El bebe del millonario -
Capítulo 64
Capítulo 64:
El padre de Nerea sacó su celular y después de presionar la pantalla se lo llevó al oído.
“Está apagado”, informó segundos después.
“Creo que Piero podría estar en lo correcto”, dijo Luka.
“No es fácil bloquear las cámaras de tránsito, pero alguien con suficiente conocimiento en tecnología podría hacerlo. Sin embargo, acceder a nuestros sistemas desde fuera es imposible, tuvo que hacerlo alguien con acceso”.
“Estoy seguro de que fue él”, insistió antes de contarle lo que había sucedido entre Nerea y Victor.
Giovanni regresó su atención a los demás, no estaba seguro que pasaba por su mente.
“¿David?”
“Solo unos segundos más”.
El tiempo parecía ir a cámara lenta y al mismo tiempo demasiado rápido. Su padre se paró a su lado y le colocó una mano sobre el hombro. Piero lo miró y le dio lo más parecido a una sonrisa. Estaba agradecido de que él y su mamá, Ava, estuvieran allí apoyándolo. Su mamá había ido a una de las oficinas con alba para que no la despertara el bullicio.
“Tengo a Victor”, anunció David.
“Pero no puedo ver si hay alguien más con él”.
“Pudo colocar a mi hija en el maletero”, intervino Mia.
“¿Qué dirección tomó?”, preguntó Giovanni.
“El oeste al menos por diez cuadras luego giró hacia la derecha. Unas cuadras después, entró en un callejón donde le perdí el rastro”.
“Debió continuar a pie y cambiar de auto más adelante”, comentó Giovanni.
“A menos que viva por allí”.
“No”, dijo Luka mirando la pantalla de su computadora.
“Su departamento está en la dirección contraria. Tampoco tiene alguna propiedad cerca de allí. A menos que fuera a verse con alguien, no hay una razón por la cual se dirigió a ese lugar”.
Giovanni miró a uno de los hombres que estaban de pie al otro lado de la habitación.
“Lleva a uno contigo y averigüen lo que puedan”.
“Sí, señor”.
Piero se pasó la mano por el cabello y soltó un sonido de frustración. Se sentía un completo inútil. Nerea estaba en peligro y no había hecho nada para ayudarla. Quería salir y buscarla por su cuenta, pero no tenía idea de donde comenzar.
“Estuve investigando a Victor”, informó Luka después de algunos minutos.
“No tiene muchas propiedades a su nombre. Sin embargo, sus abuelos maternos tienen una casa de campo siguiendo por el oeste a un par de horas”.
“Eso es demasiada coincidencia. David, sabes que hacer”.
“Sí, señor”.
El hombre le preguntó a Luka la dirección exacta y se puso a trabajar.
El teléfono de Giovanni timbró en ese momento. Él colocó el altavoz y dejó su celular sobre la mesa.
“Encontramos el auto, señor. Está en el callejón, pero no hay rastros de a donde pudo dirigirse el objetivo”.
“Está bien, sigan buscando”.
Giovanni colgó la llamada.
“¿Belucci, intentaste rastrear su teléfono?
“Por supuesto, señor, la señal me lleva justo aquí”.
Creí que era un error, pero ya lo confirmé.
El padre de Nerea asintió como si se lo hubiera esperado.
“Deténlo”, dijo Giovanni con la mirada clavada en la pantalla de la computadora de David.
“¿Luka, cuántas casas hay en la zona?”
Era difícil saber si se trataba de Victor por la calidad de la imagen.
“Desde esa zona, tan solo un par. Pero la otra casa está en venta desde hace unos meses, así que no hay nadie”.
“¿Hay alguna otra cámara más cerca?”
“No señor, esa es la última en esa carretera”.
Giovanni soltó un suspiro.
“Son demasiadas coincidencias”, opinó Piero.
“Victor salió justo después de Nerea. Luego condujo lejos de su departamento. Dejó su celular aquí, apagado. Y, además, alguien se dirigió hacia su propiedad justo hoy. Es él y debió llevarla allí”.
“Espero que sea así”, dijo Giovanni. Se puso de pie y se colocó su chaqueta mientras empezaba a dar órdenes.
Luka y el par de hombres que habían quedado al otro lado de la habitación asintieron a las indicaciones de Giovanni mientras revisaban las armas que habían traído con ellos. El padre de Nerea le entregó sacó una de sus armas y se la entregó.
“Sé que sabes cómo dispararla”.
Asintió con la cabeza y revisó las balas.
“Iré contigo”, dijo Mia.
“Ni hablar”
Giovanni se giró hacia su esposa.
“No podré concentrarme si sé que dos de las mujeres que más amo están en peligro”.
“Puedo cuidar de mí sola”.
“Sé que sí, pero preferiría que te quedes aquí”.
Giovanni tomó del rostro a su esposa y unió sus frentes.
“Por favor”.
“Promete que la traerás de regreso y a salvo”.
Los ojos de Mia estaban empañados.
“Lo prometo”.
Giovanni le dio un casto beso a su esposa, luego miró al padre de Piero.
“Alessandro”.
“Descuida, yo la cuido”.
Mia se marchó a la habitación en la que estaba Ava. Su papá se acercó y le dio un abrazo.
“Ten cuidado o tu mamá se molestará”.
“Lo haré”.
Salieron del edificio y se subieron a las camionetas.
Piero se montó en la parte de atrás y Giovanni y Luka subieron adelante.
“¿Cuál era su plan al llevarla allí?”, preguntó apenas arrancaron.
“Debe tratarse de un refugio provisional”, musitó Giovanni.
“Debió asumir que tendría más tiempo. Sin embargo, no creo que planee permanecer allí por mucho tiempo, debe estar tramando algo más. Es por eso que debemos llegar a mi hija pronto”.
Cuando faltaban algunos kilómetros, salieron de la carretera y se detuvieron. Afuera todo seguía oscuro. Era un poco más de las cuatro de la mañana. Se bajaron del auto y con un asentimiento de cabeza, Belucci lanzó el dron.
“No se ve a nadie más en el terreno. Si hay alguien más con ellos debe estar en el interior de la casa”.
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