El bebe del millonario
Capítulo 62

Capítulo 62:

“Con que estén vivos me conformo”, dijo divertida Ava.

Eran solo bromas, a nadie le quedaba duda de lo buenos que eran cuidando a los niños. Y lo comprobaron en cuanto en cuanto entraron a la sala. Todo estaba en su lugar y frente a ellas se desarrollaba una escena que haría que muchas mujeres se derritieran de amor, eso no las excluía.

Sus hombres mantenían una entretenida charla sobre futbol a volumen bajo, asumió que era para no despertar a los niños que descansaban en sus brazos sin ninguna preocupación. Su padre tenía a Alba recostada en su pecho y le pasaba una mano de arriba abajo por su espalda distraído. Michelle cargaba a su hija mayor mientras Alessandro lo ayudaba a cuidar del menor.

Ava se aclaró la garganta para llamar su atención y todos se volvieron hacia ellas a la misma vez.

“Ya están aquí”, dijo Piero levantándose y acercándose a saludarla con un corto beso.

“¿Tuviste un gran día?”, musitó sobre sus labios.

Asintió.

“Me alegra”, dijo él y se dio la vuelta para mirar al resto.

“Bueno, familia, aunque los quiero, es hora de irnos. Mi futura esposa está cansada”.

“Piero”, regañó entre dientes dándole un codazo suave en las costillas.

“Él nunca va cambiar”, dijo Laila sacudiendo la cabeza con una sonrisa de diversión en el rostro.

Nerea se acercó a su hija y la tomó de brazos de su padre, el cual parecía decepcionado de que se la llevara. Giovanni Vitale estaba encantado con Alba y cada vez que lo veían no desaprovechaba la oportunidad de hacerse con ella, lo cual podía resultar a veces en una competencia sana entre él y Alessandro.

“Se durmió hace muy poco, no creo que despierte pronto. Estuvo muy activa durante la tarde”.

“Gracias por cuidarla”.

“No me importa hacerlo”.

Se despidieron de todos antes de abandonar la casa.

Acomodaron a Alba en su silla para bebé y se subieron a sus propios asientos.

“¿Encontraste tu vestido?”, preguntó Piero en cuanto salieron a la autopista.

“Si”.

“¿Y?”

“¿Y qué?”

Sabía lo que él buscaba saber, pero era divertido fingir ignorancia.

“¿Cómo es?”

“Como un vestido de novia debe ser”, respondió divertida.

“¿No me vas a decir nada más?”

“No, es de mala suerte”.

“Creí que lo que era de mala suerte era ver el vestido de novia antes de la boda”.

“Bueno, ahora yo decreto que también lo es hablar de él y como quiero que todo sea perfecto no diré nada más. Ya lo verás el día de nuestra boda”.

Él entrelazó sus manos con las de ella y la levantó para darle un beso en el dorso.

“Esperaré ansioso ese momento”.

Los dos compartieron una sonrisa y devolvieron la mirada adelante. Nerea acomodó la cabeza en la venta y cerró los ojos. Se quedó dormida en cuestión de segundo y cuando despertó Piero estaba estacionado el auto frente a su casa.

“Estoy muy cansada”.

“Entre el trabajo y los preparativos, no me sorprende. Quizás deberías delegar un poco más”.

“Creo que será lo mejor”

“¿Estás listo para mañana?”, preguntó mientras Piero sacaba a Alba de su asiento,.

Él hizo una mueca.

“No lo creo. Me vuelvo demasiado débil cada vez que veo llorar a nuestra hija, incluso si las vacunas son por su bien”.

“Ya somos dos, pero lo disimulo mejor. La última vez pensé que te ibas a desmayar”.

Piero rio.

“Yo también lo pensé”.

Nerea apagó su computadora, guardó sus cosas y se dirigió hacia la salida. El edificio estaba casi en completo silencio. A excepción por el personal de limpieza, la mayoría ya se había marchado a casa.

Hace rato había pasado la hora de su salida. Ahora que tenía a Piero y Alba no le gustaba quedarse trabajando hasta tarde, menos un día después de que su hija había recibido sus vacunas. Su pequeña todavía estaba de mal humor a causa de ello y eso tenía tenso a Piero.

Sonrió al recordar la escena de la tarde anterior. Estaba segura que Piero se habría ofrecido voluntario para recibir las vacunas en nombre de su hija, si eso hubiera sido una posibilidad. El pobre había estado a nada de llorar cuando Alba rompió en llanto. Además, le había lanzado una mirada llena de disgusto a la enfermera. Nerea había disimulado mejor su dolor y le había ofrecido una disculpa a la pobre mujer en nombre de Piero.

Ella bajó directo al estacionamiento y en cuanto salió del ascensor se dirigió hasta su auto estacionado algunos metros más allá.

“Nerea”, llamó alguien detrás de ella justo cuando estaba por llegar a su auto.

No le costó mucho reconocer de quien se trataba. Se dio la vuelta y esperó a que Victor la alcanzara.

Desde su incidente los dos se habían distanciado y solo habían hablado cuando se trataba de trabajo.

“¿Sucede algo?”, preguntó instándolo a decirle lo que fuera que lo hubiera llevado hasta allí.

Él se quedó en silencio.

Miró alrededor y se dio cuenta que el estacionamiento estaba vacío y en silencio. Su instinto le dijo que debía mantenerse en alerta, aunque tal vez solo estaba siendo paranoica.

“¿Victor?”, insistió tratando de conservar la calma.

“Terminé el trabajo con la revisión que me solicitaste”, dijo él por fin.

“Pensé que querrías darle el visto bueno antes de irte”.

Revisó la hora en su reloj.

“Lo revisaré mañana, aunque estoy segura de que todo estará en orden”.

Victor era bueno en lo que hacía, lo había comprobado de antemano. Quizás era el único motivo por el que aún lo tenía en su equipo, de lo contrario ya estaría fuera.

“Ahora, si no hay nada más, me voy”.

Estaba por darse la vuelta cuando él volvió a hablar.

“Escuche que te vas a casar”.

No era ningún secreto, no con el enorme anillo que adornaba su dedo anular. Además, Piero no dejaba de contárselo a todo aquel que quisiera escuchar. A esas alturas, ya era noticia vieja. Sin embargo, no entendía por qué su interés.

“Así es”.

“Nerea, yo quería disculparme por lo que sucedió esa noche. Lamento el modo en que me comporté”.

“Ya está olvidado”.

“No creo que sea así. Nada ha sido lo mismo desde entonces”.

Sus palabras sonaron a un reclamo.

Apretó los dientes furiosa.

“¿Es enserio? Dijiste cosas sobre mi relación cuando no tenías ningún derecho a entrometerte y como si no fuera suficiente me besaste contra mi voluntad. ¿Qué esperabas que sucediera después de eso?”

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