien”.

“Nerea”, escuchó llamar a Piero antes de desmayarse.

Piero se desesperó al ver a Nerea perder la conciencia. Alguien había prendido la luz de la habitación justo después de que él atrapara a Nerea en el momento que ella se precipitaba al suelo. Ella estaba pálida y tenía un moretón en la mejilla.

Además, una evaluación rápida le permitió ver mejor la herida sangrante en el costado izquierdo de su abdomen. Giovanni dejó a Luka cuidando de Victor y se acercó a él.

“Ponla sobre la cama, necesito revisarla”.

Siguió sus indicaciones de inmediato. Depositó un beso en la frente de Nerea. Se hizo a un costado, aunque era lo que menos quería.

Uno de los hombres de Piero se acomodó del otro de lado de Nerea con un botiquín en la mano y entre los dos comenzaron atender su herida.

Escuchó el g$mido de Victor y la furia regresó a él. Gracias a él, Nerea estaba inconsciente.

“¡Maldito hijo de p%ta”, gruñó mientras se acercaba a él como un toro embravecido.

Dejó de pensar con lógica, lo único que quería era lastimarlo de la misma forma que él había dañado a

Nerea.

Luka sacó su rodilla de encima de Victor y dio un paso hacia atrás.

Piero tomó a Victor del hombro y le dio la vuelta.

Tan pronto él quedó sobre su espalda, su puño impactó contra su rostro una vez y luego otra.

Después lo sujetó del cuello de su camiseta y lo levantó un poco. Sacó el arma de su cinturón y lo colocó en la sien de Victor.

Nunca había sido alguien a quien le gustara la violencia, pero en ese momento muy poco le importaba llenarse las manos de sangre. Aquel bastardo no merecía vivir.

“¿Qué se siente tener un arma apuntándote directo a la cabeza?”, preguntó entre dientes.

El maldito solo lo miró en silencio. El párpado de su ojo derecho comenzaba a hincharse y una hilera de sangre se deslizaba por la comisura de sus labios.

“Piero”, llamó Giovanni desde la cama.

“No tengo nada en contra de que lo mates. Por el contrario, me aseguraré de que nunca nadie encuentre su cadáver si lo haces. Sin embargo, no creo que sea algo con lo que quieras vivir.

Sus ojos se encontraron con los de Giovanni. Él se había acercado a ellos.

“Nerea te necesita”, continuó el padre de Nerea.

Eso fue suficiente para salir de la bruma que lo consumía. No iba a desperdiciar más de su tiempo en Victor cuando Nerea estaba mal.

Lanzó a Victor hacia atrás. Él se golpeó la cabeza al caer, pero no perdió la conciencia.

“¿Cómo está ella?”, preguntó.

“Estable, la bala salió de su cuerpo. El mayor problema parece ser el sangrado, pero tenemos que trasladarla a un hospital para que la revisen mejor. Asintió y regresó junto a Nerea. La levantó en brazos y se giró hacia Giovanni”.

“Llévala al hospital, los veré allí”, dijo él.

“¿No vienes con nosotros?”

“Tengo que terminar las cosas aquí”

Giovanni miró a Victor.

“No me tomará mucho tiempo. Luka…”

“No te preocupes, me encargo”, dijo el aludido.

El amigo de Giovanni hizo un gesto para que saliera de la habitación y caminó detrás de él hasta el exterior de la casa. Uno de los hombres salió con ellos y los otros tres se quedaron con Giovanni.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar