El bebe del millonario -
Capítulo 56
Capítulo 56:
Eso no era lo que esperaba escuchar.
“Con el tiempo”, continuó su abogado.
“Ella podría apelar y…”
“Ganar”, terminó él.
“Incluso después de lo que hizo”.
“Es su madre”.
Y aun así había abandonado a Alba a su suerte.
“Estoy dispuesto a otorgarle horarios de visita, pero no si eso hace que me arrebate a mi hija en un futuro. ¿Qué me recomiendas?”
“Entiendo que se preocupa por el bienestar de Alba, pero en este caso es mejor atacar con todo lo que tenemos si es que quiere conservar la custodia total”.
Asintió, aunque el abogado no podía verlo.
“Voy a pensarlo”.
También tenía que discutirlo con Nerea, esta no era solo su decisión.
“Estaré en contacto. Hasta mañana”.
Colgó el teléfono y soltó un suspiro. Se quedó de pie en medio de su oficina quien sabe por cuánto tiempo. Ni siquiera sintió el momento en el que Nerea entró a su oficina hasta que lo abrazó por detrás.
“¿Qué sucede?”, preguntó ella con la mejilla apoyada en su espalda.
“Vittoria presentó una demanda”.
“Sabíamos que iba a pasar”
Nerea sonaba calmada y eso le ayudó a relajarse un poco. Seguro podían manejarlo entre los dos.
“Ella no se iba a rendir. Lo que sea que quiere, y seguro que no es a Alba, no lo ha obtenido, así que no está dispuesta a rendirse”.
Se giró para poder verla a los ojos.
“Solo quiero hacer lo necesario para sacarla de la vida de Alba para siempre. ¿Eso me hace egoísta?”.
“No y puede que sea el camino correcto. Vittoria nos ha demostrado que no le interesa Alba. Tal vez es mejor que no la tenga en su vida si no es capaz de darle el amor que se merece”.
“¿Y si estamos cometiendo un error? No quiero que mi hija me odie por haberme interpuesto en la posibilidad de que tenga una relación con su madre”.
“Lidiaremos con las consecuencias cuando llegue el momento. Un día le contaremos toda la verdad o al menos una versión resumida y esperemos que ella entienda por qué tomamos ciertas decisiones”.
Piero no creía que pudiera amarla más, pero cada día ella le demostraba lo equivocado que estaba.
La sujetó del rostro y se inclinó para darle un corto beso.
“¿Estás conmigo en esto?”, preguntó.
“Siempre”.
…
“¿Estás lista, cariño?”
Esa era una pregunta fácil de responder. Nerea estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para proteger a Alba, a dar su vida por ella de ser necesario.
“Sí”, respondió a la par que asentía con la cabeza. Su papá le dio una sonrisa de lado.
“Si es así, vamos”, su papá tomó la manija para abrir la puerta del auto.
“Papá”, lo detuvo y él se giró hacia ella. “Gracias por acompañarme”.
“Me alegra que me lo pidieras. Así podré asegurarme de que todo salga bien”.
“Sabes que puedo protegerme ¿Verdad?”
“Por supuesto que sí, te enseñé todo lo necesario”
“Si vine, es para evitar que la mates”.
Soltó una carcajada y se bajó del auto.
Nerea le dio un vistazo al edificio en el que Vittoria estaba viviendo. Estaba ubicado en una de las zonas más seguras y caras de la ciudad. Piero había pagado los primeros meses por adelantado, así que ella no sería desalojada hasta dentro de un tiempo, aunque bastaría una llamada para que la sacaran antes de que se cumpliera el plazo, no estaba en sus planes hacerlo. Eso no iba a cambiar nada.
Un guardia estaba apostado en la puerta, pero los dejó pasar sin ningún problema. Debido al asentimiento que le dio el hombre a su padre supo que ambos habían hablado antes de ese día. Algo que no le sorprendió para nada. A su padre le gustaba que todo saliera según lo planeado y nunca dejaba un cabo suelto, por algo era el mejor en lo que hacía y no lo decía solo por ser su padre.
Tomaron el ascensor hasta la tercera planta y unos segundos después llegaron.
Llamó a la puerta del departamento solo por educación, tenía una llave por si ella decía no abrir. Sabía por buena fuente que ella no había abandonado el lugar en todo el día.
Vittoria abrió la puerta con una sonrisa que se le borró al verla y fue reemplazada por una expresión de desagrado. Bueno, no necesitaba agradarle… ya no.
“¿Qué haces tú aquí?”, preguntó ella.
“¿Puedo pasar?”
“No”.
Vittoria intentó cerrarle la puerta en la cara, pero el padre de Nerea fue más rápido.
Sonrió sin una sola pizca de humor.
El rostro de Vittoria palideció al darse cuenta de que no había ido sola. No había llevado a su padre para que la intimidara, pero debió esperar ese tipo de respuesta. Su padre era un hombre alto y fornido.
Aunque para ella era inofensivo, el resto corría en sentido contrario con solo una mirada.
“Creo que no me dejé entender. Vamos a entrar”.
Nerea pasó por su costado y se dirigió hasta la sala.
Una mirada rápida sobre el hombro le mostró a su padre cruzado de brazos en el umbral de la puerta.
Vittoria no tenía cómo escapar, así que al final solo la siguió.
“¿Estás disfrutando tu estancia en este lugar?”
“¿Por qué estás aquí?”
Se encogió de hombros con indiferencia.
“Solo vine para hablar. Ya sabes, de mujer a mujer”.
La mirada de Vittoria estaba clavada en el padre de Nerea, quien ahora vagaba por la sala haciendo un reconocimiento.
“Bueno, di lo que tengas que decir y luego márchate”.
La ignoró por completo y se sentó en el sillón. Esperó el tiempo suficiente hasta que Vittoria se viera completamente nerviosa.
“Piero recibió la notificación de tu abogado”, dijo por fin.
“Él está dispuesto a darte la custodia completa de Alba”.
Vittoria giró la cabeza, tan rápido que le sorprendió que no se dislocara el cuello.
“Eso es imposible, Piero jamás renunciaría a su hija. Él la ama con locura, lo sé porque lo vi durante el tiempo que pasé con ella”.
“Él la quiere, sí; pero no cree que valga la pena el escándalo que se generará cuando la verdad salga a la luz… Menos por una niña que podría no ser suya”.
“Por supuesto que lo es”.
“¿Estás segura?”
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