El bebe del millonario -
Capítulo 43
Capítulo 43:
“No creas que no me di cuenta que no respondiste mi pregunta”, susurró.
Si él dijo algo después de eso, era difícil saberlo porque el sueño se la llevó mucho antes.
Al día siguiente, mientras Nerea llegaba a la planta en la que estaba su oficina, se recordó que no tenía nada por lo que sentirse avergonzada por haber golpeado a Victor. Él se lo había buscado al besarla sin su consentimiento.
Sin querer, su mirada buscó a Victor cuando pasó cerca de su escritorio y se detuvo a mitad del pasillo. El hombre estaba con la atención en la pantalla, pero después de algunos segundos debió sentir su mirada porque él la miró.
Victor le dio una escueta sonrisa, pero hizo una mueca casi de inmediato. Fue cuando Nerea reparó en su labio partido y el moretón que adornaba el mismo lado de la mejilla.
¿Qué es lo que le había ocurrido?
Una idea le vino a la mente.
“Nerea”, la saludó la familiar voz de su papá.
Alejó la mirada de Victor.
“Señor”, saludó.
En el trabajo prefería tratarlo como su superior.
“¿Todo bien?”, preguntó él mirando en la misma dirección que había estado haciendo ella hasta hace unos segundos.
“Por supuesto”, aseguró retomando su camino hacia su oficina.
Abrió la puerta y entró delante de su padre.
Nerea se sentó detrás de su escritorio y su papá se acomodó en la silla disponible frente a ella.
“¿Cómo va todo en casa?”, preguntó.
“Bien. Tu madre decidió hacer algunas remodelaciones”.
Nerea soltó una carcajada. Cada vez que su mamá empezaba a hacer remodelaciones, su casa se volvía en un caos completo. A Mia Vitale le gustaba mucho hacer cambios, pero el orden no era su fuerte.
Al menos dejaba que su padre contratara algunas personas para que la ayudaran.
“¿Y cómo lo estás sobrellevando?”, preguntó con burla.
Su papá, por otro lado, era el amo del orden.
“Si le hace feliz…”
Él se encogió de hombros.
Su papá siempre decía lo mismo cuando se trataba de su esposa. Su única misión en la vida parecía asegurarse que la mujer que amaba no dejara de ser feliz. Por ejemplo, si ella le pedía que dejara de vestirse con ropa oscura, probablemente lo haría sin dudar… pese a que odiaba usar ropa colorida. Por suerte, su madre nunca había querido abusar del poder que tenía sobre él, simplemente era feliz con él siendo como era.
“¿Y qué te trae por aquí?”
“Vine a ver cómo estabas”.
“¿El soplón que me vigila no te lo dijo?”, se burló.
Su papá le dio lo más parecido que tenía una sonrisa.
“Nadie te vigila, solo soy yo y mis habilidades para conseguir información”.
Sacudió la cabeza divertida.
“Es bueno saberlo”.
“¿Cómo está ese novio tuyo?”
“Bien y todavía respira, si es eso lo que preguntabas”.
Su papá soltó una carcajada, un sonido casi raro viniendo de él.
“Por cierto, ¿Cuándo traerás a Alba a la casa? Tu mamá dice que ha pasado demasiado tiempo desde la última vez”.
“Piero me contó que la vieron casi todos los días mientras estaba en casa de Ava y Alessandro”.
“Y aun así nos gustaría verla uno de estos días. No es imprescindible tu presencia o la de Piero”.
Nerea se rió
“Hablaré con Piero”.
“Eso suena bien”.
El rostro de su padre se llenó de pronto con orgullo.
“Escuché que hiciste un trabajo maravilloso mientras estabas fuera. El cliente estaba más que satisfecho”.
Hizo una mueca.
“Más le valía estarlo después de lo que tuve que aguantar”.
“Sabía que sería un dolor en el culo. No fui yo quien quería aceptarlo, si de mí dependiera rechazaría a muchos de los idiotas que vienen aquí”.
“Es tu tío Luca quien los acepta, algo sobre buen marketing. Pero ni siquiera él estaba seguro de que fuera buena idea aceptar el último proyecto”.
“¿De qué se trata?”
“La madre de Piero quería contratar nuestros servicios y te quería a ti”.
…
“¿Está todo bien?”
Nerea había estado algo distraída desde que había regresado del trabajo, Piero se preguntaba si ella se había enterado de su visita a Victor y si era eso lo que la tenía así.
“Marena fue a mi trabajo hace unos días”.
Piero frunció el ceño y sus sentidos se pusieron en alerta. No le gustaba pensar lo peor de su madre, pero ella era… complicada.
“¿Qué es lo que quería?”
“Contratar los servicios de la empresa y que yo trabaje para ella”.
¿Qué diantres estaba tramando su madre ahora?
Nerea era muy buena en lo que hacía, pero dudaba que Marena la quisiera por eso.
Desde que su madre había conocido a Alba, ella lo había visitado un par de veces más. En ambas ocasiones cuando Nerea no estaba. En su primera visita ella no se había esforzado en disimular el hecho de que no estaba contenta con su elección de pareja. Piero la había cortado en el momento que había sugerido que debía darle una oportunidad a Anna. Su madre parecía empeñada en creer que una completa desconocida era perfecta para él.
Piero le había dejado en claro que no le permitiría entrar a su casa si seguía con la misma actitud. Así que la segunda vez que lo visitó su madre se había abstenido de hacer cualquier comentario.
Nunca le había mencionado a Nerea los comentarios de su madre, no tenía sentido repetir sus palabras.
“Hablaré con ella”, anunció.
Piero no iba a dejar que Marena tuviera oportunidad de dañar lo que había logrado con Nerea.
“No, no lo harás. Le dije a mi padre que acepte su propuesta”.
“¿Qué demonios? Ni hablar”.
“¿Eres consciente de que es mi decisión?”
Piero se quedó en silencio unos segundos tratando de poner bajo control su mal humor.
“Nerea, amo a mi madre, pero ella no es confiable y me es difícil creer que no tiene un motivo oculto para todo esto”
“Tengo una idea de las clases de persona que es, pero es debido a que ella es importante para ti, que decidí aceptar este trabajo. Espero que ambas podamos llevarnos mejor en algún momento. Las reuniones con ella no pueden ser un campo de batalla para siempre”.
“¿Estás segura de que es lo que quieres hacer?”, preguntó resignado.
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