El bebe del millonario
Capítulo 51

Capítulo 51:

“Lo siento, no quería ser grosera. Es solo que…”

“Ya dije que se queda”.

“Está bien”, dijo Vittoria recuperando su sonrisa

“Por cierto, ¿Dónde está Alba?”

“En casa de los padres de Nerea”.

Vittoria hizo una mueca.

“Me habría gustado verla. No deberías dejarla con extraños”.

“Mis padres no son extraños”, refutó Nerea.

“No, por supuesto que no lo son para ti”.

Nerea soltó un resoplido.

“Los padres de Nerea, así como los míos, nos ayudan con Alba cada vez que lo necesitamos, intervino. “Con quien la dejamos no está a discusión”.

“Soy su madre debería poder decir algo al respecto”.

La miró incrédulo.

“No te has ganado el derecho, ¿Debo recordarte que aún estás a prueba?

“La prueba de ADN dice que es mi hija”.

“A la que dejaste en mi puerta a su suerte. ¿O es que acaso te has olvidado de eso?”

“No, no lo hice. Pero estoy esforzándome para reparar mis errores”.

“¿Y lo único que quieres es acercarte a Alba?”

“Por supuesto”.

Era tan buena mintiendo, pero no lo suficiente para que él no se diera cuenta. Vittoria había entrelazado los dedos de la mano y empezado a balancear una pierna con sutileza. Estaba nerviosa, pero si estaba diciendo la verdad ¿por qué iba a estarlo?

“¿Así que esa fue la única razón por la que contactaste a mi madre?”

Vittoria abrió los ojos con sorpresa, seguro no se había esperado que él estuviera al tanto de la llamada a su madre.

“YO… YO…”

“¿Y supongo que mentiste sobre tu vida por el mismo motivo?”

“No sé de qué hablas.”

“¿No creerás que soy tan estúpido para aceptar tu versión así sin más? Es la seguridad de mi hija la que está en juego, jamás dejaría que pase tiempo con alguien, sin hacer una comprobación. Imagina mi sorpresa al ver lo que mi investigador averiguó después de buscar un poco en tu vida”.

Nerea tomó de un lado del sofá la carpeta que le había entregado el investigador privado. Lo dejó caer sobre la mesa y esperó a que Vittoria la tomara.

“¿Algo de lo que dice allí te es familiar?”

“Piero…”

“Debiste ir con la verdad. No me habría gustado, pero al menos podría haber confiado en tu palabra. En cambio, optaste por inventar una historia muy triste sobre lo difícil que fue tu embarazo y todas las penurias que tuviste que atravesar”.

Su voz estaba llena de desagrado

Nerea apoyó una mano en su hombro y eso ayudó a alejar algo de la tensión que se había acumulado en su cuerpo.

“Era más fácil”, continuó

“Decir que te viste obligada a abandonar a Alba por su bien a aceptar que no la querías”.

“No es cierto”.

“Por supuesto que sí, los papeles en tus manos me dan la razón. La abandonaste porque ella no te importaba y eso me lleva a preguntarme por qué volviste. ¿Qué es lo que quieres, Vittoria?”

“Recuperar a mi hija, te prometo que es la verdad”.

Sonrió con ironía.

“No te creo, pero te daré una última oportunidad para contarme lo que en realidad sucedió, tal vez así pueda hacerlo”.

“Lo haré”.

Vittoria desvió la mirada a Nerea.

“Solo si ella se va”.

“No estás en posición de exigir nada”.

“Por favor, ya me siento muy avergonzada”.

“Estaré en la habitación”, dijo Nerea poniéndose de pie.

Piero quería decirle que no era necesario.

“Tranquilo, es mejor que hablen a solas. Llámame si necesitas algo”.

Nerea se inclinó y rozó sus labios antes de desaparecer.

La observó hasta que desapareció, luego fijó la mirada en Vittoria.

“No estaba preparada para ser mamá”, empezó ella.

“Durante un tiempo fingí que nada había cambiado, salía de fiesta y regresaba a casa por la madrugada. Pero cuando ya no pude ocultar mi embarazo tuve que aceptar que ya no podía seguir escapando de ello. Pensaba dar en adopción a nuestra hija apenas naciera, lo consideré una y otra vez.

Se levantó y empezó a caminar por la habitación tratando de controlar su temperamento. Quería gritar. Se imaginó a su hija en manos de extraños.

Él podría nunca haberse enterado de su existencia. No se imaginaba su vida sin su pequeña traviesa.

“¿Por qué no me contactaste?”

“Yo… no lo sé. Estaba demasiado perdida y asustada”.

Vittoria se levantó y comenzó a acercarse a él.

“Hay muchas cosas de las que me arrepiento y no haberte buscado encabeza la lista”.

“¿Si no la querías por qué volviste?”

“Creí que no la quería, pero si lo hago. La extrañaba tanto. El vacío en mi pecho se agrandó cada día lejos de ella hasta que no pude aguantar más. En cuanto la volví a ver, dejé de sentirme miserable. No hay una noche que no me arrepienta por haber actuado como lo hice y sé que eso no cambia nada, pero te prometo que me estoy esforzando por ser la madre que Alba necesita”.

Un gran discurso y aun así seguía sin creer en ella.

Sus palabras estaban hechas para sonar convincentes, pero sabía que aún no era la verdad o al menos no por completo.

“Lamento haber contactado a tu madre, pero lo hice en mi desesperación. Alba es mi hija, pero apenas puedo pasar algunas horas con ella”.

“Estuviste de acuerdo con eso”.

“Porque era mejor que nada”.

“Y mucho más de lo que merecías”.

“Soy consciente de ello y ten por seguro que mi intención no es alejarla de ti. Podríamos encontrar una solución para que ambos podamos estar con ella. Soy su madre, ella me necesita, no a una extraña”.

Frunció el ceño.

“Vittoria”, advirtió.

“Será mejor que no digas más”.

Ella no tenía derecho a hablar de Nerea de esa forma.

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