El bebe del millonario -
Capítulo 17
Capítulo 17:
Su hermano se quedó en silencio un momento antes de continuar.
“¿Y ya te tomaste la prueba de ADN?”
Piero soltó un suspiro, si era sincero habría preferido olvidarse de ese tema, pero después de pensarlo había llegado a la conclusión de que era lo mejor para que nadie le quitara a Alba en el futuro, tenía que confiar que la prueba de paternidad solo confirmaría lo que él sentía.
“Llamé a la clínica hoy. Iré a verlos mañana en la tarde”.
“¿Quieres que te acompañe?”
“No es necesario”.
“Está bien. De todas formas, llámame si me necesitas”.
Una sonrisa se extendió en el rostro de su hermano.
“Aunque no creo que sea a mí a quien llames si necesitas algo. Según escuché, Nerea ha estado ayudándote bastante”.
Se tensó al escuchar el nombre de su amiga.
“¿Tú y mamá hablan mucho de mi vida privada?”
“No sabía que Nerea entraba en la categoría de ´privado´ … y por lo visto delicado”.
¡Maldición!
Quería borrar la sonrisa de su hermano con un golpe. En definitiva, no estaba actuando como él.
“Ava me contó que ambos están saliendo desde hace unas semanas, madre la llamó para preguntarle si estaba al tanto”.
Piero lo sabía. Su mamá le había llamado tan pronto terminó de hablar con Marena para preguntarle al respecto. Él le había contado la verdad sin dudar.
“No entiendo la manera en la que funciona la cabeza de nuestra madre. ¿Por qué llamar a Ava?”
“Ambos sabemos que Ava es un encanto y la única que le daría una respuesta incluso si tiene que mentir para salvar el culo de alguno de sus hijos. Por otro lado, papá no aguanta estupideces, habría cortado sin molestarse en darle explicaciones”.
Su hermano sacudió la cabeza.
“Ahora deja de intentar cambiar de tema. ¿Qué sucede entre tú y Nerea realmente? La última vez que hablamos dejaste en claro que solo era una buena amiga”.
“Y lo es”.
Su hermano arqueó una ceja. Si su hermano no hubiera triunfado en el mundo de los negocios seguro lo habría hecho como detective. Él siempre iba detrás de la verdad como un perro detrás de un hueso.
“¿Y cómo por qué es tu asunto?”, preguntó tratando de no sonar a la defensiva.
“Así que sí sucedió algo”, afirmó él divertido.
Ojalá él también pudiera verle el lado gracioso, se quedó en silencio a la espera de que él se aburriera y lo dejara en paz.
“Está bien, no me lo digas. De todas formas, tal vez se lo pregunte a ella cuando la vea mañana”.
“¿De qué hablas?”
“Tuvimos algunos problemas de ciberseguridad en la compañía y ella vendrá en persona a hacer algunas mejoras”.
El departamento de seguridad cibernética de BSecurity había crecido bastante en los últimos años y con el tiempo muchas empresas se habían vinculado a ellos, incluidas la de su familia.
“¿Problemas?”
“Nada grave, lo detectaron a tiempo. Sin embargo, Nerea, al igual que su padre, no se toma nada a la ligera. Insistió en hacer una revisión exhaustiva y actualizar el sistema de seguridad para evitar problemas futuros. Es una chica inteligente, me agrada”.
Piero fulminó a su hermano con la mirada. De no ser porque sabía que estaba loco por su esposa le habría advertido que se mantuviera lejos de Nerea.
Como su ‘amigo’ se preocupaba por ella.
Su hermano soltó una carcajada.
“Es tan divertido estar de este lado de la vitrina. Por cierto, ella estará en la compañía mañana a primera hora, por si te interesa”.
Piero empezó a pensar en una excusa para ir a la empresa de su familia. Extrañaba a Nerea como si no la hubiera visto durante semanas. ¿Siempre se había sentido tan ansioso cuando pasaba algún tiempo distanciado de ella?
Alba se despertó en ese momento y soltó algunos quejidos. Apenas había dormido un poco más de una hora y tenía miedo de que volviera a romper en llanto otra vez. Fabrizio levantó antes de que él tuviera oportunidad. Debía ser la costumbre, pero él la agarró con bastante seguridad y logró calmarla en cuestión de segundos.
“Debes dejarlo estar”, dijo de pronto Fabrizio sin dejar de acariciar la espalda de Alba.
Piero lo miró sin comprender a qué se refería.
“Es una m!erda que nuestra madre no fuera capaz de comprometerse con nuestro padre o con nosotros. Eso no quiere decir que todas las relaciones tienen que fallar o que todas las personas son incapaces de amar incondicionalmente. Papá conoció a Ava y los dos parecen un par de chiquillos enamorados hasta el día de hoy. No tiene que pasar nada malo si te arriesgas a tener una relación formal”
Era como si su hermano pudiera leerlo como un libro abierto.
Piero no le tenía tanto miedo a ser abandonado como a decepcionar a alguien porque era incapaz de comprometerse. Sería una crueldad darle esperanzas a alguien para luego salir huyendo. Y era esa la misma razón por la que había preferido ser amigo de Nerea y nada más. Ella tenía un corazón enorme y lastimarlo no era una opción, sin embargo, estar lejos de ella tampoco lo era.
“¿Y qué si soy yo el que no puede comprometerse?”
Era la primera vez que decía en voz alta lo que le asustaba.
“Debes estar bromeando. ¿Algún día desde que apareció Alba has pensado en que sería mejor dejar que alguien más se haga cargo de ella?”
“No”.
“¿Ni siquiera si eso te permitiera volver a tu antigua vida? ¿Viajes, mujeres?”
“No”, volvió a responder sin un ápice de vacilación.
Extrañaba sus aventuras, pero seguro encontraría una manera de compaginar esa parte de su vida con la crianza de su hija. Por otro lado, las mujeres siempre habían sido una manera de cubrir la soledad que a veces lo asolaba. Desde Alba esa constante sensación en su pecho había desaparecido.
“Exacto, tú no eres nuestra madre. Si te pareces a alguien es a Ava. Cuando te involucras realmente con cualquier cosa, te lo tomas bastante en serio, más de lo que demuestras la mayoría del tiempo”.
Su hermano se levantó y él lo imitó.
“Creo que es hora de que me vaya”, anunció entregándole a Alba
“Mi esposa e hijo me esperan en Casa”.
…
Nerea llevó ambas manos a la nuca y se lo masajeó.
Tenía el cuello tenso después de pasarse la mañana frente a su computadora. La actualización del sistema había comenzado apenas hace unos segundos porque primero había tenido que hacer una revisión de la base de datos para comprobar que no hubiera ningún problema. El error que había experimentado la compañía de Fabrizio, no había sido nada grave; pero cuando se trataba de seguridad ningún detalle podía pasarse por alto.
“Podría darte un masaje”.
Levantó la mirada de golpe al escuchar a Piero. No lo había visto desde que salió de su casa. Había estado demasiado ocupada con el trabajo, pero esa era solo la excusa que se decía para no sentirse mal por haber desaparecido.
“¿Cuánto tiempo llevas aquí?”
“No luzcas tan emocionada de verme”, comentó él con una sonrisa de lado.
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