El bebe del millonario
Capítulo 50

Capítulo 50:

Inclinó el cuello hacia un lado para darle más acceso. Antes de que las cosas se calentaran más, salieron al exterior para disfrutar del hermoso día.

Piero llevó el monitor con él para regresar en caso Alba se despertara.

Tomados de la mano caminaron por la orilla del mar. Nerea tomó una respiración profunda y dejó que el aroma llenara sus pulmones.

“Necesitaba esto”, comentó con la mirada en el mar.

“Alejarme del mundo y el drama. No recuerdo la última vez que me sentí tan relajada”.

“Lamento todo lo que tuviste que soportar las últimas semanas”.

Se giró para mirar a Piero.

“Para ti tampoco ha sido nada fácil. No tienes que disculparte”.

Piero se detuvo y llevó su mano libre hasta su mejilla.

“Te amo.”

Él redujo la distancia que los separaba y la besó.

“Yo también te amo”, musitó con la respiración entrecortada cuando dejaron de besarse.

Se quedaron de pie, con las frentes unidas y mirándose a los ojos. Nerea se perdió en su mirada tan cautivada como lo había estado en algún momento durante el pasado y como seguía estándolo en el presente. Aveces tenía que pellizcarse para asegurarse que aquello no era un sueño, Después de todo, jamás había imaginado, ni en sus más locas fantasías de adolescente, que algún día los dos terminarían juntos.

´Pero así es´ le dijo la voz de su consciencia y ella rió ante aquello.

“¿Qué te parece divertido?”, preguntó Piero con curiosidad.

“No es nada, solo pensaba en alguien”.

“Ahora tienes toda mi atención”.

“Estaba este sujeto… él me gustaba hace muchos años”.

“¿Debería preocuparme de qué pienses en él justo en este momento?”

“Para nada solo fue algo que pasó por mi mente”.

Piero asintió y retomaron su caminata.

“¿Es alguien que conozco?”, preguntó él apenas unos segundos después.

Nerea luchó contra una sonrisa al escuchar su tono de voz.

“¿No me digas que estás celoso?”

“No, solo tengo curiosidad del hombre que me roba los pensamientos de mi mujer”.

“¿Seguro que quieres escuchar sobre él?”, preguntó juguetona.

“Si”.

“Bueno, Lo conocí cuando era muy pequeña para pensar en muchachos. Nuestros padres eran amigos, así que era inevitable que algún día coincidiéramos. Después de aquel primer encuentro, escuché su nombre en algunas ocasiones, pero no lo volví a ver hasta muchos años después”.

Nerea se sintió transportada hasta aquel momento de su vida.

“Intercambiamos un par de palabras y eso fue todo, pero se había sentido como si el mundo se

hubiera detenido durante aquellos minutos”.

“No creo que él me viera de verdad”.

“¿Cómo no podría verte? Seguro era un completo imbécil”.

“Estoy de acuerdo”, sonrió divertida.

“Como sea, no creo que fuera amor, pero él despertaba algo en mí. La próxima vez que lo vi había pasado algunos años más. Había cambiado, pero seguía siendo igual de atractivo. Lástima que era un completo arrogante. Recuerdo que miró con una sonrisa seductora y me puso un apodo ridículo. Era tan irritante. Por supuesto que le di su merecido, pero eso no impidió que él volviera a fastidiarme.

Piero se detuvo, por su rostro pasaban varias emociones.

“Espera. ¿Es de mí de quién estás hablando?”

Nerea sonrió sin darle una respuesta, Se soltó de su mano, se quitó el vestido por encima de la cabeza y corrió hacia el mar. El agua fría la recibió. Al salir Piero ya estaba junto a ella. El agua los cubría por encima de la cintura. Él la sujetó por la cintura y la pegó a su cuerpo.

“No tenía idea de que estabas enamorada de mí desde hace mucho”.

“Jamás dije eso. Obviamente no pasé mis días y noches pensando en ti y en que algún día estaríamos juntos”.

“Aun así, lo siento por no verte antes”.

“Está bien, era mejor de esa forma. Eras mayor y ambos teníamos caminos que recorrer antes de volver a encontrarnos”.

Piero la miró con adoración antes de inclinarse y besarla. Nerea soltó un g$mido y se aferró a él.

Piero miró el sobre encima de la mesa de café. Los resultados de la prueba de ADN de Vittoria estaban allí.

“¿Quieres que lo lea?”, preguntó Nerea.

Asintió con la cabeza.

En sus cortas vacaciones en la playa le había contado todo lo que el investigador había averiguado sobre Vittoria, Nerea había escuchado en silencio hasta el final, solo entonces había lanzado algunos insultos.

Todavía podía ver la furia en sus ojos cada vez que el nombre de Vittoria era mencionado.

“¿Me hace una mala persona querer que no sea su madre?”

Nerea se inclinó hacia adelante para tomar el sobre de papel. El logo de la misma clínica en la que él se había hecho su prueba estaba en la parte de adelante.

“No”.

Él también estaba deseando los mismo.

Sería tan fácil sacarla de sus vidas si ella no estaba relacionada con Alba.

Nerea sacó la hoja de su sobre y la desdobló. Ella se fue a leer directo los resultados. El tiempo se congeló mientras la escuchaba confirmar que Vittoria era madre de Alba. Ambos se quedaron en silencio. No había nada que pudiera hacer para cambiar los resultados.

El timbre de la puerta los regresó ala realidad.

“Esa debe ser ella”, dijo Nerea dándole un apretón en la pierna antes de levantarse para ir a abrir la puerta.

Levantó el papel que ella había dejado de regreso en la mesita de café y volvió a leer los resultados. Debía estar feliz de que Vittoria no hubiera mentido en eso y que su hija tuviera a su madre cerca, pero lo que sentía estaba muy lejos de ser felicidad.

Nerea regresó seguida por Vittoria. Su novia se sentó a su lado sin decir una palabra, aunque no era necesario, su postura y expresión la delataban. No estaba a gusto allí.

“Hola, Piero”, saludó la mujer con una sonrisa en el rostro.

Hizo un gesto con la cabeza y se quedó mirándola intentando descifrar que pasaba por su mente. Tal vez eso le podría dar una idea de que hacer desde ese punto.

“Toma asiento, por favor”, dijo cuándo el silencio empezó a tornarse incómodo.

“Veo que ya leyeron la prueba de ADN”

“Así es”.

“Espero que estés más tranquilo ahora que tienes la certeza de que ella también es mi hija”.

Vittoria miró a Nerea una fracción de segundo, luego regresó su atención a él.

“Me gustaría discutir algunas cosas contigo a solas. Es un asunto privado que solo nos concierne a nosotros dos”.

“Ella se queda”, dijo con rudeza.

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